Llega agosto y mis recuerdos me devuelven una imagen de cuando era pequeño, impregnada en ese olor que la ciudad emana ese mes cuando se acerca su feria “grande”. Esas vacaciones, que devuelven a la tierra, a aquellos que se marcharon, pero que siempre retornan porque la tierra donde uno nació, nunca se olvida. Y entre esos recuerdos infantiles viene una imagen de caballistas, carruajes elegantemente adornados.
Una multitud de gente concentrada en torno a la Plaza de San Sebastián, destacando las mujeres ataviadas con trajes de gitana, con los más pequeños, todos portando flores.
Ese recuerdo proviene de una tradición, por desgracia hoy desaparecida, que tenía lugar en las vísperas de la Real Feria de agosto, la ofrenda floral a Nuestra Señora de la Paz. De esta forma aparece narrada en la edición de El Sol de Antequera de 13 de agosto de 1983 “…la directiva de la Cofradía de Abajo organiza un año más actos para honrar a Nuestra Señora de la Paz. Habrá concentración de oferentes en plaza San Sebastián. Subida por la Cuesta de la Paz hasta la Basílica. Con ofrenda floral, misa rociera y después desfile hasta la Caseta de la Airosa…”.
Un acto que se repetía anualmente, anunciando la llegada de la feria, contando con bastante participación como lo indica El Sol de Antequera, en su edición de 31 de agosto de 1985 “…en la tarde del 17 de agosto no se cabía literalmente en la plaza de San Sebastián. La Cofradía de Abajo tuvo la buena idea de institucionalizar esa tarde víspera de la feria un homenaje a la Virgen de la Paz…Con ofrenda floral y salve. Cientos de mujeres antequeranas vistiendo el traje de faralaes en unos casos y en otros el típico traje antequerano portando miles de flores acudieron a los pies de la Virgen, radiante desde su camarín… Salve rociera y cantos festeros, y luego recorrido desde la Basílica hasta la Caseta la Airosa….ocupaba entera la calle Estepa con carretas, carrozas, coches de caballos y mucha gente a pie, cantando y prestando una estampa de singular belleza a la calle principal de la ciudad, inundando de alegría el ambiente, anunciando a los cuatro vientos que comenzaba la feria de Antequera”.
Magnífica crónica que refleja el seguimiento de este acto y su buena acogida como digno preámbulo religioso a la Feria de agosto. También se aprecia que el acto se va adecuando, modificando aspectos e incluyendo otros para honrar con más estilo y elegancia la ofrenda floral y eucaristía que se celebraba en honor de Nuestra Señora de la Paz. Así por ejemplo acuden coros de cierto renombre dentro de la provincia como el coro Rociero de los Bandoleros de Ronda que acude a la festividad en 1984.
Un momento importante para la Archicofradía llega en 1992 cuando se produce su retorno al templo tras la conclusión de una parte de las obras. Una vuelta añorada tras el periplo de sus Sagrados Titulares por diferentes iglesias de la ciudad. Para esta ocasión se decide plantear algo distinto “gran cantidad de devotos se congregaron en los alrededores de Santo Domingo para asistir a la ofrenda floral y misa rociera que la Cofradía le dedica a su Titular una vez que volvió a su Templo. A la entrada principal se había montado un altar donde la Virgen lucía saya y manto de colores pardos, en una singular estampa inédita en las presentaciones de la bellísima imagen. A las 20,30 horas comenzó la Eucaristía donde actuó con notorio gusto el grupo de cantores de la parroquia del Carmen. Tras la Eucaristía con vibrante plática mariana del capellán de la Cofradía se siguieron ofreciendo ramos y flores, terminado a lo cual se formó una larga fila de mujeres vestidas de gitana con algunos caballistas y algunas carrozas dirigiéndose hasta la Zona de las Casetas de esta hermandad, la Airosa, que así quedaba oficialmente inaugurada tras este preámbulo de homenaje mariano”.
Una celebración que por desgracia no se ha mantenido en el tiempo donde se conjugaba la parte religiosa previa a la celebración festiva de la feria y que hoy recordamos gracias a la hemeroteca de El Sol de Antequera que inmortalizó ese momento que nuestra retina pudo contemplar.