Miguel Ángel Olmedo es el director del Colegio Nuestra Señora del Carmen, toda una institución para la ciudad de Antequera. Con él hablamos para conocer cómo se ha desarrollado este curso escolar recién concluido. El curso en el que por primera vez en sus historia hubo que dar clase con mascarilla.
“El colegio se ha tenido que adaptar totalmente para la nueva situación, de hecho comenzamos a hacerlo en julio de 2020 cuando salieron las primeras instrucciones de cómo tenía que ser el protocolo Covid del siguiente curso”, señala para explicar que “todo el equipo directivo comenzó a trabajar entonces, y conseguimos tenerlo desarrollado en su primera versión para el mes de septiembre”.
Este documento “regía todo lo que debía ocurrir desde su apertura por la mañana hasta que se cerraba una vez limpiado y desinfectado todo, y cuya implantación ha sido genial porque tanto padres, como alumnos y el profesorado han puesto de su parte para que todo fuera un éxito”.
Sin embargo, el proceso de adaptación a la nueva situación educativa en este centro concertado comenzaba en marzo del curso anterior, cuando se cortaban las clases presenciales y se decretaba el confinamiento de toda la población: “Entonces no teníamos ningún tipo de instrucción, simplemente había que apañarse como se pudiera para atender a los alumnos en función de sus posibilidades de conexión a Internet”. Aunque el pasado curso no era director, sino profesor de Matemáticas y tutor, Olmedo recuerda que “en este centro ya veníamos trabajando con medios digitales desde hace muchos años, contando con una plataforma propia para los alumnos y estando habituados a la utilización de ‘classroom’, con la que llevamos trabajando ya ocho años”.
“Los pequeñitos sí es cierto que lo han tenido más difícil, yo diría que desde Infantil a Tercero de Primaria”, reconoce para valorar que “sus profesores sí que tuvieron una lucha bastante importante para poder adaptarse, porque esos alumnos necesitan del apoyo de sus padres para gestionar una plataforma o el correo electrónico”. “Los padres han colaborado todos, e incluso ha habido familias que se tuvieron que esforzar para instalar Internet en sus casas a pesar de poder estar pasando dificultades económicas para que sus hijos pudieran llevar sus tareas para adelante”, añade para considerar que “estamos contentos con la labor que se desarrolló, no por la materia que se avanzó de marzo hasta junio, sino porque todas las familias lo intentaron, los niños se conectaban a las horas que se les indicaba, y se consiguieron los mejores resultados académicos del colegio, porque todos los niños aprobaron y se les reconoció el esfuerzo, el cual han continuado durante el curso 2020-2021”.
¿Realmente se pudieron cumplir con los objetivos académicos? “No, esos objetivos se han terminado de cumplir este año. El año pasado, los únicos objetivos oficiales que nos marcaron fueron hasta marzo, y a partir de ahí completar y afianzar lo que ya habíamos dado en clase, y comenzar a programar el curso siguiente con los objetivos que no se hubieran cumplido”. Una vez completado el segundo curso marcado por el Covid-19, el primero presencial, ya se puede decir que “sí que se han cumplido todos esos objetivos, excepto en Tercero y Cuarto de Secundaria, que fueron planteados al principio con unas semipresencialidad que nos ofrecían desde la Delegación de Educación, que consideraba que estos alumnos son lo suficientemente mayores como para poder estar en casa y seguir una clase ‘online’”. Hasta febrero no se logró recuperar la presencialidad total de todo el alumnado del centro, “volviendo los Terceros antes de la Semana Blanca y los de Cuarto después”.
Grupos de convivencia totalmente aislados de los alumnos de los diferentes cursos
La redacción del protocolo de seguridad era una responsabilidad importante que asumía Miguel Olmedo en su regreso a la dirección del Colegio Nuestra Señora del Carmen. El estar ubicado en un edificio histórico, el antiguo Palacio de los Marqueses de la Peña de los Enamorados, “tiene su parte buena y su parte mala, y una de sus particularidades es que tiene muchas escaleras por diferentes espacios, con accesos independientes que nos facilitaba la elaboración del plan”. En este sentido, “contamos con tres puertas de acceso independientes, y en el interior disponemos de cuatro escaleras diferentes para subir a todas las plantas. Como espacio de esparcimiento contamos con tres patios y una pista polideportiva enorme que nos ha permitido que los grupos de convivencia que teníamos por cursos no se hayan mezclado en ningún momento, ni en las entradas, ni en las salidas, ni en los recreos… ni siguiera se han cruzado cuando subían o bajaban de estos recreos. Eran grupos de convivencia reales, totalmente aislados”, incide.
Aunque el colegio ya estaba preparado con anterioridad para la era digital en cuanto a la educación se refiere, y el claustro totalmente cualificado para la utilización de esas herramientas, al principio de curso se venían reforzados con “un profesorado Covid que ha desarrollado una labor muy importante, y además hemos tenido la suerte de que han sido antiguos alumnos del centro que ya lo conocían perfectamente, y han tenido que hacer de todo, por lo que les agradecemos su trabajo y esperamos que el curso próximo, como según indican las noticias, contemos con ellos al menos hasta diciembre, porque el alumnado no estará todavía vacunado y se supone que el protocolo Covid seguirá funcionando hasta entonces”.
El primer día de clase en los Carmelitas “no se notaba miedo en los alumnos, porque ellos siempre llegan contentos, y más después de un período de mucho aislamiento. Se notaba miedo en los profes, que tenían que cuidar de la salud de esos niños, y tenían que procurar en todo momento que se tocaran lo menos posible y tener conocimiento de todos sus círculos para tomar medidas en caso de ser necesario”. Miguel Olmedo quiere destacar “el tercer pilar fundamental que son las familias, por lo que hubo que reunirse con todas ellas para explicarles el protocolo, escuchar sus inquietudes y darle respuesta”. Así, “a muchas familias les ha costado mucho traer a sus hijos al cole, hasta que han visto que era seguro. Se tenía una preocupación lógica, porque en muchos casos esos niños tenían que convivir con sus abuelos, que entonces no estaban vacunados, y había miedo por esa parte”.
Tras esas reuniones “en las que se quedaron las cosas muy claras porque nuestra coordinadora Covid se dirigió a todos los padres y les resolvió todas las dudas que podían tener, tuvimos una incorporación al centro del 80 por ciento de los alumnos, y el resto de los alumnos ya estaban en octubre, excepto a alguno de los más pequeñitos que sí que le costó más y no entró en enero cuando comenzó la vacunación de los abuelos”.
¿Ha sido un curso normal? “En cuestión de clases formales, sí; aunque se ha cambiado toda la estructura y los horarios, el trabajo en clase ha sido como siempre. Algunas de las clases más pequeñas se derivaron a laboratorios y aulas de música, y el aula matinal se pasaba al salón de actos; pero una vez que se estaba en el interior las clases se han desarrollado con absoluta normalidad, y los niños han aceptado las mascarillas con total naturalidad”. No obstante, había momentos especialmente delicados, “como a la hora del desayuno, cuando se les pedía que guardaran mayor distancia, porque se tenían que quitar las mascarillas, y lo han cumplido perfectamente”.
Un espejo de lo que sucedía en la sociedad en general en las diferentes olas
“El colegio ha sido un espejo de lo que iba sucediendo fuera. Cuando había una ola en Antequera, se notaba mucho movimiento de niños que no venían por dar positivo o ser contacto con positivo, pero gracias a las colaboraciones de los padres y de los tutores, a primera hora nuestra coordinadora Covid ya disponía todos los datos para incorporarlos en la plataforma Séneca y comunicárselo a los referentes sanitarios, que han sido los encargados de tomar las medidas”, indica Olmedo, quien considera que “en este centro hemos sido afortunados, porque hemos tenido solo dos cierres de aulas y algunos confinamientos, pero parciales. Sobre todo, lo más importante, es que ninguno de los contagios se ha producido en el interior del colegio”.
Estos resultados han demostrado el buen trabajo realizado, optimizando recursos “para que todo funcionara muy bien”. Buena parte del mérito es también de los referentes sanitarios, “que han ofrecido una colaboración total, con un trabajo espectacular, preocupándose del centro y en continuo contacto con la coordinación y ofreciendo respuesta en todo momento que se les ha demandado”.
Miguel Olmedo considera que, “aunque pase la pandemia, en los centros educativos cada vez hay más casos de asma, azúcar… por lo que la figura del referente sanitario podría ser un buen paso intermedio para poder contar en el futuro con un ATS para cubrir las necesidades de los 700 alumnos con los que contamos, ya que cada día pasa algo, aunque afortunadamente no suela ser nada grave”.
“Lo único que no ha sido normal del todo”, puntualiza el director, “han sido las actividades complementarias, las que se hacen fuera del centro”. Pese a todo, “siguiendo siempre las indicaciones de los referentes sanitarios, se han realizado las que se han podido hacer con salidas al entorno e incluso con pernocta fuera de cuatro días con cero contagios”.
Al preguntarle si considera que la pandemia ha pasado factura psicológica al alumnado, lo afirma con rotundidad: “Sin ninguna duda, sobre todo los más mayores, que han estado un poco más tristones, e incluso hemos tenido algún caso en el que nuestro orientador del centro ha tenido que tomar medidas y, como profesional que es intentar solucionarlo”. ¿Y en el profesorado? “En el profesorado no, hicimos piña desde los primeros claustros que tuvimos en septiembre, y todos hemos sido conscientes de lo que teníamos entre mano, de que nos jugábamos la vida no de los alumnos, porque gracias a Dios estaban más protegidos de los efectos del virus, pero sí a sus familias. Todos hemos sido muy responsables porque entendíamos que si un niño se contagiaba en el centro podía llevarlo a su casa y ocasionar problemas muy serios para toda su familia”. “El ver que el protocolo Covid funcionaba ha aportado mucha tranquilidad, y con total normalidad de aulas para dentro”, asegura satisfecho.
Lo que sí que se ha apreciado al final del curso ha sido el cansancio: “Ha sido tanto el sobresfuerzo que hemos terminado agotados física y psicológicamente”. Además, las últimas semanas fueron especialmente duras por los casos asociados a fiestas de graduación en otros centros, “y que en nuestro caso nos obligó a cambiar esta ceremonia para nuestros alumnos de Cuarto de ESO, que se tuvo que realizar en horario escolar sin la presencia de los padres. Como queremos que las familias estén siempre presentes en este centro, se pudo ver en directo desde nuestro canal de Youtube, con un importante esfuerzo por parte de nuestro coordinador de informática para hacer una retransmisión de calidad con nuestros propios medios, ya que no podía acceder nadie ajeno al mismo”.
La labor social de los Padre Carmelitas, fundamental para mantener la actividad
“El gasto económico ha sido importante, porque aunque nos han ayudado desde el Ayuntamiento y la Junta de Andalucía con mascarillas e hidrogel, hemos tenido que tener un refuerzo de limpieza para desinfectar todo constantemente”, indica Olmedo, quien explica que un colegio concertado “vive del esfuerzo de las familias del AMPA, que también ha colaborado en todo lo que ha podido”. “Gracias a eso, a mucho sacrificio, y a que el centro no es una empresa que se dedique a obtener beneficios sino que los Padres Carmelitas desarrollan una labor social, se ha podido mantener; pero habría sido absolutamente imposible con la aportación que se recibe por parte de la Junta con el concierto educativo, porque eso en condiciones normales ya lo hace deficitario”, añade.
Por eso, no llega a entender el “ataque a la educación concertada que se realiza desde la conocida como Ley Celaá, que atenta fundamentalmente a la libertad de las familias a la elección de centro”. “Muchas veces, la idea que se tiene de un colegio concertado no es correcta, ya que tenemos la misma normativa que uno público en cuestiones académicas, con la particularidad de que los profesores en vez de ser funcionarios son trabajadores de una empresa privada”. “En Antequera contamos con una de las mayores concentraciones de centros concertados, y creo que nos complementamos muy bien con los públicos, por lo que no comprendo ese ataque que se realiza; y al desaparecer sin ningún motivo aparente la demanda social de un centro, la Delegación podrá suspender conciertos aunque tenga demanda por parte de los padres, y esa es nuestra lucha”, asevera.
“A pesar de la baja natalidad, la demanda sigue siendo muy importante de familias que quieren que sus hijos se formen en nuestro colegio, con la ratio completa en toda Primaria y Secundaria, por lo que no veo lógico este ataque a la educación concertada” cuando además “nosotros cumplimos las mismas normas académicamente”.
“Los Carmelitas llevan ya muchos años en Antequera, y actualmente contamos con un centro totalmente adaptado, con un profesorado que cumple todas las capacidades, con unas normas de admisión de alumnado idéntico al de otro centro público, y con una educación totalmente gratuita”, garantiza para asegurar que “el colegio no solicita ni puede admitir ningún tipo de compensación económica; por lo que todo se canaliza a través de la participación voluntaria en la Asociación de Padres y Madres, que tiene como único objetivo el mejorar el colegio que han elegido para sus hijos”.
Tras todo lo vivido en este difícil curso 2020-2021, el Colegio Nuestra Señora del Carmen se prepara ya para retomar las clases en septiembre “con todas las etapas educativas obligatorias, una educación bilingüe, una formación adaptada a las nuevas tecnologías, con un profesorado en formación permanente, que apuesta por la conciliación familiar con aula matinal y aula de permanencia, el proyecto de crear a corto plazo un comedor, y unos resultados académicos excelentes”, concluye el director Miguel Olmedo.