Tal vez no me haya percatado de que estamos con experimentos, de que España se ha convertido en la caja donde todo tiene cabida venga de donde venga y venga de quien venga. Viene esto a colación de la visita que Otegi realizaba el pasado día 18 de mayo a la ciudad condal.
Barcelona en manos de Ada Colau y por tanto coladero de tantas cosas y experimentos, arropó como nadie hubiera imaginado a todo un líder de la banda ETA. Lo hizo con honores de un hombre de Estado. El líder de la izquierda radical se dio un auténtico baño de masas ante una Cataluña que lo recibía como a un héroe.
El movimiento del 15 M puso en la calle a un importante número de personas que a priori promovían una democracia más participativa. La visita de Otegi debía haber ido más allá. Las calles debían haberse cortado para que este hombre no hubiera pasado. ¿Qué nos queda por ver en España? ¿Dónde vamos a colocar los adjetivos de ética y moralmente correcto? Se hace difícil dar una respuesta.
La visita de Otegi a Barcelona no sólo ha dejado escritos, sino imágenes y vídeos que deben ser vomitivos para cualquier ser humano con un poco de raciocinio. No hay que derrochar empatía, únicamente tener sentido común para entender que la visita del líder de Sortu es todo un desafío al hombre, al horror de tantos y tantos familiares que han visto cómo muchos de los suyos caían víctimas de crueles matanzas de una banda militar, de gentes sin corazón, sin ideas, únicamente con el terror por bandera.
Presente tengo a diario que la separación de poderes se recoge en nuestro texto constitucional, pero no tan claro veo que se lleve a efecto. No voy a cuestionar el quehacer de cada uno de ellos, pero el poder judicial necesita un chequeo urgente y de gran calado. Se hace inconcebible que quien ha hecho apología y enaltecimiento del terrorismo haya burlado la acción de la justicia en numerosas ocasiones, y se haya convertido en todo un líder para una tierra como Cataluña que tiene a la misma España contra el burladero.
Ahora bien, en una España de experimentos todo tiene cabida. Pronto tendremos a la fuerza que desarrollar miles de ensayos para salir del callejón con difícil salida en el que hemos entrado. ¡Tiempo al tiempo!