jueves 21 noviembre 2024
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Los sanitarios, esos grandes héroes que cuidaron de Merchi

El próximo 5 de marzo se cumple un año del fallecimiento de Mercedes González Aranda, mi Merchi, tras una larga lucha contra una enfermedad. En nombre de ella, en el de nuestros hijos y en el mío, Antonio Madrona Sánchez, su marido, quiero conmemorar el primer aniversario de su partida con un escrito de agradecimiento a los sanitarios.

Y es que la historia de Merchi no se cuenta desde 2015 sin las siguientes personas y lugares que me gustaría mencionar con cariño, ya que formaron parte casi a diario de nuestra rutina durante una etapa grande de la enfermedad:

Al llegar al hospital de Antequera, nuestro primer encuentro era con los celadores, siempre tratando de ayudarnos, pero ella se esforzaba para entrar andando, sonriendo a ese que se tuvo que convertir en nuestro segundo hogar. Quería no mostrar signos de debilidad y por eso nunca quería usar silla de ruedas.

Atravesando pasillos íbamos saludando a unos y otros hasta que llegábamos a las dependencias del hospital de día.

Con el personal de esta zona asistencial compartíamos vivencias casi a diario. Estos sanitarios traspasan las lindes de lo puramente profesional y se entregan hasta límites insospechados. Nos recibían con los brazos abiertos y sentíamos el calor que nos transmitían.

En una parada para el desayuno en la cafetería, Merchi tomaba más cantidad de comida y con más ganas que en casa. El camarero tenía algo especial de lo agradable que era.
En la vuelta al hospital de día nos encontrábamos con los médicos tan cariñosos. En función de la duración de los tratamientos había días que tenía que comer y merendar también allí, y vaya buenas comidas las del hospital y qué puntuales. Eso sí, siempre con enfermeras, auxiliares y celadores a nuestro lado muy cercanos.

El personal de laboratorio acercaba los medicamentos con toda presteza, como si lo hicieran por primera vez y con ganas de contentar y animar a los pacientes siempre.
Tampoco se me olvida la farmacia del hospital. Los lunes y los jueves me acercaba a este lugar para recoger su alimentación o nutrición. Me atendían al instante. Así volvía pronto a casa para estar al lado de Merchi.

Y qué decir de la planta de cirugía. Aquí también todos estaban muy pendientes de ella y era fácil escuchar frases como “¡que viene de nuevo la señorita Merchi!”. De la supervisora no me atrevo a decir nada de tanto que tengo que decir. La quiere todo el mundo. Se lo tiene ganado con ese corazón.

Fueron muchas las intervenciones de cirugía y es en estos momentos cuando realmente sientes que estamos en manos de los médicos, los cirujanos. Son verdaderos héroes que ponen todo su empeño en nuestra curación.

Otro mundo igual que los anteriores es el de las consultas de Urología. Nos recibían de forma muy entrañable, entregados en su labor comprometida con la salud y no dejando a un lado en ningún momento su extrema calidad humana. Nos sentíamos muy seguros con ellos, siempre animándonos en cada paso.

Por supuesto que no me olvido de las Urgencias del hospital, cuyas visitas siempre han sido en situaciones delicadas cuando no podíamos hacer nada en casa. Aquí los celadores nos ofrecían muy pendientes el carrito, el paso por recepción era rapidísimo y en Triaje nos pasaban pronto a consulta, desde donde a veces pasábamos a enfermería. Luego, tratamientos y observación estaban muy coordinados con sanitarios siempre a nuestra disposición. El personal de la limpieza y la propia higiene de todo el hospital, dignos de reseñar.

En las visitas al ambulatorio siempre estuvo muy cuidada. Fue muy querida y apreciada por su médico de cabecera y también nos atendía con mucho cariño la enfermera de enlace. Cariño también reseñable en nuestras visitas al área de Oncología del Materno; a las de de Radioterapia, Nutrición, Nefrología y también Oncología del Carlos Haya;al Hospital Civil y a las distintas farmacias visitadas.

Se trataba de todo un gran equipo complementado en las últimas semanas por la ayuda a domicilio de la cual disfrutamos durante poco tiempo. ¡Qué buena ayuda y compañía la que tuvimos! Desde el primer momento fue personal como de la familia.

Y es que la sanidad es un mundo apenas conocido y muy poco valorado, y desde aquí quiero darle las GRACIAS a todo el personal citado y a los que haya podido olvidar. Ellos hicieron todo lo que pudieron por salvar a Merchi. Estuvo, sin duda, en las mejores manos y fue muy fuerte hasta el final.

Mi padre decía que Merchi era una mujer de bandera. ¡Ya ondeando está en el cielo esa bandera!

Y como recuerdo para honrarla, el viernes 1 de marzo se le dedicará una misa en la iglesia parroquial de San Miguel a las 19,30 horas. Sois bienvenidos todos los que la queríais.

ANTONIO MADRONA SÁNCHEZ

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