Querida amiga Censi:
Nos has dado una lección de valentía y resignación ante los designios de Dios. Afrontaste tu final… un final que estaba ya… ése que a todos nos llega, pero no con la crudeza de cuando te dan, más o menos, la fecha.
El ser la mayor de seis hermanos en los años en que te tocó vivir tu niñez y juventud te condicionó ser como una segunda madre para los más pequeños, arrimando el hombro en la medida de tus fuerzas. Había que ayudar en casa, porque eras mujer.
Tú no has tenido hijos…, ¡tu gran pena!, y más que tu enfermedad y tu muerte te preocupaba el dejar a tu esposo Joaquín, compañero de toda la vida en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad. Te horrorizaba dejarlo tan solo…
Esa forma de ser, desprendida, valerosa, no temiendo tu dolor, sino el ajeno, pensando que dejabas a la persona que más te quería y a la que tú más adorabas. Nos queda tu ejemplo con la serenidad que has afrontado el calvario por el que has tenido que pasar. «He aquí la esclava del Señor… pasaré por donde Tú quieras». Nuestro Cristo de Mayor Dolor te tendió su mano para que «el camino» se hiciera más corto… ese camino de espinas que tan largo podía haber sido…
Desde el lugar donde te encuentras estamos seguros que estás velando por tus seres queridos, especialmente por Joaquín.
Recordándote, tu amiga
CARMEN ROSA NEGRILLO STENGEL