Ésta es la impresión que están dando Puigdemont-Junqueras y sus secuaces. Y encima, para jalearlos sin disimulo y darles más vuelos, por si fueran pocos los que tenían, Nicolás Maduro, arremete de manera indecente contra el Gobierno Central. Y lo peor de todo, la imagen que damos al exterior de anarquía y antidemócratas. Y para no faltar la guinda al pastel, Amnistía Internacional, nos exige la excarcelación de los Jordi, como si fueran hermanitas de la caridad cogidos en una encerrona.
E incluso en la cárcel no paran de llamar la atención, y qué casualidad que siempre haya un medio para recoger las impresiones de este tipo de personas que tanto daño nos hacen a todos. Algunos periodistas o medios a los que están adscritos no saben o no quieren vivir sin carnaza, porque eso vende y se mantienen en la cresta de la ola, sobre todo, ahora que los antisistema se han adueñado de la calle y de muchas voluntades débiles e ilusorias que han visto en sus engañosas palabras la solución a sus problemas.
Y los Jordi no comprenden cómo han ido a parar a Soto del Real, y para colmo de males les ha tocado ser vecinos de otros reclusos que se sienten españoles y le tararean el “¡Viva España!”. Pequeños desajustes que van recibiendo los independentistas por todos lados. En su propio terreno un solitario amante de lo español o harto de los separatistas, ameniza su balcón con música de Manolo Escobar, alabanzas a la patria, como el himno no tiene letra, ahí está Don Manuel el del Ejido para darle el valor que se merece a esta maravilla de País que tenemos, y nos la quiere arrebatar.
Pues nada, contemplativos y misericordiosos y a cambiar de celda a los que le afecta el oído con la palabra España. Y a Jordi Puyol, el granuja-honorable, decirle con orgullo que el hombre andaluz no es anárquico, como escribe en las redes, que los anarquistas campean por su territorio a sus anchas y que se están engullendo toda su Convergencia, tapadera de su enriquecimiento personal. Cataluña va hacia el abismo porque una pandilla de locos lo ha decidido. ¡Qué lástima con la de buena gente que deber haber allí!