domingo 20 julio 2025
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Agradecimiento a todos los que me ayudan contra el cáncer

Hoy entiendo a mi padre y a los colaboradores del Periódico, cuando me dicen que no pueden resumir en la columna de opinión todo lo que tienen que decir. Y lo digo porque voy a emplear esta sección para contarles mi experiencia.

El próximo mes de diciembre, hará un año que comencé a tener unas molestias internas. Acudí a uno de «mis ángeles de la guarda» de mi lucha contra el cáncer, el doctor José Luque, quien en Urgencias me detectó una inflamación y me mandó al especialista, doctor David Fernández Alcaraz. Fueron unos meses de incertidumbre, y más cuando la dolencia no la compartes, y te la quedas tú y mi todo, mi mujer Lorena (no sé qué decirte por todo lo que me has ofrecido; sin ti, no lo podría haber afrontado).

Había dudas porque el tratamiento no hacía efecto, y contacté también con el doctor Norberto Macías, gracias también y ánimo. Y el primer viernes de Cuaresma, no lo olvidaré, lo temido se hacía realidad, tras verme el equipo de Urología desde Pilar Moreno Arcas, Eugenio Carmona Campos, Antonio Castro León hasta David Fernández Alcaraz, fue este último (David, nunca te agradeceré lo que me has ayudado, así como todo el equipo) el que se atrevió a decir que como los tratamientos no hacían efecto, podría ser un tumor. Y yo, sin pensarlo, dije que adelante, que procedieran a la operación. Y en ella, el doctor Hernández, me dijo: «¡Menos mal que hemos operado, era un tumor!»

Quiero agradecer al Hospital de Antequera por sus atenciones, que como la semana pasada dijeron Trini y Nacho, sólo salen cuando hacen algo mal. Pues yo me sumo a destacar su buena atención. Tuve buena suerte con todos ellos.

Recibí llamadas del científico Antonio Alcaide y del doctor José Leiva, a los que le agradezco su preocupación y atenciones, así como a quienes me facilitaron su llamada. ¿Para cuándo un gran reconocimiento de su tierra?

Y tras la operación, mi primera Semana Santa en casa, sin salir. Y ahí recibí el aliento de cuatro sacerdotes. ¡Lo bien que me han venido! Desde llevarme la Comunión en el Triduo Pascual los padres Antonio Ramos y Antonio Elverfeldt. Como las llamadas del carmelita Antonio Jiménez, o las confesiones del padre Antonio Aurelio. Me enseñaron a encontrar la Redención de Cristo en mi enfermedad. Mi Fe ha crecido, no se ha visto mermada por mi mal. Todo lo contrario: CREO más aún.

Y el Lunes de Pasión, lo que me temía, era un tumor y existía una metástasis, por lo que me mandaban al Carlos Haya de Málaga. El doctor Carabantes Ocón fue el que me recibió y me dijo lo de «Tómate un café que te vamos a internar para comenzar inmediatamente con un tratamiento de quimioterapia». Y así empezó una rápida Primavera y un fugaz Verano, que sólo Lorena y yo sabemos lo que ha sido.

Miren si he escrito cosas, pero no sé qué decirles. El móvil, los SMS, cartas, correos, visitas… cientos de atenciones de todos ustedes, preocupados por mi salud.

Y comenzaron los ciclos de quimioterapia, con el buen hacer y ánimo de Margarita, Pepa, María José y todas las enfermeras. Y ese otro «ángel de la guarda» del doctor Javier de Rojas, con sus visitas a cualquier hora para pincharme en casa.

Y quiso el destino que terminara días antes de mi Santa Eufemia. Y ¡vaya regalo de mi directiva, mis monjas, mis hermanacos, mis hermanos mayores y menores, mis cofrades, mi hermana banda de Triana! (Julio, hay que devolver el pañuelo). Y qué decir de mis compañeros de trabajo y profesión. Gracias por el apoyo en estos meses (lo bueno de lo malo, el nuevo fichaje).

Hoy, una vez recibidas las primeras buenas noticias por parte del doctor Carabantes (¡qué profesional, qué sencillo!), es cuando estoy pensando en lo que me podía haber pasado. Me dicen que estaré contento, pero no lo estoy porque me gustaría que los que no han podido superar el cáncer, hubieran tenido una segunda oportunidad como se me ha presentado a mí. No me olvido de mis tíos, sobre todo, y de lo que padecieron y ofrecieron mis tíos que les acompañaron hasta el último día. Y cómo no, de los que he compartido hospital estos meses, algunos de los cuales no están ya, o los que van a empezar (¡Vamos Rafa, vamos Trini!) o continúan con el tratamiento (¡Tú puedes, Paco, y la madre de mis amigos cofrades!). ¡Ánimo, ahora os toca a vosotros!

Una de las muchas cosas que he aprendido, es a ser positivo. Así, en este mundo que está lleno de hipocresía, mentiras, malas intenciones, ¿por qué no valoramos lo que tenemos, en vez de lo que no tenemos? ¿Han reflexionado alguna vez lo afortunados que somos por poder levantarnos cada mañana?

Tenemos que evitar llevarnos por esta pérdida de valores. Por ser tan egoístas. Quienes han padecido el cáncer, habrán experimentado que en esos días en la planta de oncología, nos quedamos solos, sin el día a día tan ajetreado que llevamos.

Me quedo sin espacio (¡menos mal que tengo twitter! ajguerrero_sol), y me habré dejado a mucha gente sin agradecerle lo que han hecho por mí. A ellos les digo que pienso ir uno a uno a agradecérselo en persona. Y a todos, que sigan ayudando a quienes lo necesitan. Yo me uno en mis oraciones a todos ellos, para pedir por tanta gente necesitada. Lo haré con los 37 rosarios, 217 estampas y todo lo que me habéis dado y se ha convertido en un santuario de fe, del que no me pienso desprender.

Y me vienen a la memoria las llamadas de mis padres, mis hermanos, mis sobrinos, mis monjas, las visitas y llamadas de gente que viene de vuelta de esta enfermedad…

Gracias y disculpad por las molestias. Entre todos, vamos a superar este mal, el cáncer, una enfermedad que nos debe unir, ante su adversidad.

ANTONIO JOSÉ GUERRERO CLAVIJO

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