sábado 20 abril 2024
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Juan Antonio Velázquez: ‘El mejor negocio es que sigas viviendo y trabajando’

Tras comenzar con 9 años en el mundo de la hostelería, fue pasando por recordados establecimientos como el Plata Bar y el Vergara. Con su padre tuvieron una carnicería y tras la “mili” decidió embarcarse en la Venta los Pilotos que llevó a aproximarse a la ciudad con la Finca Eslava.

En la vida hay una clave para conseguir metas: trabajar, trabajar y trabajar. Un buen ejemplo de ello es Juan Antonio Velázquez Arrebola, quien desde los 9 años está en el mundo de la hostelería cuando comenzó en el Plata Bar, para seguir en el Vergara, trabajar con su padre en una carnicería del Mercado de Abastos para luego apostar por su propio negocio en la recordada Venta los Pilotos que se transformó en la Finca Eslava, uno de los referentes de los cortijos andaluces de celebraciones en nuestra comunidad. A finales de los 90, con su familia se acercó al casco urbano, al lado de la futura segunda estación AVE, completando el salón de bodas en un restaurante con hotel y oferta deportiva a través de Aqvaslava.

Tras la dura etapa de tener que cerrar al público y con el optimismo de reabrir y tener la aceptación de su clientela con los amplios espacios que ofrecen, es como empezar de nuevo. Un personaje que sabe lo que es sacrificarse para darlo todo, como lo hizo desde niño, empezando a trabajar con tan sólo 9 años en el añorado Plata Bar: “Nos tocó trabajar con los padres y seguir hacia adelante, primero en el Plata, luego en el Vergara… Era otro mundo. No había tanta restauración; sí había muchas cafeterías, muchas copas de noche, pero otro ambiente distinto: la gente bebía y gastaba, ahora la gente va a comer cuando hay algún evento, el café, el desayuno y los fines de semana”.

¿Qué pensaba en sus inicios, se imaginaba llegar hasta donde lo ha hecho?: “Pensaba en trabajar y en vivir con mis hermanos, pero en la vida puedes pensar que te pasó el tren por la puerta de tu casa, te montaste y te quedaste en él, eso es distinto. Todo viene según vayas trabajando”. ¡Comparta más recuerdos de su infancia!: “Yo nací y viví en la calle Río, cerca de las escalerillas, y de ahí me fui para la calle de las Cruces que estuvimos varios años. Eran tiempos del Plata Bar, el Vergara,  el Dunia, el bar Colón… Había mucha gente, muchos tratantes, otro mundo. Cuando pasaba el Alsina Graells en la calle Estepa, se bajaban los viajeros y estaba el platanero con lo plátanos, otro vendiendo nueces. Era otro mundo, negocio a pie de calle. Se vivía de la comarca y entonces todos los pueblos pequeños venían aquí. Había mercado de todos los tipos como el de ganado. Ahora con los supermercados y los hipermercados es más difícil ese negocio que había”.

Hablando de ganado, ¿cómo eran las ferias de su juventud?: “La feria de ganado era de verdad, con menos maquinaria. La feria de agosto llegaba la gente a un bar y se ponía el mostrador lleno de gambas, de todo lo que durante el año no se pedía. Hoy están el día que se quiere y antes era en la feria o en una buena verbena. Se pensaba de manera diferente. En Antequera estaban el Hotel Infante, el Hotel Vergara y el Parador, no había nada más, junto con un par de pensiones”.

Empezó en el Plata, ¿cómo siguió su trayectoria profesional? “Después estuve en el Vergara, luego camarero en la Excursionista con 17 años y decidí con mi padre poner una carnicería en el Mercado. Él era carnicero, mi abuela también y la montamos. Era ya otro tiempo; compramos un camión, teníamos un bar también, pero llegó la ‘mili’ y me fui a San Fernando en la Infantería Marina. Mi padre, al estar solo, no pudo seguir con los negocios y cuando llegué, tuvimos que arrancar de nuevo”.

De carnicero y a la ‘mili y de regreso,el inicio de la Venta los Pilotos

En ese cambio, llegaría la Venta los Pilotos: “Surge tras estar varios años con el camión haciendo autopistas desde Barcelona hasta Logroño y luego de noche salía de aquí a Barcelona y mejor no pensar los kilómetros que tenía que hacer. Un día me propusieron arreglar la pista de aviación de ultraligeros y estando allí me propuse a montar algo y le dije a un señor de Cuevas que me vendiera la tierra y monté la venta. Tuve mucha suerte, pero también trabajé mucho. Aquí había muchos ganaderos con cochinos y aquí los matábamos y los vendíamos. Del criador al consumidor… como mejor está y sabe la carne”.

Tiempos en los que no se conocía la variedad de carne que hoy tenemos y denominamos. “Hay que tener en cuenta que hace 25 años cuando monté los Pilotos no se vendía ningún cerdo ibérico aquí, todo era blanco y yo empecé a promocionar el ibérico. No se compraba porque tiene mucha grasa, pero en un restaurante es distinto, en sabor no hay comparación. El paladar es mucho mejor. Empecé con chuletas de cerdo ibérico y magro. Hoy le han puesto nombre a todo… que si lagarto, que si pluma que si secreto…”.

¿Cómo fue lo de cambiar los Pilotos por la Finca Eslava?: “El salto vino con la autovía de Málaga, cuando empezó a hacerse. Yo me iba a quedar estancado allí y compré esta finca. Yo le había dicho al vaquero varias veces que se lo compraba y un día vino un corredor de Antequera para venderla y se la compré”.

Los pros y los contras del avance de las comunicaciones. “Con la autovía ten en cuenta que antes andabas 50 kilómetros y parabas, ahora hasta Sevilla si quieres no paras y antes de Málaga a Sevilla parabas en varios sitios: Osuna, Antequera… Había que reinventarse”.

Es cuando cambian la venta por la finca. ¿A qué se debe el nombre de Eslava?: “Según tengo entendido era de unos franceses que había en Antequera que tenían una casa señorial y esto que era la casería para ceñirse en el verano al campo. Cuando lo compré dije: ¡para qué le voy a cambiar al nombre! Y aquí sigue y todo el mundo la reconoce!”. ¿Les costó dejar la Venta los Pilotos?: “Claro que sí; pero cuando empecé a celebrar bodas aquí, la gente ya no quería ir allí. Me pedían además comer aquí y no podía mantener los dos sitios y decidimos trasladarnos”.

Sus hijos siguieron los pasos de sus padresy son el presente de Finca Eslava

Al impulso de Juan Antonio con su esposa, vino la gran ayuda de sus hijos: Juan Antonio y Miguel Ángel. “Los chiquillos, cuando acabaron los estudios, les pregunté si querían seguir aquí o seguir estudiando y me dijeron que querían seguir con esto hacia adelante y nos embarcamos en el hotel, el gimnasio, la piscina y todo lo demás”. ¿Cómo se organizan?: “Yo me he limitado a comprar y a la clientela, mi mujer en la cocina y mis niños uno en la cocina, otro en la piscina con los deportes… Pero siempre estamos todos en todo. Cuando no hay uno en un sitio, está el otro”.

¿Cuál es el secreto de su negocio y de tener una familia al frente?: “El mejor negocio es que sigas viviendo, sigas progresando y sigas trabajando; ahora, si buscas otra cosa que crees que vas a ganar más… para qué lo quieres”. Y ¿cómo consiguen seguir unidos en el negocio? Es muy complicado tener una empresa familiar. “Yo le digo a mucha gente que llevo 95 años casado. De día trabajo con mi mujer y de noche me acuesto con ella. No es lo mismo irte a trabajar por la mañana y verla cuando llegas a casa, que trabajar juntos”.

¿Sus hijos son la clave de haber seguido invirtiendo en este referente andaluz?: “¡Claro, si no para qué quiero esto yo! Los padres lo damos todo por nuestros hijos y cuando estamos todos en una empresa familiar, ver que ellos siguen tus pasos, te hacen mejorarlo lo máximo para que ellos lo tengan mejor cuando se queden con todo”.

Volviendo al negocio de Finca Eslava… fueron los primeros que emplearon lo de celebrar una boda en un patio andaluz. “Así es, como tantas otras cosas. El patio andaluz fue lo primero que se hizo y las primeras sillas y mesas vestidas que hubo en Antequera fueron de la Finca Eslava en el año 1996 que se hizo para un verano. Luego arreglamos el salón de arriba que era donde estaba el grano, la paja y demás y se arregló como salón de bodas. Y desde allí a toda la variedad que tenemos hoy”.

¿Cómo surgió lo del hotel?: “Lo montamos porque habían muchas bodas en las que me decían: ‘Juan, no puedo hacer la boda en tu casa porque no hay donde quedarse a dormir’. Hice dos suites para dos bodas y luego las otras 28 para alquilarlas. Hicimos eso y eso es lo que tenemos y nos ayudó a seguir creciendo”.

Luego el éxito de Aqvaslava con el gimnasio, la piscina climatizada. “Ya hay muchos; imitadores los hay, pero iniciadores poquitos. Pioneros con agua salada en la piscina y todas las cosas que mis hijos han ido desarrollando y manteniendo. Es lo que más nos está costando volver a la normalidad por las exigencias preventivas sanitarias”.

Después de tantos años de experiencia, ¿qué es lo que hoy piden al venir a encargar una celebración?: “La gente quiere calidad en la comida. Hay clientes más economistas, pero saben lo que quieren y si quieren una buena carne se la piden y con el pescado igual. No había carta se le decía y la gente sabía lo que querían. Ahora necesitan la carta con el precio, la composición, las alergias… los tiempos van cambiando”.

¿Qué nos recomienda tomar este verano en su terraza y restaurante?: “Un buen gazpachito  o una ensalada fresquita de langostino con aguacate y canónigos y una buena carne. Y antes, el jamón y queso por supuesto. Aquí vendemos mucho jamón por suerte. Mucha gente viene y nos lo encarga; y porque no queremos vender carne…”.

¿Cómo se debe de preparar y comer el jamón y el queso?: “El jamón en verano siempre está bueno porque está caliente, está sudado y tiene que estar a temperatura ambiente. El queso, igual, tiene que tener a una temperatura de 36 grados más o menos. En invierno, en la cocina, en la temperatura de la casa, el jamón fuera y el queso en su quesera”. Hoy se habla mucho de la carne, de su procedencia, de cómo hacerla, ¿qué secreto tienen las de Finca Eslava?: “La carne recién matada no sirve para nada porque los nervios y las fibras están duros. Entonces el cerdo, mínimo cuatro o cinco días y si es una vaca un mes o dos meses. Antiguamente había un dicho que decía: ¿cómo quiere la perdiz al punto o fresca? Y le decía al cliente al punto y eso era cuando de la lacena se cogía la perdiz del pescuezo porque estaba un poco tocada y cantaba”. ¿De dónde encargan hoy su carne?: “Nosotros traemos mucha vaca gallega y el cerdo de Salamanca y los Pedroches. La ternera hay muchos sitios y muchas clases”.

Ante la recuperación del sector hostelero por la pandemia del coronavirus

Con tantos años de experiencia y crisis sufridas le preguntamos cómo ve la situación: “Siempre que ha llovido ha escampado. Hay que ser optimistas, nos ha caído esto y hay que seguir”. ¿Cómo van las celebraciones pendientes?: “Pues buscando cómo adaptarlas entre fechas, iglesias y colegios. Aquí estaremos para hacerlo lo mejor que se pueda, que el cliente salga satisfecho y que no pase nada sobre todo”. 

Cuando llevamos los niños a los colegios, algún maestro les dice: ‘Yo di clase a tu madre’. En su caso, será parecido cuando vienen a encargarle celebraciones: “ Yo los he bautizado, les he hecho la Comunión y los he casado, tengo a varios así. Hay familias que son fieles y eso es de agradecer. Aquí en Finca Eslava se viene como si son una parte más de nuestra familia”.

¿Cómo van el número de invitados en las celebraciones?: “La familia que esté invitada a cuatro bodas en verano son casi como cuatro multas y lo que eran 400, ahora son 200. Ahora con lo del COVID-19, supongo que se reducirá más durante un tiempo, la familia más íntima y los amigos más cercanos”. También se celebran más cosas, no hay que reunirse un gran número para una boda exclusivamente. “Es muy distinto hoy en día, como tenemos mucho tipo de clientela pues no nos faltan pequeños grupos, pequeñas empresas. Antes era la clientela de Antequera y ahora la de Antequera que sale con un evento (un cumpleaños, que si la abuela, que si el aniversario…) y siempre tienen su sitio para comer. Hasta hace pocos años era en la puerta y la terraza con el café o su refresco y luego por la mañana, el cafelito con el desayuno. Ha cambiado mucho por suerte”.

¿Han tenido que adaptar algún tipo de servicio para poder abrir?: “Empezamos cada día antes porque con esto del coronavirus hemos tenido que cambiar el buffet del desayuno y aprovechamos y los damos del Hotel y abrimos a la gente de fuera que están llegando para antes de ir a trabajar o de viaje”. ¿Cómo ve el futuro a corto plazo?: “Siempre ha llegado una enfermedad y se ha ido, así que a ver si esto no tarda mucho y sale la vacuna”. 

A pesar de cerrar, entendemos que su familia ha tenido que estar pendiente para mantener el complejo: “Hemos trabajado muchísimo aquí para mantener esto entre la familia y los de mantenimiento para arreglar y cuidar todo para que estuviera todo perfecto para el día de la reapertura”.

El AVE que será un antes y un después para Antequera y Finca Eslava

Años de muchos proyectos, pero hay uno que será una revolución: tener una estación AVE en el casco urbano, al lado de Finca Eslava. “El AVE creo que sí, que ahora va ya en serio y que pararán a unos metros de Finca Eslava. Hay que ver los trenes que vienen de Granada y paran aquí. Iremos a traerlos de la mano si es necesario y hacer habitaciones para los que lleguen de día, descansen y se vayan por la noche. La carretera de Córdoba va a ser esa avenida, si Dios quiere, cuando se arregle por las administraciones y será una calle más de Antequera”.

¿Cómo va Antequera turísticamente para cuando vengan de nuevo más visitas?: “Creo que vamos por buen camino, la profesionalidad hay que tenerla y siempre mirar para adelante y no mirar hacia atrás. La gastronomía nuestra es muy buena en carne, pescado, potajes y buen avituallamiento”. ¿Cuál es el próximo tren que le gustaría coger?: “Yo aquí me quedo; mis hijos ya que hagan lo que quieran que yo les ayudaré. Llevo mucho trabajo y muchas horas sobre mi espalda”.

Para quien no lo conozca, ¿qué ofrece Finca Eslava?: “A todo el cliente que viene se lo agradezco, pero quiero que vengan más; y todo el que viene, siempre sale satisfecho por la relación calidad-precio que es una de las cosas que buscamos porque hay gente que te pone de comer y te cobra y el que no te pone de comer y te cobra. Eso es así”.

Así es Juan Antonio Velázquez Arrebola, ‘el niño’ que con 9 años empezó en el Plata Bar y con 73 años es uno de los ejemplos en el que la vida no te suele regalar nada; y para conseguir algo hay que hacerlo a base de esfuerzo, trabajo y ganarse la confianza del cliente. Un legado en Finca Eslava, respaldado por su familia que le ha llevado a conseguir una vida llena de constancia y realidades bien hechas. Es Juan Antonio de la Finca Eslava.

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