“Desocupado lector”*. Y no o digo en la más común de las acepciones, sino que para ser lector, al menos lo que yo pienso, hay que estar desocupado ya que la lectura es bastante ocupación para el intelecto.
Hoy me estreno como colaborador en este querido periódico y mirando a izquierda y derecha de mi columna no puedo más que sentirme enormemente honrado por compartir espacio con tan grandes colaboradores, y a la vez me llena de ilusión y ganas de plasmar en papel mis inquietudes y mis pensamientos.
Mi intención a través de estas líneas es poner un grano de arena en la difusión y el cuidado de nuestra lengua, la cual a veces maltratamos de forma consciente o inconsciente y no nos damos cuenta que es nuestro mayor tesoro. A través de ella podemos comunicarnos entre nosotros y con muchas otras personas del mundo.
No debemos olvidar que actualmente somos más de 460 millones de hispanohablantes a uno y otro lado del Atlántico y sería un auténtico desastre para todos que a base de extranjerismos, abreviaturas no convencionales y emoticonos dejemos de entendernos. Ok?, ¡uy, perdón!; ¿de acuerdo?
Por último no puedo dejar de dedicar un sincero pensamiento a alguien que aunque no tuve la suerte de conocer, tengo por seguro que habríamos hecho buenas “migas”. ¡Va por usted don Ángel!
(*Así empieza el prólogo del Ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha).