El villancico es una composición de naturaleza popular que solían cantar los villanos o habitantes de las villas, generalmente campesinos o pertenecientes al mundo rural. Se solían cantar en las fiestas populares y no tenían una temática fija, sino que hacían referencia a los acontecimientos más importantes que se iban sucediendo en la localidad y, según Samuel M. Stern, sus primeras manifestaciones aparecen en las cancioncillas mozárabes del siglo XI.
Históricamente está demostrado que la Navidad, esa fiesta religiosa en la que los cristianos celebran el nacimiento de Jesús, está relacionada con el solsticio de invierno en el que, en torno a los días 21 y 22 de diciembre tiene lugar la noche más larga y comienzan a alargarse los días.
Se podría decir que el sol triunfa sobre la oscuridad y, según R. Cohen: “Prácticamente todas las culturas tiene una forma de celebrar ese momento”. Era la celebración del “Nacimiento del Sol invicto” que en Roma coincidía con la fiesta de las Saturnales, cuya característica principal era la de hacerse regalos entre las personas y disfrutar alegremente comiendo y bebiendo.
La Iglesia Católica nunca celebró la Navidad hasta que el emperador Constantino, que reinó entre los años 306-337 y fue el que convirtió el Catolicismo en la religión del Imperio Romano, la implantó en el día 25 de diciembre y fue, para Ramón Teja: “Una fusión del culto solar con el culto cristiano”.
“Veinticinco de diciembre,
fun, funfun;
veinticinco de diciembre,
fun, fun, fun.
Un niñito muy bonito
ha nacido en un portal;
con su carita de rosa,
parece una flor hermosa,
fun, fun, fun”.
Este hecho, debió impactar entre los campesinos tanto que hicieron que sus cantos de villa o villanos, tuviesen un solo tema: el religioso y, más concretamente, todo lo relacionado con la Navidad o el nacimiento de Jesús, que pasó a ser el Dios “Creador de la luz”.
De ahí que, durante siglos, desde el cuarto después de Cristo hasta nuestros días, los cantos populares, los villancicos, se hayan convertido en cantos religiosos relacionados con la Navidad, la huida a Egipto o la adoración de los Reyes Magos, de tal manera, que podríamos hacer una reconstrucción de nuestra celebración más alegre y festiva, a través de los Villancicos populares.
Tenemos que tener presente que el hecho de que cada año, por estas fechas, se celebre la Navidad, apócope de Natividad, o sea, el nacimiento de Jesús, no puede tener visos de ser real, de ahí que se cante:
“Esta noche, nace el Niño
y es mentira que no nace.
Estas son las ceremonias
que todos los años hace”.
Y partiendo de este hecho, a través de estos cantos religiosos, se nos va haciendo un recorrido por la historia de Jesús, que conocemos a través de los Evangelios y de la tradición cristiana.
Los primeros villancicos aluden a la Anunciación del Ángel:
“La Virgen estaba leyendo,
en el libro de Israel;
se presentó san Gabriel
en su celestial bufete.
Muy humilde y reverente,
le dice a María:
-De tu sangre pura
nacerá el Mesías.
–¿Cómo ha de ser esto,
si no conozco varón?
¡Imposible conocerlo,
tengo voto dado a Dios!”
“Cuando el Eterno
se quiso hacer niño,
le dijo a un ángel
con mucho cariño:
-Mira Gabriel,
anda y ve a Galilea,
donde hallarás
una pequeña aldea.
Hay una casa,
que de David viene,
hay una niña
que quince años tiene.
Está casada
con un carpintero,
mas, aunque es pobre,
así yo la quiero.
Dale recado,
que dé mis favores,
que de ella quiero
todos su amores.
Dile si quiere
en su cuerpo hospedarme,
que de ella quiero
tomar carne y sangre”.
Y, por consiguiente, como es humano, surgirán los celos en San José, por el preñado de María, su esposa:
“San José que vio a su esposa
que dentro se le notaba,
empezó a tomar celos,
sin saber lo que pasaba.
¿Qué es esto que veo,
mi esposa preñada?
–Pues mira, esposa querida,
yo me voy a tener que ir;
que no quiero
que en el pueblo
hablen mal de ti y de mí”.
Coge su ropa, y se marcha, pero el cansancio le hace descansar y dormirse. Entonces se le aparece un ángel:
“Bajó un ángel del cielo
y el Señor le reveló:
Que el preñado de María
era obra de Dios.
Se levanta alegre
y a sus pies se postra
y perdón le pide
a su amada esposa”.
Pero, según la historia, san José y la Virgen no tienen sitio para que ella dé a luz y emprende una marcha para buscar posada:
“La Virgen y san José
han emprendido su marcha.
Caminan hacia belén,
pisando nieve y escarcha.
Cómo reconocen
a esos pasajeros:
Un padre amoroso,
la Virgen María
que lleva en su seno
al mismo Mesías.”
“En un borriquillo,
van para Belén
la Virgen María
junto a san José.
Y siendo santos, señores,
pasan fríos y calores”.
Solicitan posada, pero no les atienden:
“Le dicen al posadero,
que por caridad le den,
posada para esa noche,
que el Niño quería nacer”.
Algún posadero podría haberle ayudado y no lo hizo, por eso:
“Al que negó la posada
al bendito san José,
al meterse para adentro,
se le descompuso el pie.
En la cuadra se metió,
sin saber por dónde iba
las patadas delas bestias
le rompieron las costillas.
Esto sucedió
con el mesonero,
por negarle la entrada
al Divino Verbo”
La Virgen, encinta y a punto de dar a luz, no podía caminar más:
La Virgen y san José
iban por su romería;
la Virgen iba cansada
y dar un paso no podía.
-¡Camina, Virgen María!
–Ay, san José, que no puedo!
Vengo cansada y rendida
y a dar un paso no me atrevo.
La Virgen va caminando,
va caminando solita;
y no lleva más compaña
que el Niño en su barriguita.
Nadie les da posada y tienen que cobijarse en un pobre portal que albergaba una mula y un buey y allí nació Dios:
“Iban caminando
y se han encontrado
un triste portal,
muy bien arreglado”.
“Por cuna tiene un pesebre;
por cortinas, telarañas;
por crías, dos mulos
y un buey, por palacio
una cabaña”.
Y allí, sin medios para que naciera un niño, nació Dios, nuestro Redentor:
“Entre un buey y una mula,
Dios ha nacido;
y en un pobre pesebre,
lo han recogido. “
“En un portalito oscuro,
llenito de telarañas,
parió la Virgen María
al Niño de sus entrañas”.
Y así lo reconocieron:
“Tú eres el Niño Divino
que el mundo entero
esperaba;
que nació a la medianoche,
mientras el gallo cantaba”.
“¡Resuenen, resuenen,
porque ya nació;
entre humildes pajas,
el Hijo de Dios!
“Lo coge José,
lo estrecha en sus brazos,
lo abriga en su pecho
para calentarlo.
La Virgen se asombra
de ver tal bondad.
En un pesebrito,
que limpió José,
le hizo la cama
a su Redentor;
en ese pesebre,
en ese portal.”
Los padres carecen de todo:
“La Virgen no tiene aguja,
ni hilo para coser;
ni dedal para su dedo,
ni canastilla para coser.
De la pluma de un jilguero,
san José hizo una aguja;
de los copitos de nieve,
hilo para su costura”.
Así, la Virgen costurera y José carpintero, hicieron lo que pudieron:
“José como es carpintero,
le hará al Niño una cunita;
la Virgen que es costurera,
le va a hacer una camisita”.
Pero los pastores, avisados por un ángel, acuden para socorrer al recién nacido, llevándole todo lo que pueden y tienen a su alcance:
“Todos le llevan al Niño
yo no tengo que llevarle;
le llevaré una zambomba,
que se la toque su madre”.
“Iban caminando,
todo los pastores
llevan instrumentos,
pitos y tambores
para el rey del Cielo
que van a dorar.”
“Vienen los pastores
de cuidar el ganado;
se encuentran a Dios
de frío temblando.
Unos le echan los capotes,
otros marcharon por leña
para calentar a Cristo,
creador de cielo y tierra.
Y al Niño de Dios,
como es tan hermoso,
nada le faltó
al Todopoderoso”.
Y cada pastor le iba ofreciendo lo que tenía a su alcance:
“Si el Niño tiene frío,
ahí lleva mis calzones;
que se los ponga el Niño,
que a mí me están culones.
Si el Niño tiene frío,
ahí lleva mi chaqueta;
que se la ponga el Niño,
que a mí me está
muy estrecha.
Si el Niño tiene frío,
ahí lleva mis zapatos;
que se los ponga el niño,
que yo andaré descalzo”.
Y hasta llegaron a hacer fiesta:
“Con guitarras y violines,
tambores panderetas,
cantándole una coplilla,
queda su madre contenta”.
También comieron:
“Hicieron unas migas
en un caldero,
en un caldero.
Muchachas y muchachos
todos comieron,
todos comieron”.
Pero la vida sigue en el seno de esta familia pobre y con un recién nacido. De ahí que la Virgen tenga que lavar y, sobre todo, vestir al Niño:
“La Virgen vestía al Niño
y le ponía el camiso;
y san José le decía:
-Tú eres el Rey de Egipto.
La Virgen vestía al Niño
le ponía el pañal
y san José le decía:
-Tú eres el Rey Celestial.
La Virgen vestía al niño
y le ponía el culero
y san José le decía:
-Tú eres el Rey del Cielo.
La Virgen vestía al Niño
y le ponía la meera;
y san José le decía:
– Tú eres el Rey de la tierra.
La Virgen vestía al Niño
y le ponía la reata;
y san José le decía:
-Tú eres el Rey de las almas.
Sin embargo, no todo era alegría en los villancicos. A nadie se le olvidaba que había unas profecías que se tenían que cumplir y también se nos recordaba en los cantos populares de Navidad:
Esta noche va a nacer
Manolito, el de Jesús:
para la Semana Santa
ha de morir en la Cruz.
Al Niño Divino,
que hoy quiere nacer,
cantemos alegres
con amor y fe.
Él es nuestra dicha,
él es nuestro bien;
que por darnos gloria
vino a padecer.
En esta noche se cumplen
las divinas profecías,
que a los pueblos
anunciaron
la llegada del Mesías.