viernes 17 mayo 2024
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1945: Hace 75 años cuando los pueblos venían a ver las procesiones de Antequera y llenaban las calles

Hace 75 años, en 1945, hubo procesiones de Martes a Domingo de Resurrección, salieron cuatro cofradías: Consuelo, Dolores, Paz y Socorro, más la del Santo Entierro y Resucitado. Es uno de los grandes años cofrades tras la Guerra Civil, pero sobre todo tras la fundación de la Agrupación de Cofradías.

Viajar al pasado por medio de las páginas de “El Sol de Antequera” te lleva a revivir cómo tuvieron que ser esas Semanas Santas. Por un lado, el anhelo de los feligreses llevaron a recuperar iniciativas perdidas como el “Monumento” de San Pedro de cara a los Oficios, donde las iglesias se llenaban, entre ellas la que hoy es sede de la Cofradía del Consuelo. Una alegría por parte de los parroquianos y de los cofrades. 

Por otra parte, en tan solo dos años, la Agrupación de Cofradías había superado sus expectativas: de rotar dos cofradías cada año a poder volver a procesionar cuatro de las cinco históricas: Consuelo, Dolores, Paz y Socorro; y como promotora de la fiesta, junto al clero y el consistorio, organizan la procesión del Santo Entierro y del Señor Resucitado, por cierto, con procesión inicial y misa final. Unos años con el recordado Pedro Pozo rezando en el monumento al Corazón de Jesús. 

En San Pedro, los del Cristo de la Misericordia y la Virgen del Consuelo iban potenciando mejoras en sus tronos, lo que llevó a la gran transformación que empezara en 1946 y que hoy, 74 años después, siguen. Un 1945 donde la belleza de la Virgen de los Dolores llama la atención. Unos años con “bendición” de los campos con las vegas, recibidas por bengalas en los finales de las procesiones.

Y unas cofradías de “Abajo” y “Arriba” donde salían en días separados, pero con el amplio patrimonio y una amplia lista de directivos, camareras, campanilleros de lujo y hermanos mayores como atesoraban en los años del resurgir de las cofradías tras la Guerra Civil.

Como hoy lo pueden ser Málaga o Sevilla, lo era Antequera en 1945, en la que sus cofradías hacían llenar las calles de la ciudad para admirar los amplios cortejos procesionales que daban lugar a las procesiones con sus imágenes llenas de siglos de devociones.    Por otro lado, la ciudad participaba intensamente en los cultos de Semana Santa, con la procesión de las palmas en San Sebastián, el resurgir del ‘Monumento’ de San Pedro que respondía a la masiva asistencia de fieles que llenaban el gran templo de la ciudad. Un año donde procesionaron por separado, Consuelo, Dolores, Paz y Socorro, de Martes a Viernes Santo, más el Santo Entierro y Resucitado.

Desde el mes de febrero se respiraba ilusión por el buen trabajo de la Agrupación de Cofradías que se había fundado dos años antes, en 1943, por lo que trabaja para la mayor brillantez de la Semana Santa de Antequera. Las directivas realizan sus preparativos dispuestos para el mayor lucimiento de los desfiles procesionales. “Está adquirida la cera necesaria y se realizan gestiones para traer una banda de música que con la Municipal contribuya a realzar las procesiones. Se están efectuando trabajos de carácter económico para allegar fondos, de modo menos oneroso para el comercio, y la propaganda comenzará en breve, una vez sea ultimado el programa con el orden de salida de las cofradías”, destaca el número del 18 de febrero de 1945 de El Sol de Antequera. Previamente, la Cofradía del Consuelo preparaba su septenario que comenzaría el miércoles 21, invitando al orador Francisco Romero López, canónigo magistral de la Catedral de Zamora. Por su parte, el día 27 comenzaba en Santo Domingo la novena al Dulce Nombre de Jesús y Nuestra Señora de la Paz en la que predicara Gumersindo de Escalante religioso capuchino de Gijón. Mientras que para la novena de la Virgen de la Soledad en la iglesia del Carmen, comenzaría el 17 de marzo y vendría a predicar el superior de los Carmelitas Calzados de Sevilla el padre Luis Fernández Cala. En Belén se están celebrando todos los viernes de cuaresma el Septenario de la Virgen Santísima de los Dolores a las 18,30 horas. Para los dos últimos días vendría a predicar el presbítero de la Colegiata de Jerez de la Frontera, José María Franco.

 

San Pedro recupera el montaje de su Monumento para los Oficios

En San Pedro “en este iglesia parroquial, hermoso templo de arquitectura valiente, se está procediendo a la instalación del magnífico monumento que posee la Sacramental de San Pedro y que de tarde en tarde podemos admirar los antequeranos. La última vez que se puso fue por iniciativa del párroco de dicha iglesia, don Clemente Blázquez Pareja, que con su entusiasmo y marcado empeño por dar brillantez a los actos religiosos de Semana Santa, no regateó sacrificio alguno con tal de que luciera ese espléndido y magnífico monumento, cuya construcción significa un verdadero alarde de buen gusto y de atrevida arquitectura”. 

Así lo decidió la Sacramental “pues quiere que la iglesia de San Pedro sea el templo donde se celebren los cultos con el esplendor que corresponde a su antiguo historial y no se ha detenido ante los obstáculos que siempre presenta un empeño de esa naturaleza”. En dicha iglesia se celebraron los divinos oficios “con máximo esplendor y el Jueves y Viernes Santo las espaciosas naves se verán repletas de fieles, rindiendo el más cálido homenaje, con su asistencia, la mujer católica antequerana, que con la clásica mantilla y el empaque respetuoso de sus trajes de gala visitarán los Sagrarios, asistiendo todas a los Santos Oficios como en pasados tiempos, cuya costumbre ya olvidada, debe renacer para que tengan esas solemnidades religiosas todo el carácter de magnificiencia que por su índole y tradición le corresponde”. 

 

Los cultos como eje de la celebración de la Semana Santa de hace 75 años

Mientras que hoy las cofradías son las que copan el mayor espacio de los preparativos a la Semana Santa, antes el sentido religioso tenía mayor presencia en el día a día de la ciudad. Así, se destaca que la Semana Santa nos permite celebrar “en envidiable y envidiada paz estas faustas fiestas piadosas en medio de un mundo envuelto y arrasado por la más espantosa de las conflagraciones bélicas que conoce la Historia. Por ello hemos de darle gracias cumplidas postrándonos al pie de las gradas de sus altares, con actos de penitencia, humillación y dolor, para impetrarle con fe nos conserve esta paz y la devuelva los pueblos hoy en guerra”. 

Así los cultos comenzaban con todo lujo protocolario el Domingo de Ramos en San Sebastián donde “darán comienzo a las 10 los solemnes Oficios y bendición de palmas y olivas, y a continuación se organizará la procesión, que saldrá del templo y recorrerá las calles la Encarnación, Muñoz Herrera, Medidores, Infante don Fernando y Plaza de San Sebastián”.

El especial de Semana Santa de “El Sol” se puso a la venta el Martes Santo, al precio de 2 pesetas, con  36 páginas y artículos del vicario Antonio Rodríguez Garrido, Francisco Jiménez Reyna, Manuel Jiménez, Miguel Rodríguez, Miembro de Acción Católica, temas de Pasión del Señor y el trabajo del cronista de la ciudad, José María Fernández. En la portada, la campana del Castillo con unos fotogramas de las armadillas y de la Virgen de la Paz y la Cruz de Jerusalén.

 

 

El Consuelo el Martes Santo y los Dolores el Miércoles Santo

El 4 de abril de 1945 El Sol de Antequera titula en portada: “Grandiosa manifestación de fe del pueblo antequerano en la Semana Santa” donde destaca que la presencia de “millares y millares de personas han vibrado de emoción fervorosa ante nuestras veneradas imágenes. Su número ha sido incalculable, o, al menos, nosotros no podemos ni fijarlo siquiera en una cifra aproximada. Pero, a juicio de muchos, ha sobrepasado a la que otros años llenó las calles en igual ocasión. Las masas de gente que ocupaban la Cruz Blanca, el Martes; los alrededores de Santiago el Miércoles; y la plaza de San Sebastián y las cuestas en la noche del Jueves y Viernes Santos, sobre todo en esta última superaban con mucho lo visto aquí en años anteriores. Ésta es la impresión general, y ante este hecho hemos de inclinarnos y basándose en él para asentar la afirmación de que el éxito de nuestras fiestas ya en aumento creciente de las dos últimas semanas. Ha respondido en ésta a los mejores deseos y debe ser estímulo para los sucesivos”. 

El Martes Santo salió el Consuelo de la iglesia de San Pedro a las 19 horas recorriendo las calles San Pedro, Carrera y Encarnación, Plaza de San Sebastián, calle Infante don Fernando y Cantareros, subiendo por la de Lucena a Cruz Blanca para regresar a su iglesia. Era hermano mayor, Alfonso González Guerrero; mayordomo, José Vergara Usátegui. Del Cristo de la Misericordia, camarera, María Jesús Rojas González; y  hermano mayor de insignia, Francisco Ríos Colorado. De la Virgen del Consuelo: camarera, Rosario del Pino Navarro de García; hermano mayor  de insignia, Antonio García Cabello. Fue campanillero de lujo “Pepito” De la Linde de Las Heras. 

Con “una temperatura ideal para procesiones, ni calurosa ni fría con exceso, y sobre todo sin agua ni viento. Esto contribuyó al lucimiento de la Cofradía del Consuelo, que bien puede sentirse satisfecha de la brillantez de su procesión. Y de que ésta a pesar de que en Martes Santo aún no ha venido la población toda la gente del campo, se viera acompañada en todas las calles y sobre todo tuviera un apoteósico final en la Cruz Blanca”. La Cofradía, antes de salir a la calle, “ha hecho un abundante donativo de comestibles a los pobres de la feligresía”.

En la presidencia alternaron llevando el guión el alcalde Francisco Ruiz Ortega, el comandante militar Antonio Novis González, el vicario José Carrasco Panal, el jefe local de la Falange Daniel Cuadra Burgos, el capitán de la Guardia Civil Antonio Florido, José León Sánchez Garrido en representación del juez de partido, entre otros invitados. El trono del Cristo estrenaba “una hermosa cruz de caoba con tallas y cuatro nuevos faroles de metal blanco, llevando el monte cubierto de claveles rojos y otras flores moradas, resultando el conjunto severo y bellísimo. La Virgen del Consuelo lucía entre flores blancas, resultando, como siempre, muy armónico el “paso”. Ambos llevaban iluminación eléctrica y reflectores”. Las imágenes bajaron por Cruz Blanca hasta dar vista a la Vega y luego, retorno corriendo “a la luz de las bengalas, el entusiasmo creció lo indecible, dándose vivas y cantándose sentidas saetas”.

El Miércoles Santo, turno para la Cofradía de Servitas de Nuestra Señora de los Dolores, citado su cuerpo procesional en casa de su mayordomo, Antonio Rojas Pérez, donde se formaría en la calle de Talavera desde donde partió a las 18 horas por las calles del Rey, Lucena, Cantareros, Infante, Encarnación, Carrera y Belén, saliendo del templo a las 19 horas. Su hermano mayor era Fernando Moreno Ramírez de Arellano; mayordomo, Antonio Rojas Pérez. En cuanto a los tronos, del Señor Atado a la Columna: camarera, Dolores Rojas de Gálvez; y hermano mayor de insignia, Miguel García González, Del Señor Caído, camarera, Socorro Uribe, viuda de Villarreal; y hermano mayor, José García Reig (aunque a última hora, “por su delicado estado de salud es sustituido por su hijo que por primera vez vistió la túnica de hermano mayor del Señor Caído”). Y de la Virgen de los Dolores, camarera, Carmen Muñoz, viuda de Manzanares; y hermano mayor, Manuel Cuadra Blázquez. Fue campanillero de lujo, José Luis García.

“¡Qué hermosura la de esa venerada Virgen!”, aludiendo a la de los Dolores. “Con razón es admirada y tenida por una de las más bellas imágenes de Antequera, y su palio y manto como los de bordado más fino y artístico. Y también sus Cristos, sobre todo el Nazareno caído, cuyo rostro, que refleja el dolor del divino mártir, mueve a compasión y fervor”.

En el guión, acompañaban al hermano mayor Fernando Moreno, el alcalde y el jefe local de la Falange, el juez municipal Daniel Gálvez Cuadra; el capitán Francisco Del Pozo Herrera; el capitán de la Guardia Civil, Antonio Florido, entre otros. La procesión de los Servitas fue muy lúcida y a su regreso al templo especialmente a la subida de la Cuesta de Archidona el entusiasmo fue extraordinario. 

 

 

Los de ‘Abajo’ el Jueves Santo y los de ‘Arriba’ el Viernes Santo

La Cofradía del Dulce Nombre de Jesús y Nuestra Señora de la Paz, como así se cita hace 75 años, salió de la casa de su mayordomo, Manuel de Rojas Arreses-Rojas “a las 5 de la tarde y recorrerá las calles de Cantareros, Infante hasta la iglesia de Santo Domingo” donde se organizó la procesión que salió a las 19 horas, pasando por Viento, Zapateros, Encarnación, Calzada, Diego Ponce, Cantareros, Infante y regreso a su iglesia.

Eran hermanos mayores honorarios: José Rojas Arreses-Rojas y José García Berdoy; hermano mayor de la Cofradía, Ricardo de Talavera Gómez; mayordomo, Manuel de Rojas Arrese-Rojas. Del Niño Perdido, camarera, Carmen Rojas Garrido de Miranda; hermano mayor, Francisco Castilla Miranda; y campanillero de lujo, Francisco León Bailén. Del Dulce Nombre, camarera, Purificación Palma G. del Pino; hermano mayor, Juan Quintana Paradas; y campanillero de lujo, Rafael Talavera Talavera. Y de la Virgen de la Paz, camareras, las Hijas de María Checa Palma; hermano mayor, Sebastián Herrero Sánchez; y campanillero de lujo, Arturo León Maqueda.

Nubes en la tarde del Jueves Santo, pero al final  fue una tarde magnífica “y ni que decir tiene que la gente invadió las calles y les dio animación desde las primeras horas de la tarde”. Salía la Cofradía del Dulce Nombre de Jesús “siempre suntuosa y distinguida por su ostentación de riqueza”, como lo canta el curioso y gongorino “Encomio endecasílabo” publicado con motivo de la procesión del año 1744 en la que “entre los innumerables primores y admirables y costosas grandezas de que se componía iba una nave sobre ruedas, en cuyo pavimento se dexó ver un Escudo de plata, en el qual estaba esculpido el Dulcísimo Nombre de Jesús…”. 

El desfile desde la casa del mayordomo, Manuel de Rojas Arreses-Rojas, quien con su esposa, su madre la Marquesa de Cauche y hermanas, atendieron y obsequiaron “cumplidamente a las autoridades e invitados antes de la salida”. El Niño Perdido lució “una rica vestidura blanca y tanto este ‘paso’ como el del Dulce Nombre y la Santísima Virgen de la Paz, llevaban múltiples flores”. En la presidencia, el hermano mayor de la Archicofradía Ricardo de Talavera; el honorario José de Rojas Arreses-Rojas y su hijo el capitán Alfonso de Rojas y Lora; el teniente hermano mayor José Castilla Miranda, entre otros.

Mientras que el Viernes Santo era para la Archicofradía de la Santa Cruz en Jerusalén y Nuestra Señora del Socorro, formándose el cortejo en la calle de Maderuelos, en el hogar del mayordomo Francisco Muñoz Checa a las 17 horas, camino de de la iglesia de Jesús desde donde saldría a las 18 horas. Su hermano mayor era Rafael Rosales Salguero; teniente hermano mayor, Baldomero Bellido Lara; mayordomo, Francisco Muñoz Checa. Por tronos,  de la Santa Cruz de Jerusalén, camarera, Encarnación Romero, viuda de Bellido; hermano mayor, Francisco Ruiz Burgos; campanillero de lujo, Carlos Gómez de Tejada Laude. De Jesús Nazareno ayudado por el Cirineo: camarera, Dolores Bellido de Santolalla; hermano mayor, Juan Jiménez Muñoz; campanillero de lujo, Juan Antonio Jiménez Moreno. Y de la Virgen del Socorro, camarera María Teresa Rojas de Jiménez; hermano mayor, José Rosales García; campanillero de lujo, Antonio Palma Ramos.

Como Viernes Santo, el Santo Oficio y las Siete Palabras daban la base religiosa previa a la procesión. En la Glorieta del Corazón de Jesús, ante el monumento de la imagen, predicó el sacerdote Pedro Pozo. Y de allí, a la procesión del Socorro. “Si espléndido fue el tiempo de los días anteriores, más lo fue el Viernes Santo, en el que el sol lució con fuerza excesiva. Desde primera hora de la tarde se vieron las calles invadidas de gente, y la animación que cundió aún más a la hora de reunirse el personal de la Cofradía en la calle Diego Ponce”. Previo el  tradicional obsequio en casa del mayordomo, Francisco Muñoz Checa, desde donde partió la comitiva hacía Jesús “haciendo un desfile brillante por las calles principales”. 

La salida de las imágenes de Arriba fue presenciada por infinidad de personas en el Portichuelo. “Y más aún el de la Santísima Virgen del Socorro, fueron elogiados cumplidamente por los forasteros, con quienes hablamos”, recreándose el cronista en lo que significa la Virgen del Socorro no sólo para los vecinos de su barrio y la ciudad, sino para los pueblos de alrededor. La procesión se organizó en la calle Encarnación y en ella figuraron por parte de las autoridades, entre ellas el hermano mayor de la Archicofradía Rafael Rosales, acompañado de directivos como Fernando Moreno Ramírez de Arellano, Jerónimo Santolalla Salguero, Manuel Cuadra Blázquez, Enrique Herrera Rosales, entre otros, como el capitán de Regulares señor García Zamora.

 

Procesiones del Santo Entierro y del Resucitado para terminar la Semana Santa

Una vez terminados los del Portichuelo, salió la procesión del Santo Entierro, de la iglesia de los Remedios a las 23,30 horas, recorriendo las calles Infante, Lucena, Cantareros, Infante hasta volver a la iglesia. Organizada por la Agrupación de Cofradías, fue  hermano mayor del Cristo Yacente, Juan Ortega Curado, y de la Santísima Virgen de la Soledad, hermano mayor, Isidro Montoro Navarro.

La procesión del Santo Entierro fue “verdaderamente solemnísima y emocionante”. La multitud que llenaba las calles con “un centenar de penitentes” y marchamos detrás las representaciones militares y eclesiásticas el Excelentísimo Ayuntamiento bajo mazas y las autoridades. La Banda de Música, una sección de Regulares de Alhucemas y otra de la Guardia Civil y por último la Virgen de la Soledad.

Y el Domingo de Resurrección, a las 10, la procesión del Resucitado salió desde San Sebastián por la puerta de calle Encarnación, pasando Lucena, Cantareros e Infante y regresando a la iglesia donde seguidamente se celebró la Misa Mayor Parroquial. 

En ella, filas de penitentes de todas las cofradías y niños de campanilleros. Y como todas las procesiones, acompañada por la Banda Municipal dirigida por el maestro Mohedo “y la cual es digna de elogio por su actuación e incansable servicio” de la Guardia Civil, Policía y Guardia Municipal.

Desde las páginas centenarias se alaba cómo eran los tiempos cofrades de 1945, donde la Semana Santa de Antequera revivía cada año más esplendor, destacando el papel de la Agrupación de Cofradías que convertía la antigua aspiración de que no pase años sin que se celebraran “nuestras tradicionales procesiones de Semana Santa”. Destaca que a pesar de llevar sólo tres años organizada, “podemos congratularnos del éxito alcanzado” porque “la Agrupación ha orillado las dificultades” que había para no procesionar “y ha logrado superar los propósitos iniciales, puesto que en un principio sólo aspiraba a dar salida un par de cofradías cada año”, pero en 1945, salieron cuatro, más el Santo Entierro y el Resucitado. Destacando la ayuda que “especialmente el Excelentísimo Ayuntamiento le viene prestando y a la vez por el desprendimiento y entusiasmo de los directivos nuestras cofradías vienen realizando importantes reformas y mejoras”. 

Una Agrupación que era presidida por el alcalde de Antequera, Francisco Ruiz Ortega, con el arcipreste José Carrasco Panal como presidente honorario y director espiritual de la misma. Junto a ellos, vicepresidente, Manuel Cuadra Blázquez; secretario, Francisco Gálvez Cuadra; vicesecretario, Fernando Moreno Ramírez de Arellano; tesorero, Ricardo de Talavera Gómez; contador, Ramón García Betes; cronista, José Muñoz Burgos; y vocales: Rafael González Salguero, Francisco Muñoz Checa, Gonzalo Ruiz Ortega, Francisco Ruiz Burgos, Antonio Gálvez Cuadra, Ramón Cabrera García y Ramón Solórzano Santolalla.

Sin duda, aconsejaríamos a los cofrades de hoy que repasaran esta Semana Santa para ver cómo un pueblo y los colindantes se volcaban en la calle con sus cofradías, comenzando en las propias iglesias con los cultos que son la base del sentir y celebración de la Semana Santa, para luego extenderlo a las calles en las procesiones de nuestras cofradías como hoy se sigue realizando.

 

 

 

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