De nuevo llega julio, ese mes donde los aires marineros acarician con dulzura la tierra antequerana. Esa brisa que inunda los bellos parajes de nuestra tierra, recorriendo desde los Dólmenes hasta llegar a la propia Sierra del Torcal. Pero deteniéndose todo el año, en un rincón, en una plaza, en una iglesia, que en sus entrañas acoge a la bella y singular Virgen marinera, Nuestra Señora del Carmen.
Con la llegada de la Orden Carmelita a nuestra ciudad en 1512, se produce la llegada del culto y devoción hacia la Virgen del Carmen. El lugar elegido para la ubicación de la orden, no pudo ser más acertado. El paso del tiempo ha confirmado su bendita elección. Un barrio extramuros, uno de los últimos reductos conquistados de la ciudad. Y para confirmación de su cambio, a la nueva realidad cristiana, la Reina del Carmelo llegó para consolidar esos nuevos aires cristianos y carmelitanos que le otorgarían un don especial a ese espacio geográfico seleccionado.
Los documentos conservados de la Orden muestran con claridad la perfecta vinculación de la zona con las particularidades que aportaba la propia Orden. Fruto de esa evolución, con la llegada de la imagen de Nuestra Señora del Carmen, se acentúan esos rasgos carmelitas que otorgan a este barrio una singularidad diferente, distinta al resto de la ciudad. La desamortización y exclaustración del convento marcó el devenir de esta zona que, lejos de abandonar sus tradiciones, las convirtió en referente, manteniéndolas y conservándolas con ahínco.
En el caso que nos ocupa, por citar un ejemplo de los que se conservan, en 1922, hace ya un siglo, asistimos a la salida procesional de nuestra titular mariana siguiendo las tradiciones que aquellos frailes supieron inculcar a este barrio.
En nuestro periódico, El Sol de Antequera, en su edición de 16 de julio de 1922, nos indica cómo será la procesión de ese año: “…se celebrará en la tarde del domingo 23 de julio del actual, la hermosa procesión de Nuestra Señora del Carmen… Este año se han llevado a cabo grandes innovaciones, las que darán al acto mayor realce y lucidez.
La salida se producirá a las seis de la tarde, recorriendo la plazuela del Carmen, la plaza del Deán García Sarmiento, cuesta de las Rojas, calle General Ríos, calle Vicario Bellido, plaza San Sebastián y calle del Río”.
Como novedad, el trono procesional “al llegar la Virgen a la iglesia de la Encarnación, entrará en ella, en donde se cantará una solemne Salve, continuando después el itinerario previsto”.
La Junta Directiva de esta Cofradía, ante las previsiones del público que puede acudir, a tenor de la buena acogida entre la población de los cambios introducidos, indican en el propio artículo reseñado que “…invitan a cuantas familias devotas quieran asistir a este solemne acto, pueden acudir a recoger farol o vela, que les será entregada en la sacristía de la iglesia, contribuyendo con su asistencia a un testimonio de devoción y justa correspondencia hacia la Santísima Virgen”.
Una vez ya celebrada la procesión, los ecos y el impacto entre la población sobre la buena acogida de esos cambios, se perciben en la crónica El Sol de Antequera, en su edición de 30 de julio de 1922: “Cuando el entusiasmo va unido a la actividad y la voluntad es muy grande, ésta es la poderosa palanca…. que allana todas las dificultades y éste entusiasmo son ignatas en la personalidad del Hermano Mayor de la Hermandad de Nuestra Señora del Carmen, D. José Espejo Jiménez quién ha dado la nota de más alto esplendor a la hermosa procesión del pasado domingo…
Entre los alegres estampidos de los cohetes y los sonoros acordes de la música, salió de su iglesia del Carmen la hermosa imagen… con adorno de su camarera, la señorita Socorro Ramos…
”Dentro del cortejo, la crónica nos indica la representación de las demás órdenes religiosas de la ciudad, así como la presencia de “un piquete de la Guardia Civil de caballería e infantería que abrían el paso y escoltaban la procesión…”.
Con un orden preciso, gracias a la propia gestión de los guardias municipales, la procesión transcurrió según lo establecido en el recorrido indicado, destacando por la constante y numerosa afluencia de público para contemplar la belleza singular de Nuestra Señora del Carmen.
Estos documentos, de gran interés, nos trasladan cien años atrás demostrando la importancia de la devoción hacia Nuestra Señora del Carmen, aportando otros datos significativos. Por ejemplo, podemos contemplar la perfecta organización que se establece entorno a la devoción mariana, con una figura al frente de la misma, realizando todas las gestiones oportunas.
Otro dato que podemos establecer a raíz de las diversas crónicas se debe a la evolución de la devoción dentro de la Ciudad. Ya no se circunscribe únicamente al barrio, se puede observar una ampliación del número de devotos y fieles fruto de la actividad de la Cofradía. Una actividad que no se circunscribe únicamente a los días previos a la salida procesional. Tenemos constancia de la celebración de cultos y actos durante todo el año en honor de su titular mariana, tales como la realización de una novena previa a la procesión, según documento recuperado de 1894.
Esta inmensa y atractiva actividad es un dato muy relevante al hablar de una cofradía de Gloria de la ciudad, cuyo espectro de actuación suele ser algo menor con respecto a las cofradías de Pasión, sobre todo, en lo que a recursos se refiere.
Por tanto, entre los análisis que podemos realizar sobre estos datos que conserva El Sol de Antequera, nos ofrece una imagen muy significativa e importante de las Glorias en Antequera. En el caso de la Cofradía de Nuestra Señora del Carmen, observamos su mantenimiento y evolución en una época de cambios trascendentales para esta sociedad, ayudando a comprender la verdadera profundidad de la devoción y fe hacia la Virgen del Carmen, fruto de aquellos monjes carmelitas que supieron trasladar su fe a la ciudad que los acogió siglos atrás. Las diversas circunstancias históricas que acontecerán años después, impiden el normal transcurrir de esta corporación en cuanto a su culto externo pero sin afectarle un ápice a su culto interno mantenido pese a las adversidades de cada momento.
Fruto de estos entresijos y de la propia historia de Antequera, el actual Grupo Parroquial de culto a Nuestra Señora del Carmen, se establece como heredero de aquellos insignes cofrades, recogiendo el testigo de ese legado religioso que caló en el sentimiento devocional del barrio del Carmen y se extendió al resto de la ciudad como hemos podido comprobar.