Mi amigo, un maestro de Escuela
una petición me hacía,
con culto y respetuoso vocabulario:
que, por favor le hiciera
con esmero una poesía
para la Virgen del Rosario,
la luz que en la vida le guía,
con su Hijo en el regazo.
Y pasa volando el tiempo,
diez meses del calendario
han pasado en un momento
y el siete de octubre extraordinario,
con fe y con recogimiento,
la sacan en procesión:
magistral salida del templo,
el himno nacional sonando al viento,
Santo Domingo, citarilla ¡ojo!, con tiento
Contemplarte es maravilla.
Entrando en calle Pasillas,
tu aura cofradiera,
emociona a las tulipas,
los arbotantes y a las velas.
Es soleá y seguiriyas,
cuando al llegar a las Peñuelas
treinta y dos hermanacos con esmero,
en el testero, te rezan.
Bajan Carreteros
dando “mecías” que es “pa” verlo.
Y al llegar a la calle Estepa,
“¡Viva la Virgen del Rosario!”,
gritan los hermanacos al cielo,
mezcla de humildad y grandeza.
Suben Cuesta zapateros,
San Sebastián atrás se queda,
torciendo por calle El Viento,
la citarilla y a su templo
que en Santo Domingo espera.
Ya ha hecho su itinerario
la Virgen Santísima del Rosario,
en octubre por calles de mi Antequera.
He cumplío lo prometío
a aquel Maestro de Escuela,
que lo aprendí siendo un crío
de mis padres en su maneras.
RAFAEL LADRÓN DE GUEVARA