Está todo a punto, ¿no lo escuchan? La maquinaria electoral ya ha encendido sus motores en cada rincón de nuestro país y empieza a sonar con fuerza la precampaña.
Qué curioso, parece que cada cuatro años tengamos un Déjà vu en el que terminan ocurriendo las mismas cosas.
El político de turno, que hemos tenido que aguantar durante cuatro años, se vuelve más dócil y a la vez más crítico, más dócil porque sabe que tiene que estar con “su” ciudadanía, y más crítico porque teme que salte la chispa por algún remoto rincón periodístico y se termine encendiendo la llama y perdiendo el poder.
El Déjà vu continúa cuando te das cuenta de que el poder vuelve avariciosos a los políticos, aunque no a todos; pero, sin embargo, cuando se avecinan unas elecciones vuelven a mirar al ciudadano y sus problemas, ¡vaya cosas!
Vivimos en un país de ciclos que nunca terminan, se podría decir aquello, modificando un poco el dicho, que “año de elecciones, año de bienes”.
Bajan los impuestos, se inauguran aeropuertos por encima de nuestras posibilidades, mejora la economía (o eso dicen)…
Resumiendo y volviendo a lo de antes, “no hay que tocar nada, no vaya a ser que salte la chispa”, y mucho menos durante este año, con elecciones nacionales, autonómicas y municipales a la vista.
¿Saben el problema de todo esto? Seguro que se han dado cuenta. El político no sólo tiene que estar con su pueblo en año electoral, tiene que estar siempre y puede que ya sea demasiado tarde.