Vivimos ya en un mundo globalizado donde ha cambiado el tradicional modelo comercial en el que el proveedor ejercía como controlador de la compra ante un escéptico comprador carente de “multipropuestas” y comparar precios. Como en Antequera, comercios tradicionales con una gran comarca de influencia que empezaron a ver cómo internet mermaba su cuota de mercado y con ello las oportunidades de crecimiento. Ni hablamos de aquellos que pensaban en traspasar a los hijos un modo de vida y una profesión tan digna como la del comerciante, que tanto ha servido al crecimiento de la sociedad.
La irrupción del virus Wannacry no ha ensombrecido que el miércoles 17 de mayo haya sido una jornada de doble celebración: El Día Mundial de Internet por un lado y el Día Internacional del Reciclaje por otro. Es como si la ONU, organismo promotor en el primer caso y la UNESCO en el segundo, desde el año 2005 quisieran aunar en un mismo mensaje un toque de atención a las empresas: Reciclarse en formación y procedimientos para atender a un cliente cada día más preparado y con muchas opciones entre las que elegir. El jefe ahora es el comprador.
Antequera no iba a quedar fuera de esta tendencia y 12 años después con el afianzamiento de “el internet de las cosas”, las nuevas tecnologías han mejorado el día a día en su objetivo de reducir la brecha digital. Por aportar un dato, cada curso suelen terminar su formación en los planes TIC más de 250 personas inscritas en las clases gratuitas de informática que ofrece el Ceper Ignacio de Toledo. Y es que muchos negocios que no se reciclaron presentan ya notorios problemas para sobrevivir por su negativa al cambio de paradigma.
Los usuarios de la red, cada vez tienen más formación y son más exigentes y se ha incrementado exponencialmente la tasa de compra en portales de viaje, inmobiliaros y multitud de tiendas on line. 2015 situó a España como el cuarto país del mundo que más compró por internet superando la media de 661 euros por habitante, según datos de Retailmenot. Es doloroso, pero toda inadaptación al cambio y a la innovación, ataca seriamente a la línea de flotación de cualquier negocio del siglo XXI. Reciclarse para sobrevivir. Adaptación al más puro estilo darwiniano…