viernes 26 abril 2024
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María Teresa Clavijo Pinto, camarera de Santa Eufemia: ‘Ojalá Antequera se vuelque con sus dos patronas’

Si la pasada semana hablábamos con Pilar Muñoz Blázquez sobre la Virgen de los Remedios, ésta lo hacemos con la de Santa Eufemia, María Teresa Clavijo Pinto. Esposa que fue del recordado Ángel Guerrero Fernández, presidente reorganizador y Hermano Mayor Honorario que fue de la Hermandad.

 

La Hermandad de Santa Eufemia que conocemos hoy, comenzó su reorganización en 1986, de quien solo queda una persona ligada a su cofradía, su camarera, María Teresa Clavijo Pinto. Era el año 1986 cuando “un párroco, el antequerano Manolo Cobos Hurtado, empezó a buscar una Gestora, tras la misa de la festividad de Santa Eufemia, presidida ese año por el entonces obispo de Málaga, monseñor Buxarrais Ventura”, empieza a compartir sin que sepa que la estamos entrevistando por razones obvias.

El entonces obispo, que vino hace unos días, mandó un claro mensaje: “Vengo a compartir con los antequeranos la alegría de la celebración de la festividad de su Patrona Santa Eufemia. Celebrar a una Patrona, significa tener en este caso a Santa Eufemia, como referencia para una vida cristiana a un cristiano, que ha vivido heróicamente su fe. Debe ser tenerla como estímulo, como ejemplo”. 

Años atrás, Ángel Guerrero Fernández (esposo de la camarera de Santa Eufemia que falleció el 16 de noviembre de 2016) clamó en estas páginas que Antequera tenía que recuperar las procesiones de sus dos patronas: Los Remedios y Santa Eufemia (los años 60 y 70 fueron complejos paras las procesiones). “En ello pusieron empeño el entonces vicario don Antonio López Benítez y la Agrupación de Cofradías con Federico Esteban al frente”. 

El Ayuntamiento de Antequera, por su parte, regala a la comunidad religiosa el nuevo pavimento del templo, con mármol de Sierra Elvira, en obras promovidas por el alcalde doctor Pedro de Rojas Tapia y el concejal Jesús Romero Benítez.“Un día, recuerdo que se acercó Manolo Cobos a mi marido y le dijo: ‘Ángel, me ha encantado lo que has escrito en ‘El Sol’ pidiendo que se recuperen las dos patronas. ¿Por qué no te encargas tú de Santa Eufemia? Y mi marido, que nunca supo decir que no a todo lo relacionado con Antequera, se puso a ello. Pero él quería que fuera algo en lo que se implicara toda la ciudad, y el cura Cobos le dijo que no se preocupara, que él daría los pasos”.   

Era entonces Madre Superiora del Convento Mercedes Pérez Rubio, hoy en Archidona; y Ángel Guerrero era además cronista de la Agrupación de Cofradías. “En la función religiosa de 1987, presidida por el párroco de Santiago Manolo Cobos, recordó que Antequera tenía dos patronas, de la importancia histórica de Santa Eufemia y la necesidad que los antequeranos retomen su Hermandad, para lo que convocó una reunión”. 

Así la Parroquia de Santiago acoge la creación de la Junta Gestora, “donde además del párroco, toda la comunidad parroquial ayudó en lo que pudo, con Paco González como carpintero, entre otros”, sigue María Teresa. El Párroco recalcó la importancia de recuperarla, ya que “se trata de la Hermandad que aglutina la Patrona del inicio del Cristianismo de nuevo en Antequera”.

Tras una votación se eligió como hermano mayor a Ángel Guerrero Fernández, asistido por Manuel Cascales Ayala y Salvador Ligero. “Ellos contarían con el asesoramiento del Párroco en lo religioso y del presidente de la Agrupación Esteban Vilchez en lo organizativo”. ¿Y dónde estaba el trono?: “Lo tenían las monjas guardado desmontado en una habitación vacía, diciéndonos que no lo utilizaban desde por los menos los años 50 y se pusieron a montarlo entre todos”.

Y llegó 1988, el año de partida para la actual Junta Directiva. Primera función religiosa con el nuevo hermano mayor, Ángel Guerrero Fernández. “Actuó la Coral María Inmaculada”. La teniente de alcalde Rosa Torres representaba al Alcalde. La misa fue oficiada por el párroco y capellán de la Hermandad, padre Manuel Cobos Hurtado, que lucía la casulla de Santa Eufemia, y por el padre Juan López Checa. En la homilía, el Párroco hizo un canto de fe a Santa Eufemia y a Antequera, reflexionando el sentido de sacar una “procesión nueva” a la calle como así fue a su término. 

“El Castillo lucía dos pancartas con el texto de “Antequera por Santa Eufemia”, pintadas por Adolfo Rodríguez, y el Ayuntamiento colocó los tapices municipales en la fachada de Santa Eufemia y Santiago. Después de la misa, salió la procesión y no recordaba yo tanta gente. Había mucha expectación por ver de nuevo a Santa Eufemia en la calle, ya que no salía desde que éramos niños”.

Tras salir de la Plaza de Santiago, pasó por Carrera, Descalzas, Cuesta de los Rojas, El Carmen, Niña de Antequera, Colegio, Arco de los Gigantes y encierro en Santa María. Se le ofreció una “candela” en la entrada al templo y una ofrenda de flores por jóvenes antequeranas vestidas folclóricamente.

“El trono fue decorado por Manuel Higueras y Antonio Cabanillas y don Manuel Cobos me nombró a mí camarera y tu padre dijo que lo fuera también la madre del párroco, que lo fue mientras vivió. Y desde entonces sigo yo hasta que el Señor y Santa Eufemia me den fuerzas. A mí me gustaría que mi nieta Eufemia fuera la próxima camarera de la Santa, porque quién mejor que ella para seguir cuidando de la Santa”.

Un año de apoyo de todo el mundo: “Ojalá todas las cofradías y Santa Eufemia en particular, tuvieran el respaldo que tuvimos ese año. Se me habrán olvidado muchos nombres, pero recuerdo cómo Antonio Bracho buscó hacer un guión comprando tela y poniendo parte del de la Cofradía del Consuelo. Los Estudiantes, donde mi hijo Ángel fue hermano mayor, pusieron los hermanacos que lucieron su banda verde. Los de Belén dieron horquillas y nos pusieron a la Virgen de los Dolores en la puerta del templo, la Parroquia acompañándonos todo el recorrido, los devotos tras Ella, las cofradías en el guión y el Ayuntamiento nos abrió Santa María para que la procesión no fuera tan larga y nos encendieron unas candelas grandísimas”.

Empezar sin nada de patrimonio

Recuerda que “Santa Eufemia sólo tenía la imagen, el trono antiguo y un escudo de estaño que había hecho Pepe Romero; nada más. Todo lo que se tiene hoy es por trabajo de los devotos y de los directivos”. Antiguamente, el trono era llevado por policías municipales, “por lo que empezó siendo hermano mayor Salvador Ligero y eran menos de 20 hermanacos los que la llevaban”.

Tras 1988, había que empezar a darle lo que la Hermandad no tenía, por lo que se empezaron “a hacer papeletas de Navidad, mis hijos con sus amigos montaban fiestas de Nochevieja, casetas en la feria, para recaudar dinero para mantener y potenciar el culto a Santa Eufemia”.

No se tenía la suerte de contar entonces con el Taller Municipal de Restauración tal y como tenemos hoy. “Ordenando papeles en casa he encontrado el préstamo que tuvo que pedir mi marido y mis hijos para restaurar por primera vez a Santa Eufemia. ¡Qué mal estaba! Como me dijo Madre Trinidad, Santa Eufemia dejó se tener el aspecto de una vieja, ya que tenía el pelo grisáceo, y volvió a ser joven como lo sigue siendo hoy”.  

Con las monjas, “siempre nos han animado a luchar por Santa Eufemia, como hacemos aunque ya no estén aquí, pero gracias a ellas sigue la iglesia abierta. Recuerdo a Madre Teresita Risquez Muñoz, quien ilusionada por el vacío que hubo entre los años 60 y 70, veía cómo la juventud amparaba de nuevo a su Patrona; y era quien nos decía cómo eran las fiestas en los años atrás… el acompañamiento en el Corpus Christi, la fiesta local que fue hasta que Francisco Ruiz Rojas fue alcalde,  y la procesión del Ayuntamiento y los curas en el Día de Santa Eufemia”.

Como camarera, lo da todo por su Santa Eufemia: “Antes era más joven y tenía mejor la vista, e hice de todo. Por decirte, el dosel que se le ha colocado este año lo hice yo lo que es la tela y Paquillo del Bricolaje la estructura. Bordé a mano, con puntadas como los bordados antiguos, con la aguja de arriba a abajo, el escudo frontal, que me pintó Ángel, basado en uno antiguo que había en el Museo y que le sorprendió al propio Jesús Romero”.

Al trono, se le fueron haciendo ampliaciones, y además del guión, fueron llegando bandas de prestigio y se precisaba cuerpo procesional: “Empecé haciendo las dalmáticas que hoy se siguen procesionando. Mis hijos compraban las telas y yo las hacía, tras pedirle unas a las monjas de la Inmaculada para tenerlas como modelo. Las fui haciendo también por tamaños para que mis nietas pudieran salir conforme fueron creciendo y luego se quedaban para quien quisiera ponérselas. También hice la ropa de los dos maceros, que como no nos dejaron las antiguas que tenía el Ayuntamiento, pues mi marido me buscó unas fotografías y yo las hice tal cual eran”.

En cuanto al ajuar de Santa Eufemia: “Madre Teresita  nos hablaba que antiguamente le ponían un velo como si fuera una monja cuando profesaba su fe, así como una corona y palma, pero nunca lo llegamos a tener todo. Tuvo que ser  Madre Trinidad Martínez la que nos encontró la corona y la palma y hasta el Sexto Centenario, no se dio con el velo antiguo, que nos lo dio Madre María de los Ángeles Álvarez Robles y que es como a mí más me gusta. ¡Los que quiero y tenemos en falta a nuestras monjitas, como le gustaba decir a su marido!”.

También es quien monta los estandartes y le hace pecherines y puños a la Santa: “Mi cuñado Juan le pintó a la Santa un retrato y el escudo de la Hermandad, y fuimos a Sevilla a comprar terciopelo, bordados en apliques y montamos primero dos estandartes, luego uno tercero con la pintura de Antonio Montiel y tengo un cuarto pendiente de terminar. Y como vimos en unas fotografías antiguas que le colocaban un pecherín y unos puñitos a la imagen, he hecho varios que se le van intercalando. Alguno de ellos las monjas lo almidonaron, otros me dio Pepe Romero telas antiguas y remates de plata y oro; y el último que le hice fue cuando murió mi marido que le puse un encaje de fondo negro, pero donde destacaba el color dorado”.

La complejidad del culto anual a una imagen

Tras el primer año, “empezaron a surgir problemas, como entiendo que les pasará a todas la cofradías, pero creo que a Santa Eufemia, más de la cuenta. ¡Lo que luchaba Ángel para que dejaran la casulla de Santa Eufemia para su misa! ¡Y las candelas, que llegaron hasta prohibirlas un año! O cuando no llegó nadie a Santa María para abrir las puertas y tuvimos que bajar de nuevo, pero por calle Fresca. No es algo de ahora, Madre Teresita nos decía que siempre había problemas, entre el clero porque todos querían presidir la misa; y con el Ayuntamiento con las dos patronas”.

¿Y qué opina de los de dos patronas?: “Lo mismo que mi marido pensaba y sé que mi familia. Antequera tiene dos patronas, una la que ayudó al Infante don Fernando a conquistar Antequera; y otra la Virgen de los Remedios; como está la Virgen de los Reyes en Sevilla y los santos Fernando, Justa y Rufina. Yo creo que deben ser los curas y el Ayuntamiento los que medien y apuesten por las dos, porque sé que entre ambas cofradías hay buena sintonía. Por decirte que José María Blázquez, nos dijo que su madre, Carmen Rojas Sarrailler, fue camarera primero de Santa Eufemia y luego de los Remedios, y que muchos de los directivos estaban en ambas. Yo espero que la unión sea un hecho y lo vea”. 

El Sexto Centenario

Suponemos que lo vivido en torno al 2010, de lo mejor que recuerda: “Fue como un sueño, como lo que nos decían las monjas que antiguamente se vivía con Santa Eufemia. De los años, me quedo con el 2009 al llegar y estar en San Pedro. Al no esperarlo, nos emocionó al  ver cómo nos abrieron las puertas del templo solo con la luz de las velas. Y luego, en el 2010, con la película que hizo Salvador Álvarez, la misa presidida por el Obispo, la colocación del cuadro de Pepe Romero en el Ayuntamiento, la Medalla de Oro, el día de fiesta, la procesión a San Sebastián un domingo por la mañana… ¡tantas cosas que se vivieron!”.

Y ahora… “Me gustaría volver los barrios como cuando era niña, llena de candelas en las víspera del Día de Santa Eufemia. Que la gente se implique con todo lo que sea nuestro. Que los domingos vayan los cofrades a misa, como hacen María Portillo, su marido, María José, Carmen y muchos más…”.

Hasta aquí la conversación de un hijo con una madre cuando ella le abre el corazón y él los tiene que plasmar para que los recuerdos no se los lleve el viento. 

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