Retomando las líneas de la primera parte de este artículo, tras el inicial estallido de la revolución de 1868 y su impacto en Antequera, ahora toca desgranar algunas medidas más concretas que se llevaron a cabo en la ciudad. Instalado el nuevo gobierno en la Corporación Municipal deciden adoptar las medidas más acordes con el propio momento histórico que vivía el país en consonancia con las premisas dispuestas por la Junta Revolucionaria.
En primer lugar, se adopta, siguiendo las propias palabras expuestas por el alcalde “la ley de 3 de febrero de 1823 al ser la más liberal y que se ajustaba a las ideas expresadas en este movimiento”.
Tomando como punto de partida este marco legal, entre las medidas adoptadas destacan la elección de representantes del Síndico. Para dicho función se eligieron por unanimidad a Francisco Hernández y Gerónimo de Vida y Navas.
La nueva realidad también conlleva modificaciones en anteriores cargos para adecuarlos al nuevo paradigma. De esta forma, en posteriores sesiones municipales se acuerda poner en marcha diferentes medidas como por ejemplo relevar a los actuales serenos de sus cargos al carecer de la confianza necesaria. Para ello, se publicó un bando abriendo el período de inscripción para solicitar estas plazas de serenos, ahora vacantes. Finalmente, deciden el nombramiento de Pedro Bernal como cabo de Serenos.
También se procede a la eliminación de la ronda municipal, sustituyéndola por seis guardias de la ley y un Cabo, prefiriendo a licenciados del ejército que hubiesen tomado parte activa en el movimiento revolucionario.
Las nuevas medidas buscan configurar los principales cargos municipales. Para ello, se eligen entre otros cargos, los siguientes:
– Nuevos miembros para la Junta de Beneficencia.
– El nuevo encargado del Pósito que recayó en la figura de Francisco Delgado López.
– Manuel Gallardo Bermúdez es elegido encargado del alumbrado municipal.
– Baltasar Martínez Durán es designado como encargado de los Paseos Públicos.
– Francisco Trujillo Ramos es elegido como encargado del cementerio.
– Para el cargo de capellán municipal se optó por el nombramiento de Juan Bermudez, “por sus cualidades y servicios prestados a las causas de la Libertad”.
Junta esas medidas para configurar el nuevo modelo de ayuntamiento, también se adoptan otras medidas referentes al abastecimiento de las primeras necesidades de la población. Para ello, se publicó un bando que recogía estas medidas:
– En referencia a los panaderos, tienen que vender el pan conforme a un peso contrastado.
– Los vendedores de aguardiente, licores y leche deben tener un peso que se pueda contrastar para evitar la adulteración.
– La Ciudad establece un peso de público en la carnicería pública bajo vigilancia de un Guarda de la Ley, para contrastar el peso de la carne comprada.
Por su parte, el recién nombrado Gobernador Civil de la provincia remite una carta al consistorio, el 24 de octubre de 1868, donde insta a José Antonio de Aguilar para que proceda a disolver las Juntas hoy existentes y constituya los ayuntamientos con la finalidad del sostenimiento del orden público. Del mismo modo, alude a la necesidad de buscar soluciones a los problemas de urgencia del momento:
– Falta de trabajo de los jornaleros. Para ello el Ayuntamiento acuerda un proyecto de suscripción entre las personas más pudientes para dar trabajo a los jornaleros basado en la realización de las obras públicas más urgentes.
– Unificación de las órdenes religiosas según disposición emanada del Gobierno Provisional, así como la disolución de aquellas comunidades creadas con posterioridad a los decretos de Cortes de 1837. Una de las medidas adoptadas consiste en la demolición del convento de Madre de Dios cuando fuera desocupado por las monjas debido al estado ruinoso en que se encontraba.
– Apertura donación voluntaria entre la población para hacer frente a las calamidades que asolan a los más necesitados- Reparto de trigo entre los más necesitados.
– Creación de la Junta Local de Primera Enseñanza.
Así comienza la andadura de la nueva corporación local bajo los nuevos designios que han llegado al Gobierno del país. Nuevas ideas que intentan buscar solución a los problemas más urgentes, pero que no gozarán de la continuidad adecuada para comprobar su grado de consecución de objetivos.
Una de las características fundamentales del siglo XIX en España: la fugacidad de los gobiernos y la constante alternancia de ideas políticas, lo que impedirá consolidar un proyecto de gobierno sólido que pueda desplegar unas medidas adecuadas en el tiempo. Esta propia realidad nacional tiene su propia plasmación en el gobierno local de nuestra ciudad.