El lunes 2 de agosto de 2021 las puertas de la tienda de comestibles de calle Trasierras no abrieron sus puertas definitivamente tras su cierre. Han sido más de 100 años y cuatro generaciones de una familia las que han estado detrás del mostrador.
Iniciaron esta forma de vivir en los años 20 del siglo pasado, llamándose ‘Casa Conchita’, después le siguió en el negocio su hija a le que se le llamó la ‘Tienda de Lola’, siguiéndoles sus hijos Carmela y Pepito.
Este último contaba que cuando la Guerra Civil él tenía 2 años, sus padres lo metían en el hueco de las escaleras para que no escuchara las bombas que se tiraban sobre la ciudad.
Desde esta tienda se recogían todos los encargos de las personas que vivían en la fábrica de azúcar la ‘Azucarera Antequerana’ y del Puesto de la Guardia Civil que había frente a la fábrica de azúcar, llevando los mandados en carro con capota y un mulo tirando de dicho carro.
Y ya la última generación que es la que cierra la tienda, que es Mari Carmen Carrillo, bisnieta de la fundadora y a la que la competencia de las grandes superficies hace que cada vez se cierren más establecimientos como éste.
¡Cuántas tiendas como ésta han dado vida a muchas familias! Tener una libreta donde a final de mes liquidaban la deuda que habían contraído a lo largo del mismo mes, pero llegaron las grandes superficies y muchos de los clientes le dieron de lado a los que en tiempo difíciles le ayudaron.
Vecinos y clientes no dudaron en estar con ellos hasta el último momento. Se pierde otra tienda centenaria, otra tienda de ultramarinos que tras varios lustros compitiendo con las grandes superficies, no ha podido seguir en su lucha. Atrás quedan 100 años de ayudar al vecino cuando no tenía con qué pagar y se hacían las cuentas en un papel para ir pagando poco a poco.
