Prosiguiendo con la temática del pasado artículo, repasaremos algunos mitos sobre el suicidio y su posterior desmitificación, para así poder reflejar la realidad de esta problemática y poder ser partícipes en la ayuda a los demás.
“Las personas que hablan sobre el suicidio no lo llevan a cabo”. Los hechos nos indican que 8 de cada 10 personas que se suicidan manifiestan previamente sus intenciones, por lo que este mito es completamente falso. Además, es peligroso, puesto que esta afirmación conduce a no prestar atención a las personas que manifiestan ideación suicida.
“El suicidio se hereda, o está en la familia”. No está demostrado que el suicidio se herede, aunque se puedan encontrar varios miembros familiares que hayan terminado sus vidas así. En estos casos lo heredado es la predisposición a padecer determinados trastornos mentales que pueden conducir a la ideación suicida. Además, hay que tener en cuenta la influencia que tiene el ambiente a la hora de aprender técnicas de afrontamiento.
“Preguntarle a una persona sobre sus ideas de suicidio puede llevarla a querer intentarlo”. Está demostrado que hablar sobre el suicidio con una persona en tal riesgo, en vez de provocar en su cabeza esa idea, reduce el peligro de cometerlo; es más, preguntar es conceder tácitamente un permiso a la persona para que hable de algo inconfesable y busque ayuda.
“Las personas que amenazan con suicidarse o lo intentan de manera infructuosa, sólo quieren llamar la atención”. Aquí existe un imaginario en el que se afirma que llamar la atención es algo negativo. Posiblemente quien amenaza con suicidarse quiere llamar la atención y por eso mismo hay que dársela, pues está mandando señales de auxilio antes de consumar el intento definitivo.
“Las personas que se suicidan son cobardes”. Imaginad lo desesperado que debes encontrarte para luchar contra el mayor de los instintos primarios por el cual sigue existiendo vida, el instinto de supervivencia. Las personas suicidas no son cobardes, son personas que sufren.