Hay una hornada de jóvenes que están aprendiendo y creciendo como artistas y genios, como es el caso de Jesús Mario Sánchez Compaña, joven que, tras terminar sus estudios, empezó las prácticas en los restaurantes del acreditado Dani García (con dos estrellas Michelín), quien le ha ofrecido ser cocinero en su reconocido restaurante.
Jesús Mario terminó en marzo el grado superior de Dirección de Cocina, donde durante dos años aprendió la teoría no sólo del arte de la cocina, sino de cómo ser jefe, administrador y empresario.
“Terminé el 16 de marzo y el 18 empecé las prácticas en Marbella en Dani García-Cocina con Tradición; tras los tres meses, en verano me ofreció irme a su otro restaurante Bibo y en septiembre me ofreció un contrato como profesional de nuevo en su restaurante dos estrellas”, destaca el prometedor chef antequerano.
De cocinar con su madre a estar con Dani García
Jesús recuerda que de niño tenía la cocina como un entretenimiento: “Me gustaba hacer postres, bocadillos, a los que les ponía ingredientes y formas de prepararlos diferentes, corrigiéndome mi madre lo que tenía que mejorar”.
Tras su formación, su inicio en la vida profesional fue una locura: “Empecé en la partida de elaborar los platos y darlos al público. Hay cuatro departamentos (tapa, brasa, frío y postres) de los que empecé con las tapas”.
De ahí inició su sueño, del que alucina cuando el propio Dani García se presenta por la cocina y “nos pregunta cómo nos va”. De marzo a septiembre, pasó de realizar prácticas a ser jefe de la partida de frío, donde se sirven gazpachos, ensaladas y sopas. Está en un sueño y más cuando “Dani me dice que empecé siendo un don nadie y que para él tengo un nombre y soy bueno trabajando”.
Le aconseja que se marche fuera como él: “Que no hay que cerrarse, que aprenda y que me vaya fuera, que aprenda de otras cocinas y cocineros. Y es lo que haré cuando pueda”.
Ser el Dani García de Antequera
Sabe que es muy complicado, pero como meta tiene la de seguir formándose y, en un futuro, “montar mi propio restaurante en Antequera, un sitio de tapas con técnicas que haya aprendido, con el minimalismo de los platos, buscando que descubras sabores que no son capaces de encontrarlos en platos grandes”.
“A la segunda semana me mandaron hacer un salmorejo, y dije que no la hacía, que yo hacía porra antequerana. Desde entonces, cuando yo estoy, se llama porra que se ofrece como si fuera un polvo frío que se echa encima del plato del cliente”.
Mientras tanto sigue en los fogones aprendiendo: “Son muchas horas, hacer cuatro o cinco cosas a la vez, pero es lo que quiero ser”, nos apunta un joven que apunta alto en la cocina.
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