Oír opiniones distintas, afines, alejadas, pasivas o indiferentes; pero que se hable de la feria. Que ya acontecida deje buen sabor de boca y crítica serena para que en años venideros traiga más felicidad y disfrute. Y que se siga apostando por los artistas de aquí, los que saben bregar con esta ciudad, pasito a pasito, sus inquietudes, pulir su arte y labrarse un lugar en el corazón y en las simpatías de sus vecinos. Y tirando como bueyes, fuertes y bien adiestrados, las casetas de día. Saben a poco, cuando el cuerpo va cogiendo relax tras haber ingerido las copitas y el alimento que lo serena, y la ensoñación se entremezcla con las conversaciones, el ruido, calor y la música, casi tocamos el cielo.
Nos sentimos contentos, de una simpatía especial, nuestros acompañantes son la monda, y las esperas para conseguir los platos no son ni siquiera recuerdo. Y se esfuma lo bueno porque el cierre de las seis y media resulta temprano. Ésta es la opinión más repetida, hay quienes dicen que van a solicitar al señor Alcalde que considere que en ediciones próximas el alargamiento del horario mañanero sea un hecho.
La juventud piensa que hay muchas horas muertas entre el cierre de día y la apertura de la noche que ronda entre las dos y tres de la mañana y con cola incluida. Y los mayores, que no tenemos edad para asistir a las dos funciones. Probablemente, en un futuro cercano el Paseo Real abrace la recogida y espera.
Mientras tanto, aún resuena el eco de los pases toreros, la incredulidad del cambio en la Goyesca, la trenza al viento del Pana y sus extraños paseos. El júbilo y placer de haber pasado unos día extraordinarios, de una parada grata y compartida con todos los forasteros que se han acercado. Se vende cada día mejor Antequera, y esto sí que es un gran festejo que podemos celebrar cada día del año y aquí las opiniones son bastante coincidentes.
