El 15 de julio de 1886 se produce la compra del Dolmen de Menga por parte del Estado, sin duda, un hito que puede servir de punto de partida de la importancia que estaba adquiriendo el monumento megalítico dentro de la comunidad de investigadores.
Antes de la compra por el Estado, encontramos bastantes alusiones sobre Menga, centrándose en su descripción y ubicación. En este sentido hay que destacar la “Historia de Antequera desde su fundación hasta 1800” obra de Cristóbal Fernández publicado en 1842 o la obra “Historia de Antequera” de Trinidad de Rojas. Sin embargo, la publicación en 1847 de la obra “Memoria sobre el templo druida hallado en las cercanías de la ciudad de Antequera” de Rafael Mitjana marcará un hito importante para futuros estudios.
Dentro de esta oleada de estudios sobre el Dolmen, el Estado decide la adquisición del monumento en 1886, otorgándole la categoría de Monumento Nacional. Gracias a una copia de la escritura de esta compra, podemos seguir los diferentes pasos que se siguieron en este proceso.
El documento de la compra se inicia con una descripción de la ubicación del monumento, acotando el terreno que ocupa la parcela donde se encuentra el Dolmen de Menga. Según Rafael Mitjana y Manuel de Góngora, en su descripción del Dolmen, destacan “que se halla orientado y tiene la puerta al Este calculándole el peso de las cinco piedras que cubren el monumento en treinta y cinco mil seiscientas treinta y dos arrobas”.
Las tierras que ocupa el monumento pertenecen por herencia a Manuel Ramón Zarco del Valle y Espinosa de los Monteros, según testamento de su esposa María Luisa Guerrero de Torres otorgado en 21 de enero de 1851. Así como “la parcela que sirve de entrada a la cueva la adquirió a Joaquín de Rojas y Rojas por escritura de 25 de Junio de 1851”.
Según se detalla en este documento, la venta se produce por iniciativa del propietario, quien consciente de la importancia y valor singular del monumento, el 14 de abril de 1855, acude al Ministerio de Fomento indicando que tenía la posesión del monumento. Ramón Zarco, ante esta situación, consciente “de la remotísima antigüedad… eran dignos de la pertenencia a la Nación”. El propio Ministerio solicita un informe a las Reales Academias de la Historia y Bellas Artes de San Fernando y al inspector Jefe del Museo Arqueológico Nacional para constatar la importancia del Dolmen de Menga.
El informe de los citados organismos llega entre los días 22, 23 y 24 de junio de 1885 aconsejando la conveniencia de adquirir el monumento, pero no podían establecer un precio de tasación. Al carecer de una tasación, el Estado solicita al propietario que establezca un precio de venta. Ramón Zarco convencido de la importancia del monumento, en comunicación con el ministerio del 15 de Julio de 1885, establece la cantidad 25.000 pesetas. Se acordó la venta al precio indicado.
Un dato a destacar se centra en la inexistencia de crédito dentro del presupuesto asignado ese año para la adquisición y reparación de patrimonio. Por lo que se acordó obtenerlo del presupuesto establecido para Subvenciones a los Ayuntamientos de los sueldos de maestros. Se aprobó por consejo de ministros de 7 de enero 1886. Por Real Orden de Junio de 1886 el Dolmen de Menga adquiere la categoría de Monumento Nacional.
Sin duda, un documento relevante por la importancia que supone la adquisición del Dolmen de Menga por parte del Estado, lo que conlleva su calificación como Monumento Nacional además de una protección que, quizá, en manos privadas, no hubiera sido tan efectiva.
Una decisión acertada y cuyos frutos estamos a punto de recoger gracias a una magnífica labor desde todos los ámbitos, otorgándoles a los Dólmenes de Antequera el lugar que merecen. Ahora, 130 años después de su calificación como Monumento Nacional, esperemos alcanzar la definitiva declaración como Patrimonio de la Humanidad por parte de la UNESCO.
(Copia conservada en Biblioteca Cánovas del Castillo — Colección: Legado Temboury. Archivo de documentos — Signatura: TEM_Doc_15_71_1.7 )