lunes 9 diciembre 2024
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Pepe Palomo tras ganar el Athletic de Bilbao: “Salté de alegría, lloré, me abracé a mi hijo…”

En la vida hay momentos, hay cuestiones que tienen un significado puro, diferente, distinto a lo más habitual. Apartado de las mayorías, pero con raíces puras, honestas, llenas de significado y carisma. Una de ellas es poder ser seguidor del Athletic de Bilbao, que se proclamaba campeón de la Copa del Rey de Fútbol, 40 años después de la última vez que lo consiguiera.

En Antequera existe ese sentimiento, lo hubo con las generaciones de Pichichi, Gaínza, Zarra, Iríbar, Rojo, Dani… y más reciente de Julen Guerrero, o los hoy: Unai Simón, Yeray, De Marcos, Muniain o los hermanos Wiliams. Y Antequera estuvo en Sevilla en la Copa del Rey, su torneo.

Podríamos quedar con una legión de seguidores del Bilbao en Antequera. Lo haremos algún día. Pero hoy quedamos con un león, con José Francisco Palomo Martín, quien con 48 años, fue uno de los aficionados del Athletic que vibró con la victoria del título junto a su hijo Pepe de 11 años.

Pepe Palomo nació en Antequera el 6 de noviembre de 1975. Hijo de la añorada Loli Martín Luque y de José Palomo Ruiz. Es el mayor de tres hermanos, por delante de Almudena y David. Su pasión por el Athletic le viene de niño. “Hasta lo 10 años vivía en calle Camberos, donde tenía un vecino, Ramón Rosas Morales, que era del Athletic. Y mira por dónde, me aficioné de este equipo”.

Estudió en el Romero Robledo y “en aquellos años no teníamos patio y teníamos que jugar en el solar de las Hermanitas, en lo que hoy es Fernández Viagas”. El fútbol, cómo no, era el deporte oficial de las clases y el de los recreos y tiempo libre.

Con esa edad de colegio, el jugador que recuerda como referente de su equipo era Sarabia, pero después vino su ídolo antes, ahora y para siempre: Julen Guerrero. “Mi número en todo es el 8 y lo es por Julen Guerrero. Me tocó ver su explosión como figura del Athletic y de la Selección. Y para mi generación, Julen Guerrero lo fue todo. Si me vecino me despertó mi interés por este equipo, Julen me marcó y consiguió que quedara grabado en mi corazón y así sigue”.

En aquellos tiempos no estaba el fútbol todos los días en televisión. “Yo seguía al Athletic por la radio, en casa escuchábamos la Cope donde seguía sus partidos. Nada más sentir lo que se palpaba por la radio, y sabía si el gol era de los nuestros o de los otros. Hasta el sonido de San Mamés es único”.

Es el primer bilbaíno en casa. “Mi padre es del Betis y mi hermano del Barcelona. De niño, recuerdo que mis abuelos me compraron en Barcelona, al visitar a mis tíos que emigraron allí, una equipación del Real Madrid. Tenía 5 años y no me la puse nunca porque me estaba enorme”.

Además de su pasión por los rojiblancos, le gusta el fútbol en general. “A mí siempre me ha gustado ver el fútbol, juegue quien juegue. Los primeros partidos por televisión los vi en el Carreteros 10. Recuerdo un Athletic-Barcelona en San Mamés que marcó Julen Guerrero y lo celebré como una final”.

Ver el fútbol del Athletic
Fue el inicio de quedar con otros aficionados a este equipo. “Luego quedábamos en la sede de IU en calle Botica, donde había varios forofos del Athletic y dejaban que fuéramos a verlo. Lo normal de otros sitios era poner al Madrid o el Barcelona, pero no al Bilbao, así que aprovechábamos”.

De ahí fueron ampliando los lugares de reunión. “Es sorprendente lo que te une este equipo. Te conocen como seguidor y te llaman para verlos partidos juntos. Otro de los sitios donde podías ir a verlo era el “Churri” que también era seguidor del club”.

Luego empezó la época de los partidos en casa de la familia o de los amigos. “Uno de los templos míos es la casa de mis suegros, María Jesús Rodríguez y Manolo Morente, donde, por cierto, he visto todos los partidos de la Copa de este año, salvo la final, y me dieron suerte. Habrá que seguir este ritual a partir de ahora”, sonríe al león con sangre antequerana.

Pepe se casó con María Jesús Morente Rodríguez en 2006. Ella sigue la afición del deporte en Pepe, que fue jugador del fútbol sala. Hace 11 años tuvieron a su hijo, Pepe, llamado así también como el padre. El pequeño más que aficionado al Athletic es seguidor de su padre. “A él le fascina verme cómo me pongo con mi equipo”.

La final. “Pues ¿a quién no le iba a gustar ir a Sevilla a ver la final? Pude porque mi amigo y seguidor también de los leones, Juan Álvarez, me hizo una gestión para que pudiera comprar dos entradas y así lo hice. Fue otro gesto más que agradecerle. ¡Podría ir a ver la final y lo hice con mi hijo!”.

Era ver de nuevo a su equipo en directo, pero en una final. “Yo he ido cinco veces a verlo a Bilbao. Las tres primeras al viejo San Mamés, y en las tres perdió, ya que le tocó el Barcelona de Messi. Eran años en los que no podías hacer nada. Y las dos últimas ocasiones ha sido al nuevo estadio, con el Eibar y el Valladolid y ya he podido saborear una victoria en casa”.

¿Qué se siente distinto en Bilbao? “Es brutal, en el antiguo alucinas por el encanto de campo histórico, puro y ambiente eterno. Y el nuevo es descomunal, moderno, con mucho color”. ¿Cómo es la afición? “Es señorial, es familiar… vas por Bilbao y la gente te ayuda, no tienes ningún problema, de 10. Hay mucha gente joven”.
¿Nacer allí es hacerlo también del Athletic? “Es una de las cosas buenas que tienes. Los niños nacen con su carné del equipo, les regalan sus pijamas y crecen con este sentimiento. Aquello es otra historia”.

Únicos en el mundo
¿Y qué tiene ser seguidor de este equipo? “Es algo que como decía el lema de la final: somos únicos en el mundo. Mantienen un camino de confiar en gente de la tierra, por el que, por ejemplo, si yo fuera de Bilbao y a mi hijo le gustara y jugara bien al fútbol, podría jugar allí. Las oportunidades que le dan a la gente de casa son increíbles. Te digo lo que dijo Muniain con cada letra de Athletic: A de ambición, T de trabajo, H de humildad, L de lealtad, E de esfuerzo, T de tesón, I de implicación y C de compromiso”.

Él había seguido por televisión todas las finales de los últimos años, pero esta vez era distinto: iba a verla en directo… “Antes ha habido de todo. Quizá la más dolorosa por la Europa League en 2012 cuando perdimos contra el Atlético de Madrid. O la de la Copa del Rey en 2020 contra la Real Sociedad”. Pero al fin llegó la victoria.

Vamos a la final vivida. “Cuando dejas atrás al Barcelona y al Atlético de Madrid, te ves obligado a ganar la final. Pero en frente estaba el Mallorca, que también era digno finalista. Una pena que sólo pueda ganar uno. Ese día fue inolvidable. Llegamos a Sevilla con un ambientazo por las calles increíble. Fue una locura y una sensación de unidad, de ir todos a una. Entramos al campo casi dos horas antes y fue una pasada ver cómo las dos aficiones animábamos a nuestros equipos”.

El partido. “Y va y el Mallorca marca primero. Era el minuto 21 y Dani Rodríguez nos amarga la final. Se tuvo que esperar al segundo tiempo cuando Valverde cambió y el centro del campo y varió el juego. Y Sancet, el número 8, mi número de la suerte, va y empata. Quedaba mucho partido, pero era una final y ambos equipos buscaban ganar, pero sin poder desarrollar el juego que les había llegado a la final. Y llegan los penaltis y era una lotería”.

Llegaba el lanzamiento decisivo y… 40 años después, el Athletic campeón de Copa del Rey. “Salté de alegría, lloré, me abracé a mi hijo, no parábamos emocionarnos y lo hicimos también con los que estaban al lado. No nos conocíamos, pero todos éramos de este equipo y fue una fiesta”.

Fue el día. “Sentí una liberación de tantas emociones, de tantos años jugando bien, con una nueva generación de oro de este equipo. Lo vivido no lo olvidaremos. Todos los que somos de este equipo lo sabemos. No lo seguimos porque gane siempre, lo hacemos por su valores y por cómo juega. Y de vez en cuando, también nos gusta que gane”.

Como buen seguidor, le pedimos un mensaje para el entrenador Ernesto Valverde: “Que siga con nosotros, que sea nuestro Alex Ferguson”. ¿Y a los jugadores? “Que sigan defendiendo los valores del club como lo han hecho hasta ahora. Es normal que muchos jugadores tengan ofertas de otros equipos, pero aquí no van a sentir esa comunión con los seguidores. Ojalá muchos sigan los pasos de Julen Guerrero y se mantengan dentro. Y si no, ya sabemos que hay por detrás muchos otros canteranos que puedan ocupar su puesto”.

¿Alguna anécdota de la final? “Pues mira, sí y con mi número de la suerte de Julen Guerrero, el 8… La camiseta que se puso mi hijo para ir fue la número 8, la puerta de acceso al campo fue… la 8, uno de los asientos tenía el 8, el 118. El empate fue del número 8, Oihan Sancet… Siempre el 8 en mi vida”.

¿Va a hacer algo por ganar la Copa? “Pues mira, no tenía ninguno, y me voy a hacer el primero: un tatuaje. Llevará la silueta de un león y la leyenda del Athletic Club”.
¿Le queda algo más por vivir? “Tras ver ganar una Copa del Rey, creo que ya me puedo dar por satisfecho. Pero ojalá podamos llegar lejos en Europa, y si no es ganando un título, al menos legar a cuartos o semifinales”.

Es informático y “dj”, ¿algo por hacer? “Se me ocurre… ¿te imaginas un día hacerles una fiesta y yo llevar la música? Es complicado, pero puestos a soñar, quién sabe”. Quién sabe la de vueltas que da la vida.

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