viernes 19 abril 2024
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Conclusión sobre la construcción del Cementerio (y XIII)

Como conclusión a este relato histórico de la construcción del cementerio de nuestra ciudad, hay que decir que fue un largo proyecto que hubo de sortear muchísimos obstáculos. Desde 1787 a 1841, fechas en las que podemos concretar respectivamente la orden de su construcción y la de su puesta en funcionamiento de forma oficial, toda la historia de España de este período, con las sucesiones reales acaecidas, Guerra de Independencia, revueltas liberales, Guerra Carlista, períodos absolutistas, epidemias… se confabuló para que el parto del mismo fuera difícil y se ultimara finalmente tras 54 años de desacuerdos y de obstáculos internos y externos.

 

Es indiscutible que estos hechos históricos tuvieron especial trascendencia en el transcurso de las obras, las cuales se habían proyectado muy especialmente con la finalidad de prevenir la salud pública de los antequeranos y que no tuvieran el pronto final que en principio se pensó.El proyecto pasó a nivel nacional por varios reinados  (Carlos III, Carlos IV, José I, Fernando VII e Isabel II) y a nivel local por varios corregidores y alcaldes constitucionales, entre ellos: Diego Sanz de Melgarejo, Joaquín Bernard Vargas, Fernando Reinoso, El Conde de la Camorra en tres períodos (1820, 1835, 1840), Manuel Doñamayor (dos períodos: 1824, 1834) y otros tantos corregidores de los que no constan tuvieran implicación en los hechos.

El corregidor que más se implicó en la construcción del cementerio fue Fernando Reinoso, con seguridad quien más gestiones realizó para conseguirlo y quien más trabajó con esa finalidad, pero también cometió errores, quizá movido por su afán de cumplir lo ordenado e importarle más el objetivo a lograr que los medios empleados para conseguirlo. Tuvo poca diplomacia con los poderes eclesiásticos y locales, sobrepasando al parecer límites legales en diferentes actuaciones, como por ejemplo en las retenciones de cantidades a los deudores de la Junta de Propios y en la exigencia de dar catas de pagos a los mismos, lo que le costó ser enjuiciado y que por ello declinara su carrera política y cayera en desgracia. A su favor hay que decir que todas sus acciones fueron visadas por sus superiores, quienes dieron su beneplácito a las mismas. Finalmente sentencias judiciales dictadas en juicio interpuesto por la Iglesia le costaron, según sus propias palabras, “el cese violento del cargo”, cese que amargamente aceptó como se deduce de la carta que dirigió al Rey defendiendo su actuación. 

Carta entre Fernando Reinoso y el Consejo

El Consejo Real de Castilla, recibida dicha carta, la remitió al nuevo Corregidor de Antequera el 12 de septiembre de 1833 para que le informara sobre su contenido, esa carta textualmente decía:

“Fernando Reynoso y Roldan, Corregidor que ha pertenecido a la carrera de políticos suprimida por soberana resolución de 3 de enero último A.L.R. P. de V.M. con el debido respeto hace presente: que ejerciendo en comisión el corregimiento político de la ciudad de Antequera, en el año 1829 dio principio a la construcción de un cementerio ventilado con sujeción a la Real Cédula del año 1787 y demás R.O. entonces vigentes, siendo el ministro del Consejo Supremo de Castilla comisionado en aquel obispado de Málaga, D. Teotimo Escudero, con cuya aprobación siempre procedió dándole cuenta a lo menos semanalmente desde que se empezó la obra hasta el estado que tiene de suspensa, (…) pero resistiéndose la Junta Decimal de Málaga (…), tuvo medios tortuosos para conseguir que la obra de dicho cementerio no hubiese su conclusión, es decir, no fuesen cumplidas las Reales Ordenes de V.M. siempre sabias y dirigidas al bien de sus pueblos sobreponiéndose a ellas la intriga y el amañamiento, hasta el extremo de hacer separar violentamente de aquel destino de Corregidor al que representa porque se carecía de medios hábiles y legales para contradecir y llevar a cabo la oposición que desde el año 1800 siempre ha presentado la elección del local de la obra como si fuese de su atribución y no de la Junta de Sanidad con intervención de los ayuntamientos.

El ministro comisionado a consecuencia de tan obstinada resistencia instruyó un expediente con que dio cuenta al Consejo que con audiencia del fiscal dictó sus providencias que practicó el que representa y se atrajo la odiosidad de aquella corporación, tanto mayor cuanto activas fueron sus disposiciones para cumplir las soberanas resoluciones de V.M. en el asunto. (…) que los corregidores celosos y puntuales en cumplir las reales ordenes de V.M. como no concilien mirar intereses particulares con total desprecio de la causa general y el real servicio, merecen la separación de él y la más tenaz persecución que es el caso en que se encuentra en el que expone.

La ciudad de Antequera ha visto con admiración estos escandalosos acontecimientos y dicen sus juiciosos habitantes al considerar la obra del cementerio sin concluir y sus materiales a discreción de la voluntad reprensible, esta es la ruina del corregidor Reynoso aunque le hace honor.La real orden de 2 del corriente da motivo Señor a que dirija a V.M. esta exposición que en bosquejo manifiesta el actual estado de la obra del cementerio ventilado de la ciudad de Antequera que no disfruta del bien que produce los enterramientos fuera de poblado, con el decoro y respetos que se merecen las cenizas de las personas que han finalizado la vida perecedera que aun se les da sepultura en los templos y que en efecto han causado la ruina del recurrente su exacto comportamiento y celoso cumplimiento de las ordenes de V.M. (…).Esto dice y representa V.M. el que suscribe que puede tener lugar para su soberano conocimiento y efectos consiguientes con concepto a bien que promovía la real orden de 2 del corriente y en esta inteligencia SUPLICA a V.M. con sumisión se digne prestar su soberana atención a lo expuesto si lo considera justo y coincidente con el beneficio objeto que marca la citada reciente real orden sobre construcción de cementerios ventilados. Madrid a 8 de junio de 1833”.

Descripción de la zona del Cerro del Reloj por Fernando Reinoso

En defensa de los postulados sobre el lugar elegido por la Junta de Sanidad para la construcción del cementerio, el Corregidor Fernando Reinoso hace una descripción histórica y de la época (1830), de la zona del Castillo que es interesante:

“(…) En el Cerro en que estaba la antigua población árabe de Antequera, rodeada de murallas, casi arruinada hoy en día, hubo una iglesia mahometana o mezquita que conquistada la ciudad por el Infante D. Fernando el 16 de septiembre de 1410, fue consagrada y erigida en ella la primera parroquia con el titulo del Salvador. Inmediato a ella se fundó después la Iglesia de Santa María, que sirvió de colegial desde el 16 de febrero de 1504 hasta el día del Corpus del año 1692, y en el día continua siendo parroquial. También estuvieron en dicho sitio, las casas capitulares erigidas por el corregidor político D. Joan Poncel de Peralta y su ayuntamiento en el año 1586, la casa del corregidor que se hizo en tiempo que servía este destino D. Diego de Guzmán y Lugo, en el año 1590, y se conservó uno y otro edificio hasta el pasado año de 1819, en que fueron demolidos por el comisionado del Consejo para el ramo de Propios, D. Julián Ruiz Marín, mas sin embargo, existe un castillo con el reloj público de la ciudad y algunos murallones que las tropas francesas dejaron por derribar a su retirada de esta, el tres de septiembre de 1812, y en cuyas ruinas fue comprendida hasta los cimientos la iglesia del Salvador, constituida en ermita desde que dejó de ser parroquia el 5 de septiembre de 1667.

Se conserva la de Santa María, de templo de su parroquia, con su correspondiente feligresía y rodeado el monte del reloj de los vecinos de ella y de los de la parroquia de San Juan, otra de las más antigua de esta ciudad, como fundada en 1518. El cabildo de la Santa Iglesia Colegial se bajó a la Parroquia de San Sebastián, el ayuntamiento a otras casas que labró en el Coso de san Francisco, las demás oficinas se dispersaron en casas particulares incluso la del corregidor, y aunque es verdad que dicho elevado cerro quedó sin población, también lo es que está situada en todo su recinto, pues lo circunvalan las calles llamadas Cuesta de Zapateros, Caldereros, Viento, del Rastro, de Carpinteros, Plaza del Portichuelo, Saeta y Manga, Cuesta Real, Calle Río, Plaza del Carmen, Calle del Colegio y calle que fue de San Isidro y que va por la ermita de la Virgen de Espera a la Plaza del Henchidero, y que por esto, la vertiente de las aguas corren hacia el centro de la ciudad y muchas de ellas con dirección a la Plaza Principal de San Sebastián a entrar por el arroyo de la calle del Gato, y se evidencia con una precisión matemática que las casas situadas en la falda e inmediaciones del sitio recomendado para Cementerio por la Junta de Diezmos, que ahora recibe las humedades que le proporcionan las filtraciones del desnivel, construido el cementerio o verificado el enterramiento de cadáveres, aquellas bajarían envueltas con las que fluyen de estos, no así en el plano horizontal de la cañada de la pólvora, que solo puede producir cierta prevención en la tristeza de ánimo a los dueños de una casería situada como a doscientos pasos en la dirección norte de la proyectada obra…”.

 

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