No sé si disfrutar de un verano perfecto consiste en tener el taje de baño perfecto, pero mira es un comienzo, bueno realmente es publicidad no sé si engañosa, eso se los dejo a los expertos o expertas en este maremágnum. Bajo la sombrilla de color naranja sentada en mi butaca playera turquesa sobre mi toalla azul pavo real, con los pies dejados caer con indolencia de 30º Celsius sobre mis flip–flop negras.
Con mi cuerpo serrano fresquito por la reciente inmersión en el mar, hoy sin medusas aclaro, ojeo una revista de moda. Me venden abrigos para el otoño y para el invierno, botas altas, cuellos de punto exquisito, guantes de piel fina, peinados y maquillajes con sordos ruido a entretiempo. Paso mi mirada por mí alrededor porque no quiero perder el norte, en este caso no quiero perder el verano, estamos en julio y luego llegará agosto.
Señores y señoras de la moda, déjenme disfrutar del verano, de la playa, del calor, de los amigos al lado de una cerveza helada o de las confidencias nocturnas con los mosquitos. Niños con cubos de arena, bikinis, clubs lectores, amigos parlantes, vigilante en atalayas abanderadas de verde, balones frágiles en azul y rosa, sonido amado del devenir de las olas. Incongruencias de papel, realidad de carne y hueso. Cierro los ojos y sueño con el partido de esta tarde, Nadal-del Potro, sobre la hierba verde desvaído de Wimbledon. Magnífica tarde.
Titanes blandiendo raquetas separados por una red sorda y muda a los ice, a los sets, a los match point. En una pantalla otros once hombres correrán tras un balón, bueno corren diez y otro intenta parar los goles, creo que esto se llama fútbol.Una ligera brisa torroxeña se levanta. Juguetea con mi top, liviano y celeste. Verano y juegos, sol y playa. De esto están hechos los días de estío que vivo ahora.
