viernes 22 noviembre 2024
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Lo que aprendió el señor Mas: la avaricia…

Las elecciones catalanas, que tenían preocupadas a muchos españoles (no lo entendemos, porque las ambición es independentistas de CyU están rechazadas por la Constitución y nos imaginamos que habría redaños como para hacer respetar la Constitución, por lo menos), terminaron como deseábamos en el resto de España, o casi, y como era de esperar de ese pueblo catalán que no tiene nada que ver con las ambiciones personales de unos señores que, por perpetuarse en el poder, idean cosas como ésta de la independencia, haciendo caso omiso, además de a la mencionada Constitución, que conmemoramos precisamente esta semana que empieza, a la opinión de Europa y sus máximos responsables, a los tímidos llamamientos a la cordura del Gobierno, para muchos faltos de la energía que algo así requiere para cortarlo de raíz, y a lo que decían a gritos muchos sectores comerciales, industriales y hasta políticos de la propia Cataluña que saben lo que esos deseos de Mas y su gente, podrían acarrear, al quedarse sin euro, con fronteras, con industrias que se salían de Cataluña por el panorama que se les presentaba y otras cosas.

El «más» del señor Mas, se quedó en batacazo, en un «menos» que le hace perder escaños, por mucho que ya anuncie un posible acuerdo con otro grupo de independentistas y republicanos. Todo sea por seguir en el poder, que debe ser algo muy grande cuando a muchos no se les despega del sillón lujoso ni con lejía. En fin que muchos respiran aliviados, mientras otros buscan fórmulas como las aludidas, no dando su brazo a su torcer por nada del mundo.

Y en éstas llega el Día de la Constitución, que tras varios decenios de plena vigencia, en los que se comprueba casi a diario su utilidad, el acierto de aquellos «padres de la Patria» de un tan amplio espectro político para que sirviera para todos los españoles y no para un grupo en concreto.

Se dice que hay algunos capítulos que deberían amoldarse a los nuevos tiempos –números de políticos de las Autonomía, de los Ayuntamientos, por ejemplo; eliminación de Consejerías como las de Educación para que todos los españoles, todos, tengan estudios iguales o muy parecidos en castellano, aunque haya asignaturas de las lenguas propias de cada región, pero sin que jamás usurpen la lengua común de todos los españoles –repetimos–, evitando el caso de que mientras es la segunda lengua más hablada en el mundo, en España hay algunos que la ignoran. Claro que la culpa es de quienes, por lo mismo de mantenerse en el poder, o de alcanzarlo, han ido cediendo cosas y más cosas, barbaridades y más barbaridades, dando pie a que no pueda haber profesores que no hablen catalán en Cataluña, y todas esas cosas que hemos comentado tantas veces.

 

El Día de nuestra Constitución debe servir para que la recordemos, para que la hagamos vigente. Para que la respetemos y la hagamos respetar, acudiendo al medio que sea necesario, sin dejar ninguno atrás, sin tibiezas corteses que a veces suenan a cobardía. O al menos, ésa es la sensación que dan.

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