Ana, dormida en su cuna
con arrullos de su madre
bonita como
una abrileña luna
y una perdiz entre olivares.
Las musas de la orfebrería
donaron para hacer
un sonajero
la esencia de plata fina
que su padre con amor
y con esmero
está labrando «pa» su hija.
Ana un trocito de cielo
fuente de ilusiones y alegrías
para sus padres y abuelos.
Le dedico a vuestra hija
el sentir de mi rimar
que Dios la guarde en la vida
y nunca le alcance el mal.
Que de miel sea su sendero
por la senda del vivir
hoy le deseo con mis versos
y por siempre sea feliz.
Es el sentir de este abuelo
para Ana sin mentir.