viernes 22 noviembre 2024
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Una ocasión perdida

El pasado 26 de noviembre se celebró en nuestro pueblo la jornada de las Academias Andaluzas. Tuve el honor de pronunciar la conferencia de apertura del Curso Académico 2011-2012 en un solemne acto público cuyo escenario fue la iglesia de San Francisco, sede de la Cofradía de los Estudiantes que tanta innovación, vitalidad y brillantez ha traído a la Semana Santa de Antequera desde su creación, allá por el año a 1960.

Quise estar en Antequera con antelación ante tan señalado día para palpar el ambiente y sumergirme en esos días académicos. ¡Qué mejor lugar para respirar cultura que el archivo histórico! Allí, en el antiguo Pósito me refugié para leer y estudiar al padre Feijóo, a Arthur Kornberg y a Horace Walpole, este último a través de Richard Boyle. Ellos me ayudaron a combinar los ingredientes de la conferencia que quería ofrecer a los académicos venidos de distintos lugares de Andalucía y a mi pueblo. Y así lo hice.

Debo confesar que no he encontrado esta vez a la Antequera de su mejor rostro, a la Antequera que difunde a través de sus medios la celebración de cualquier acontecimiento importante para la ciudad, a esa Antequera que sabe entregarse para agradecer la visita de quienes vienen de otros lugares. Y esta vez, esos visitantes, eran los embajadores de la excelencia académica: ¡los representantes de 27 Reales Academias Andaluzas!

Era un día para recordar los viejos tiempos en los que nuestro pueblo fue calificado de Atenas Andaluza, como señaló el Presidente de nuestra Real Academia de Nobles Artes. No fue la Antequera de este 26 de Noviembre del 2011 esa Antequera acogedora, agradecida y de brazos abiertos que merecía la amplia representación del mundo académico que vino a nuestro pueblo a «dar brillo y esplendor» en un acto público y abierto a todos. Eché en falta ese día entusiasmo, entrega, generosidad, esfuerzo e ilusión, justamente los atributos que yo he aprendido en tantos años dedicados a la investigación. Y eché en falta el convencimiento de que estábamos viviendo una jornada histórica.

En mi conferencia, traté de plasmar la realidad de dos mundos lejanos que deben acercarse: el de la Ciencia básica y el de la Ciencia Clínica, esta última, en mi opinión, una mezcla de Ciencia y Arte. Y expliqué que el término traslacional, traducción del inglés translational, se está integrando en el lenguaje biomédico actual como el puente de unión necesario entre esos dos mundos distantes.

En mi viaje a Boston de ayer he tenido tiempo de reflexionar sobre los «pequeños mundos lejanos» que he podido percibir en Antequera, durante y alrededor de la fecha del 26 de noviembre. La ausencia de – como se suele decir – las máximas autoridades civiles y militares y de los representantes de los estamentos sociales más relevantes de la ciudad en el acto central abierto ha sido flagrante. Puede que el protocolo haya fallado y nadie, ni siquiera los propios académicos antequeranos, tuvo tiempo de modificar su agenda para dedicar esa mañana del sábado en su totalidad a agradecer con su presencia física a los académicos andaluces, en la persona del Presidente del Instituto de las Academias de Andalucía, su venida a Antequera.

Puede –preferiría que no hubiera sido así– que el acto académico y toda la jornada no hayan sido considerados con la altura e interés comparables a otros actos ya programados por otras entidades para ese mismo día. Finalmente, me resisto a pensar que la organización de esta jornada haya sido motivo de discrepancias institucionales dentro de nuestra Antequera, ciudad elegida para ese magno acto. Sea lo que fuere, creo, en definitiva, que ha sido una ocasión perdida para que Antequera hubiera podido mostrar su lado bueno, su aprecio y respeto por el mundo académico, su compromiso con la Cultura -con mayúscula- y su apoyo a nuestra Real Academia de Nobles Artes.

 

ANTONIO ALCAIDE, Académico Correspondiente de la Real Academia de Nobles Artes de Antequera, Boston, 2 de diciembre

 

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