jueves 25 abril 2024
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Manolo Porras, el apasionado del Balonmano que consiguió contagiar a toda Antequera

Con 11 años conoció este deporte en el Pedro Espinosa y luego, con 22, inició en La Salle la proyección de este deporte hasta conseguir ascender a Primera en 1979. De jugar bajo las órdenes de Teodoro García a formar una estructura de equipos de base en La Salle donde surgió el Balonmano Torcal que con Fernando Argüelles consiguió en 1979 el primer gran hito del balonmano local. Luego siguió siendo entrenador y ayudante en la cantera.

Todo maestro fue alumno antes y, como pasa en la vida, muchas veces el alumno supera al maestro; algo de lo que los buenos maestros se alegran con ello porque ven cómo aprendió y buscó su forma de superarse y enseñar a los que llegan. En Antequera, el Balonmano que se vive hoy en el Fernando Argüelles tiene sus raíces en Manuel Porras Aguilera, Manolo Porras, quien creció bajo las nociones balonmanísticas de los que fueron sus profesores de Educación Física en el Pedro Espinosa: Antonio Serrano Lima y Teodoro García Gutiérrez. Manolo creció conociendo la magia de este deporte que reina en Antequera, donde aquellas clases con Serrano y García se convirtieron en una pasión, una religión, una creencia, una forma de vida: el Balonmano según Manolo Porras, quien luego con 22 años empezó a ser profesor en La Salle y formar la familia que hoy se vive en el Argüelles.

Así pasó de jugar en el Pedro Espinosa en las ligas internas en los antiguos campos situados en el hoy solar del Ambulatorio, el antiguo Maulí o la Plaza de Toros; a jugar en Málaga y por España y ser campeones de la provincia y pelear en campeonatos nacionales. Pasaron los profesores Serrano y García y se quedó el alumno: Manolo Porras. Con 22 años, empezó a forjar como maestro una escuela con sangre de la tierra que llegó a romper barreras y conseguir en 1979 una de las fechas gloriosas ascendiendo a Primera Nacional con el Balonmano Torcal formado con los Blas Jiménez, Emilio Ruiz, Miguel Montilla, Cuqui Acedo, Antonio García, Juan Carlos Jiménez, Juan Palomo, Fernando Argüelles, Julio Gálvez, Javier Galindo, Antonio Burgos, José Carlos Rebollo, Pepe Castillo, Juan López Gómez, Adolfo Sánchez “Fofi”, Antonio González Galán y Damián Moreno Aranda. 

Manolo Porras, ya como profesor, formó un equipo con estudiantes de su colegio, al que se le fueron sumando viejos alumnos y otros jugadores que fueron ampliando el espíritu en este deporte. Fue la incorporación del mítico Fernando Argüelles, lo que les faltaba para regalar a Antequera los mejores años del Balonmano. De sus clases surgieron luego alumnos que se convirtieron en maestros, muchos de ellos profesores, entre los que podríamos citar por cercanía temporal a Lorenzo Ruiz Orelllana, que actualmente entrena al Iberoquinoa Antequera en Asobal, o los Soto, José Sevilla o Antonio Ortiz, tras muchos años aportando entrenadores, jugadores y directivos. Tras la dedicatoria por parte del Ayuntamiento de Antequera y del club de la puerta principal del Pabellón Fernando Argüelles, quedamos con él este martes 8 de febrero con quien conversamos entre las gradas y el banquillo del pabellón que se construyó por aquel ascenso del año 1979, del que es padre antequerano del Balonmano.

 

 

Todo empezó en el Pedro Espinosa

En la puerta de su piso en calle Diego Ponce, quedamos con el maestro para ir juntos al Pabellón donde le realizamos esta entrevista. Emocionado por recibir el homenaje en forma de puerta y felicitado una y otra vez durante nuestro trayecto, paseamos por las calles en busca del Pabellón. Se le quiere, se la aprecia y se le recordará. Elegimos la parte nueva de los graderíos tras el primer ascenso a Asobal y comparte sus recuerdos con fotografías, recortes de periódico y apuntes a mano. Era el año 1957, Manolo Porras tenía 11 años y estudiaba en el Instituto Pedro Espinosa. “Llegó un profesor, don Antonio Serrano Lima, que era un enamorado del Balonmano y nos empezó a hablar de este deporte. Las primeras clases las dábamos en un terreno grande que era de tierra, sin porterías. Para él, el Balonmano giraba en la base de todo lo que quería inculcarnos en cuanto a educación, competición, comportamiento, el respeto, cómo hacernos mejores personas…”. 

Las clases empezaban “habilitando entre todos el espacio que teníamos para adaptarlo a un campo de juego de Balonmano. La pista estaba en el anexo del Pedro Espinosa que colindaba con la calle Fresca con la Victoria y cerca de los Carmelitas. No había porterías, las pintábamos en las paredes, las áreas las trazábamos con piedras y hacíamos una especie de canalitos para que el agua se filtrara cuando llovía. Las equipaciones nos las teníamos que hacer nosotros porque no había y nos las preparaban nuestras madres; las pelotas eran de goma, las hacíamos como podíamos, con tela incluso”.

El profesor Serrano Lima empezó a confeccionar grupos de edades. “Nuestro grupo era el de 11 años, Chinchilla era nuestro capitán, hijo de funcionario que trabajaba en el Ayuntamiento. Nosotros nos llamábamos los bebés porque éramos los más pequeños. Empezó una liga con cuatro equipos que fue el origen del balonmano en el hábito educativo”.

En el Instituto recuerda a Fernando Ríos, Antonio Casaus, Pepe Rebola, Hidalgo, Lebrón, Macías… “y tantos otros con los que he jugado, entrenado y apostado por el Balonmano. Se me quedarán algunos, seguro, pero fueron unos años donde todo el mundo se empezó a volcar en la ciudad. Si se me pasa algún nombre… ya los recordaremos otro día más tranquilos”. Se muestra muy agradecido y no quiere dejarse a nadie atrás.

Manolo jugaba entonces distribuyendo el juego… Pero como suele pasar, cambio de profesores. “Se fue Serrano Lima y vino en su lugar, don Teodoro García Gutiérrez. Era un preparador nacional de balonmano, muy conocido en Málaga con gran conocimiento y sabiduría. Además, él daba ejemplo haciendo los ejercicios y jugando con nosotros como uno más del equipo. Tenía conocimientos pedagógicos, nos enseñaba los sistemas de juego, poniéndonos en posiciones diferentes. Con él se empezaron a hacer equipos, se implican a los Carmelitas, Capuchinos, Escuela de Artes y Oficios, La Salle… Se forma un núcleo de balonmano en Antequera”. Estamos hablando de finales de los 50 y principios de los 60.

Teodoro García Gutiérrez seguía los pasos de Antonio Serrano Lima y conoció al capuchino padre  Juventino y un hermano de La Salle con los que empezaron a promover ligas locales desde la OJE (Organización Juvenil Española) de Antequera, con sede en la hoy Casa de la Juventud. Don Teodoro preparó un equipo con los Gaona, Guerrero, Pepe Sánchez, Pepe Gutiérrez, Manolo Porras, Rebola, Guerra, Casco, Macías, Segura, Silvestre, Tony, Iglesias, y Casaus, entre otros.

Porras recuerda cómo “quedábamos en la OJE y teníamos que habilitar el campo sobre los terrenos que lo mismo servían para ferias de ganado como que se llenaba de matorrales. Entonces lo limpiábamos, lo pintábamos y teníamos nuestro campo de balonmano en el lugar que hoy ocupa el Ambulatorio. Se crea una liga que se va aumentando con algunos de los jugadores que nos habíamos formado en el Pedro Espinosa y de otros centros”. Tuvo muchos nombres, entre ellos el Balonmano Antequera OJE que comenzó a disputar competiciones federadas, como la primera provincial. Eran ya finales de los 60. Recuerda también al padre de Antonio González Galán como impulsor de las competiciones. 

Luego en Málaga “jugábamos amistosos hasta en la misma Plaza de la Marina donde ganábamos de calle, Antequera se hacía hueco en el Balonmano. Éramos unos avanzados en el juego gracias a Don Teodoro con quien jugamos en la Selección Malagueña compitiendo hasta en Madrid”. Fue en el Pabellón Cubierto de Madrid con ocho selecciones provinciales, quedando cuartos, en el velódromo que años más tarde ardió. Entre los jugadores malagueños: los antequeranos Manolo Porras y Antonio Casaus.

Y además de jugador fue árbitro: “Con tu padre, Ángel Guerrero, que lo fue todo para Antequera y el Balonmano. Ayudaba a organizar los partidos que te he apuntado en la zona de la Casa de la Juventud, consiguiendo que la liga se desarrollara con un gran grupo de amantes de este deporte y luego, contribuyó en los inicios del Balonmano Torcal y como periodista, conseguía que nuestros partidos llegaran a las páginas del Marca o del Sur, además de El Sol de Antequera evidentemente. ¡Qué te voy a decir de él!”.

 

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Manolo Porras con 22 años comienza a ser profesor en La Salle

Tras formar parte del surgimiento del Balonmano en la ciudad, realiza el servicio militar y a los 22 años regresa, comenzando su etapa como profesor en el Colegio San Francisco Javier de La Salle. “Nada más comenzar, recibo el apoyo de todo el centro, entre ellos del hermano Alberto que era árbitro de balonvolea, lo que hoy conocemos como voleibol.  Desde el colegio, tuvimos a los niños de Sexto, Séptimo y Octavo de EGB como cantera de lo que fue también el Balonmano Torcal, al que se le sumaban antiguos alumnos y de otros centros. Fue el inicio de una época que dura ya 50 años. Por ponerte de ejemplo al actual club, de La Salle y de mis clases surgieron Lorenzo Ruiz, entrenador en Asobal, los hermanos Soto con Jesús, Miguel Ángel y Paco, Emiliano Sanzo, Joaquín de la Linde, José Sevilla, Antonio Ortiz, Salva Rosado, Pepe Vegas, Joaquín Gallardo, Javier Sillero, Javier Cobos, Miguel Padilla… todos ellos más la infinidad de jugadores, entrenadores y hasta presidentes de nuestro balonmano que surgieron del colegio y del club”.

De los equipos provinciales, volviendo a finales de los 60, surge la base con cadetes y juveniles y todo fue un no parar. No quiere de nuevo citar nombres para no dejarse a nadie atrás, pero le salen agradecimientos de lo que es la familia del Balonmano. “No sé por dónde empezar, pero si hablamos de delegados del equipo desde Victoriano Gálvez, a Miguel Rebollo, Pepe Berrocal, Juan Luis Moreno o Miguel Padilla. Si recordamos a porteros del pabellón: Pacheco, Juan o Emilio. Entrenadores y gente que lo dio todo: Pepe González, Manolo Pérez Castillo, Sancho Melero, Pepe Rebola, Escobar… Antonio Ríos con la ayuda de la Caja de Ahorros de Antequera. En Málaga, buenas relaciones con los Alfonso del Álamo, Cazorla, José Hidalgo, Cristóbal Flores, Mogueira, Juanjo Fernández, Blas Becerra o hasta Antonio Carlos Ortega… Y entre los médicos: Manuel Gutiérrez Bueso, Pepe Rodríguez, Rafael Gómez, Juan Antonio Palomo o Martín González. Y de quienes ya no están con nosotros: Damián, Fernando, José Manuel Robles, Pepe Guerrero, Pepe Sánchez, José Manuel Robles, Paco Macías, tu padre Ángel Guerrero…”.

Destaca que “hemos sido un grupo con muy pocos medios, pero la gente respondía porque el Balonmano tira mucho. Ahora estamos en Asobal y todo empezó en nuestro colegio y por despertar en todos esta pasión”.

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El ascenso a Primera en 1979

Tras muchos años de trabajo, había una generación de equipos que apuntaban alto. En 1976, el equipo infantil del Balonmano La Salle fue en Málaga campeón de Andalucía y en Soria, medalla de bronce. En la 1978-1979, los cadetes fueron campeones provinciales y en Córdoba se proclamaron campeones de Andalucía y quedaron quintos en el Nacional en Lugo. Los infantiles fueron campeones provinciales en Málaga y de Andalucía en Jaén, en Mataró y Granollers quedaron cuartos de España.

El equipo estuvo a punto de ascender a categoría nacional, pero se quedaron en puertas de lograrlo. “Lo teníamos cerca, pero se tuvo que esperar otra oportunidad. Tuvimos la suerte de poder fichar a Fernando Argüelles, que era antequerano, pero jugaba en la capital. Necesitaba trabajar y en aquel tiempo se creó una empresa en el Polígono donde fue contratado y se vino aquí a jugar sin problema. Conseguimos ese año el ascenso a Primera tras ganar 29 a 24 al Ars Palma del Río en el último partido”. Fue algo único: “Tras años con equipos de la base destacando en diferentes campeonatos, había un equipo muy bueno y a pesar  de no tener medios y el nivel de lo rivales, conseguimos ascender. ¡Imagina la fiesta que fue la de poder ascender! Fue algo que celebró toda Antequera porque todos se sentían parte del equipo de Balonmano”.   

Ángel Guerrero apuntaba en estas páginas como “la mayor proeza del deporte antequerano” hasta la fecha con un equipo entrenado por Manolo Porras que había conseguido esa temporada: 17 partidos ganados en la liga provincial con 478 goles a favor y 240 en contra. En el sector, de los 3 partidos, 2 ganados y uno empatado. En la liga de Segunda División: 7 partidos ganados y 1 perdido con 206 goles a favor y 68 en contra. Con esos números fueron campeones de la Segunda División Nacional. 

Ya en la temporada 1979-1980, se tenía que jugar en un pabellón cubierto, por lo que tras el ascenso en junio de 1979, comienzan las obras que no pueden estar terminadas para el inicio de la liga, por lo que se tiene que jugar en Málaga hasta que se pudo inaugurar el 3 de febrero de 1980, para ser sede del Club Balonmano Torcal de Primera División Nacional de Liga. “Jugar en tu propio pabellón fue algo increíble. Era un equipo que lo daba todo para una afición entregada. El Pabellón se quedaba pequeño. Esa Primera sería la Plata de hoy, ya que no existía aún la Asobal como la conocemos hoy”. 

Sobre lo que aportó Fernando Argüelles, Manolo Porras destaca: “Era un portento, con un gran físico, un zurdo extraordinario, alguien que tenía unos recursos magníficos. Era salir a la pista y darlo todo y animar a los compañeros y a la grada. Además, era el líder en el campo. Cuando había que marcar el gol decisivo, él lo lanzaba y lo conseguía”. Fueron años de adaptarse con la filosofía de la base y en la que “a Carlos Rebollo lo cambié de portero a pivote y la coordinación entre ellos dos fue fundamental. Las ganas y el apoyo de esos años fue de lo mejor que se ha vivido aquí con un proyecto de la casa”.

Del gran Fernando tiene muchas anécdotas y vivencias. “Se me viene una a la cabeza en Elda, una ciudad muy arraigada en el Balonmano. Él nunca había ganado allí con sus anteriores equipos y al ganar con nosotros, al final del partido me abrazó emocionado porque consiguió ganar al fin. Era un campo muy duro, y lo conseguimos en nuestro primer año en Primera”. Comparte con nosotros muchas vivencias y tras el ascenso, el primer partido en casa tras inaugurar el Pabellón el 3 de febrero de 1980, ante el Tres de Mayo de Tenerife el 10 de febrero, que nos ganó por 23 a 29. Por cierto, que el primer gol en el nuevo pabellón lo marcó en el minuto 3, cómo no, Fernando Argüelles. 

Guarda un recuerdo personal en esa época cuando pudo volver al Pabellón tras su lesión ocular. “Para mí fue muy emocionante cuando después de un desprendimiento de retina, vine al Pabellón a ver al equipo con mi mujer. Aunque yo quise pasar desapercibido, los jugadores me vieron y empezaron a aplaudirme y la gente se dio cuenta y me aplaudieron todos. Yo lloraba mucho porque sentí el cariño de la gente y no poder estar con ellos”. Tras su etapa como entrenador, fue presidente del club un año, hasta que regresó a los banquillos a la base para entrenar. “He estado también de segundo de los entrenadores a los que les di clase, desde Lorenzo a Sevilla, Paco Soto… viajando a sectores donde volvimos a demostrar el potencial de nuestra cantera…”. Sin duda, una vida entre banquillos, carretera y pabellones con el Balonmano como forma de jugar, de aprender, de vivir, de mostrar las cualidades del Deporte.

Dejó los banquillos y no se pierde partido de balonmano que haya en el Argüelles, donde destaca el impulso que está tomando el femenino. “El balonmano femenino tiene una disposición, una entrega y un compromiso diferente hoy al masculino que se está centrando en la fuerza, el lanzamiento y la altura de los jugadores. Aquí vimos a las panteras con el equipo holandés con un primer partido en el que disfrutamos verlas ¡Qué manera de jugar! Tienen más recursos y basan su juego en menos fuerza y más alternativas. Es otra cosa, disfrutan del balonmano que me recuerda al antiguo, al de nuestros inicios. Luego me gusta mucho el equipo de ellas que juega en Antequera. Y qué decirte de la labor que están haciendo Jesús y Paco Soto y Emiliano Sanzo, entre otros, con los equipos femeninos de la base con la coordinación de Miguel Ángel Soto”. 

 

 

El Balonmano hoy y el nombre en su puerta

Para terminar, le preguntamos qué le parece que lleve su nombre la puerta principal: “Esa puerta la compartiría con toda esa gente que entra a ver y sentir el Balonmano, con todos los que forman parte de este deporte, los entrenadores, jugadores, directivos, aficionados… Es la puerta de todos los que vivimos lo que supone el Balonmano en Antequera”. 

¿Cómo le llevaron a ir sin sospechar nada? “Mi hijo me dijo que teníamos que ir antes porque se iban a presentar los equipos de la base aprovechando el partido. Cuando iba de camino, algo vi raro, porque me dijo que esperara y os vi por allí con las cámaras. Luego ya cuando Manolo habló y se descubrió mi nombre me emocioné. Pensé en todas las personas que he conocido, con las que hemos disfrutado, todo lo que hemos sufrido, en todos los que estamos alrededor de esto. ¡Somos una gran familia los que tenemos al Balonmano como centro de nuestra vida!”.

¿Qué le dice a ese niño que empiece a sentir la atracción por el Balonmano?: “Que juegue, que disfrute y que entre todos hagamos una Antequera un poco mejor. Que aprendan a saber ganar y a saber perder, respetando al contrario y a los árbitros. Mi norma es que los árbitros son un lance más del juego, no hay que obsesionarse con ellos”. El Balonmano para él es… “Algo con lo que me he identificado desde el principio, he luchado por ser mejor,  me he llenado de valores, me he rodeado de compañeros increíbles y he intentado ser mejor persona por el Balonmano. Y con el gesto de la puerta, estoy muy agradecido al Alcalde y al Ayuntamiento, al Club, a la ciudad, ha sido un detalle que me ha llegado muy dentro”.

Para terminar, su mujer, Mari Loli, siempre con él. “Mi mujer, mis niños y ahora mis nietos han vivido el Balonmano como yo. Mari Loli me ha acompañado a muchos viajes, muchas veces sola esperando que yo volviera… Ella veía cómo disfrutaba con el Balonmano y siempre me ha respaldado”. 

Como él dice: “Un entrenador tiene que ser humilde” a lo que añadimos: y maestro como él. Su nombre marca el camino de los aficionados, de la base que hace latir cada vez que acuden a animar a su equipo al Pabellón. Manolo Porras, el padre del Balonmano en Antequera. Hizo surgir los campos de la nada, embrujar a la afición con un equipo, ascender por primera vez a lo más alto y conseguir levantar el Pabellón. ¡Gracias, maestro!

 

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