Vivimos en un mundo en el que más de uno (y de dos y de tres) busca ganarse la “medallita” en pro de la igualdad. Estamos todo el día hablando de equidad, de igualdad real, de portavoces y “portavozas”.
Como en todo, las palabras quedan en nada si en nada queda el ejemplo. Y hoy voy a dar datos, más que razonables, para hacernos ver que no se trata de “tener al mejor, da igual que sea hombre o mujer”, porque, queridos, no da igual.
Esta semana conocíamos el Consejo Asesor para la Innovación en la Justicia, para impulsar la transformación digital de la Justicia. Debe ser que a la mujer no se le da bien el tema, porque en la “foto de familia” apenas aparecía una, frente a doce hombres. Supongo que serán los Steve Jobs del futuro. O algo así, ¿no?
Por su parte, el Gobierno de España hace tiempo que dejó la igualdad a un lado. En sus filas, contando al presidente del Gobierno, podemos ver a cinco mujeres y, sorpresa, nueve hombres. Vale, hasta ahí puede parecer normal, ¿por qué no vamos a tener más hombres que mujeres?
Vámonos un poco más cerca, la Junta de Andalucía. Sí, esa administración que capitanea una mujer. Ahí, seis son las féminas (incluyendo a la presidenta) y ocho los hombres. ¡Paren máquinas! Vamos a extender este ejemplo a la Unión Europea. Quizá donde más reconocible resulta este ejemplo: 27 hombres forman parte del mismo, entre ellos, el presidente de la Comisión y el del Consejo. Y, ojo, solo tres mujeres.
Entiendo que siempre, y así lo defiendo, debe sobreponerse el mejor, independientemente de si es hombre o mujer. Pero, ¿de verdad el hombre es siempre mejor que la mujer? Ahí quedan los datos. Lean entre líneas. Menos palabras y más ejemplo.