El doctor que le auxilió en la pista, Martín González, lo tiene claro: “La actuación con Darío Mata, demuestra la importancia de contar con desfibriladores en todos los centros deportivos, incluso en los colegios, en centros comerciales o donde se reúnan muchas personas”.
Destaca Martín, la presencia también del doctor García Hidalgo, que le ayudó en todos los pasos. “Efectivamente, me encontraba terminando sus ejercicios de gimnasia de mantenimiento, con Blas, cuando llegó, demudado, Paco el jefe de mantenimiento del Pabellón, para decirme lo que pasaba”.
“Al llegar hasta el jugador, Quino Soler y Lorenzo Ruiz, ya tenían allí el desfibrilador e incluso le habían puesto las ‘palas’, de forma que sólo había que darle al botón que hace la descarga y te avisa cuando puede hacerlo; le dimos, pero no respondía, por lo que pasamos a aumentarle los masajes en el pecho”.
Fue una complicada intervención, al llegar a estar 25 minutos sin pulso: “Llegada la ambulancia, con su médica doctora Hergueta, le incorporamos oxigenación y medicinas, y seguimos con la actuación. Nos preocupó que estuvo 25 minutos sin pulso, y cuando completamos, después de 45 minutos, la resucitación cardiopulmonar avanzada, se trasladó al Hospital de Antequera, donde fue atendido por los médicos de Urgencias”.
El consejo de este gran médico antequerano, aficionado al Balonmano desde niño, con baloncillos que le corren por las venas heredados de su padre nuestro admirado Pepe González Cobos –alma y vida del Balonmano tantos años–, tendría que ser seguido el pie de la letra en los sitios donde no se haya hecho. La Providencia, puso allí al médico… e iluminó a los rectores deportivos a instalar el desfibrilador.
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