Que nadie se ofenda por los tópicos tan tópicos. Ya saben que Galicia es una tierra rica en cultura, en mar, en verde, en tradiciones, que nos ha dado mucho. Pero también nos ha dado al más galleguiño de todos: Mariano Rajoy. El “sí pero no” ejemplificado y elevado en su máxima potencia.
En la última, quizá haya ido ir más allá incluso que lo que se expone en la propia Constitución Española: aceptar el encargo del Rey para someterse a votación, sin comprometerse a acudir al debate de investidura en el caso de que no logre las garantías necesarias de obtener el apoyo del Congreso de los Diputados.
Traduciendo para todos los públicos: pese a decir “sí” este jueves 28 de julio al Rey de España, declinaría la oferta de someterse al debate de investidura en el caso de no obtener más apoyo que el de sus propios 137 diputados. Y eso, querido Rajoy, me temo que significaría volver a darle otra vuelta de tuerca a nuestra Constitución tras rechazar el ofrecimiento del rey tras las elecciones del pasado 20 de diciembre, cuando aludió la falta de entendimiento y acuerdos con el resto de partidos políticos.
Un sometimiento a votación al que Rajoy debe ir si no quiere ganarse más enemigos. Pero, ¿qué dice la Constitución? ¿Deja claro que la respuesta afirmativa a Su Majestad obligue al candidato a afrontar su investidura? En su artículo 99 aclara que éste, en este caso del PP, “expondrá ante el Congreso el programa político del Gobierno que pretenda formar y solicitará la confianza de la Cámara”. Parece claro, aunque nuestro Presidente dude, como lo hace con muchos otros asuntos, e interprete la Carta Magna de otra manera. A conveniencia quizá.
Y ahora que Rajoy ha dicho “sí pero no” al Rey. ¿Qué debemos esperar? Si las negociaciones no fructifican, Ciudadanos se abstendrá, mientras los socialistas dirán no, lo que seguiría bloqueando una situación ya de por sí bastante complicada.
Nos queda esperar, una vez más, a que el Rajoy más gallego se ponga a negociar una investidura que puede decidir nuestro futuro Gobierno o que, a unas malas, nos deje de nuevo en el abismo. Necesitamos un presidente fuerte, decidido y con alma dialogante. ¿Cuándo tocará?