viernes 19 abril 2024
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Asunta Jiménez: ‘Dan ganas de “resucitar” a Pepito y a toda su familia’

Nació sevillana, creció cordobesa y vive como antequerana. Asunta Jiménez abanderó la voz del pueblo tras la Transición, antes de convertirse en un referente de la vida natural.

 

Una de las secciones que más cuajaron en el lector de estas páginas fue “El Rincón de Pepito”, mantenido en el anonimato inicialmente hasta que se difundió que lo escribía una atrevida, valiente y decidida mujer, Asunta Jiménez. Antes de ser referente en la apuesta natural, lo fue en estas páginas.

La hemeroteca de este periódico recoge noticias y artículos de grandes colaboradores que forman parte de nuestra Historia desde 1918. En el inicio del mes de septiembre, nos viene a la mente los diálogos de Eufemia y Remedios sobre el día a día de la ciudad en los primeros años de vida de “El Sol”, dando voz a lo que las calles pensaban.

Más de medio siglo después surgió “El Rincón de Pepito”, que se convirtió en un referente como escaparate de contar las cosas tal y como pasaban en la ciudad, en los años de crecimiento de la Democracia. Éstas fueron realizadas por Asunta Jiménez Pradas, quien abanderó el papel de la mujer dentro de la fase que se vivió en el cambio tras la Transición.

Entrevistar a alguien que tantas entrevistas ha realizado es complicado, por no decir osado, pero hay que intentarlo. Llevábamos tiempo buscándola y tras nuestra nueva relación durante la celebración del Centenario, lo conseguimos.

Más que una entrevista, fue una experiencia de hablar con alguien que luchó por el día a día de nuestra ciudad y sus personajes, en años donde los medios de comunicación eran el único de altavoz del pueblo. Y como pasa hoy, el “espejo” que nos gusta cuando es algo positivo y no tanto cuando refleja lo que somos y realizamos. No se dejó amilanar y defendió sus investigaciones, sus crónicas y cómo veía a la ciudad, a pesar de las presiones que recibió como toda persona que busca y defiende la verdad.

Un ejemplo de la libertad de expresión, algo que tanto tenemos en falta, pese a vivir ya en el siglo XXI. Sentados en el los jardines tras la Plaza de Toros, tras un paseo en las mañanas de nuestra tierra, nos aventuramos a una entrevista que salió “tal cual” como si fuera darle vida al “Rincón de Pepito”, pero unos cuantos años después.

Ella se preguntaría que su DNI dice que nació en un pueblo de Sevilla, El Rubio, pero que ella siempre ha dicho de sentirse cordobesa… A lo que sumamos que es… antequerana. “Mi padre era cordobés y mi madre sevillana. Se casaron en El Rubio y tuvieron seis hijos. Yo fui la última. Mi padre era empresario. Un molino de piensos y harina, y algo muy novedoso en aquellos tiempos: un cine. En el zaguán de mi casa, se “rodaban” muchas películas… porque descargaban los rollos (que eran enormes) en la puerta, y se llevaban hasta el despacho…”.

Antes de publicar esta entrevista nos acordamos de su anécdota del día de su nacimiento: el 28 de agosto. “Yo nací un 26 de agosto, mi padre fue a registrarme el día 30, y cuando le preguntaron, no se acordaba de la fecha exacta, pero sí de algo curioso: que yo estaba gritando desde mi cuna, mientras decían por la radio, que había muerto Manolete… y el oficial del Registro se sorprendió cuando mi padre le dijo “ponga usted esa fecha, porque de la muerte de Manolete, me voy a acordar siempre”. Y así fue. Nunca olvidó mi cumpleaños”.

Lo de cordobesa le lleva a recordar a su madre: “Un día de Nochebuena, mi madre se fue para siempre. Una leucemia se la llevó con 33 años.  Yo tenía dos años,  una lechuza como mascota, era la muñequita de mis hermanos y  todos los niños del pueblo eran mis amigos. Una de mis tías vino de Córdoba a vernos y pensó que me vendría bien cambiar de aires. Yo estaba muy delgadita en una familia de niños gorditos. Yo era una lagartija de ojos grandes, que corría delante de mis hermanos a los nueve meses y hablaba casi como ahora, antes del año. Decidió que unos días en Montilla, donde vivía, me irían bien. Y allá me llevó. Pero el destino, en forma de tos ferina, vino a desbaratar sus planes. Como mis tíos de Montilla eran funcionarios, me encomendaron a la pareja de la Guardia Civil, que viajaba en todos los trenes.  Y allí estaba yo, con una maletita pequeña, una etiqueta con mi nombre cosida a mi ropa, sin haberme subido nunca a un tren…y con dos guardias velando por mí, al encuentro de dos personas desconocidas que me recogerían al llegar a la Estación de Córdoba. Esto lo coge Almodóvar y te hace un pedazo de guión…”.

 

 

De Córdoba a Antequera

¿Cómo comenzó su aventura y pasión por Antequera?: “Desde el año 1957. Mi padre-tío fue uno de los cordobeses que descubrió Fuengirola. Cada año, a primeros de julio, camino de la playa, hacíamos una parada en Antequera. Mi tío-padre era agricultor y disfrutar desde la Cuesta de El Romeral, de las vistas de La Vega, era para él algo de lo que no se cansaba. Desayuno y paseo por la Alameda antes de encarar la temida Cuesta de la Reina, cada año, como un rito. También, entre mis amigas veraneantes en Fuengirola, había una antequerana, Conchita Muñoz Mitchel. Mantuvimos el contacto mucho tiempo, casi hasta que murió”.

De antequerana de paso a sevillana de chica, cordobesa de adopción… Un ir y venir por varias tierras. “Sí. Cuando terminé el bachiller superior de Ciencias, en los planes de mi tío estaba que yo fuera “boticaria”, porque ya había en la familia, pero para eso había que estudiar en Granada, y no pudo ser. El destino volvió a decidir por mí. Mi tío murió y estudié Magisterio en la Escuela Normal de Córdoba, que era la única carrera que se podía hacer  en Córdoba…aparte, claro está de Veterinaria, pero entonces, era considerada “una carrera de hombres”. Cuando ya pensaba que ser maestra, iba a ser mi final, el Destino volvió a decidir, en forma de convocatoria de oposiciones a Telégrafos. Nadie daba un duro por mi éxito porque daba clases particulares hasta las tantas de la noche, y tenía poco tiempo para estudiar… Incluso el preparador le mandó una nota a mi madre-tía para decirle “que yo iba a romper la buena fama que tenía su academia, y que desistiera de presentarme”.

Pero este señor no contó con la máxima de “las lagartijas son muy fuertes’: “Así es, saqué una nota estupenda. Había 2.500 presentados para 100 plazas: 75 para varones y 25 para mujeres. Fui  la número 7 de España y la segunda mujer, así que elegí plaza y me fui a Baena. Años después me trasladaron a Córdoba, me casé y… el destino vino esta vez en forma de ascenso de mi marido en el banco. Pedí la excedencia y nos fuimos a vivir a Fuengirola en 1970, después a Antequera en 1972, después a Nerja… Yo iba aumentando la familia y le propusieron a mi marido Torrox o Antequera… y como se ve la elección fue venir aquí en 1973, con tres niños pequeños y mucha ilusión”.

¿Cómo fue adaptarse a Antequera?: “Pues me convertí en ratoncillo de biblioteca. Como siempre me levantaba temprano, aprovechaba algunas mañanas para leer en la de la Caja de Ahorros, porque la tenía enfrente de casa. Aprovechaba las horas de mis niños en el cole y empecé a familiarizarme con las cosas de aquí”.

Se atrevió hasta con la política. “Yo era militante de UCD, con mi marido… incluso fui en la lista de las primeras municipales. Ya era raro porque no era común llevar  mujeres. Para que veas… el PSOE llevaba una y UCD llevaba dos. Cuando Calvo Sotelo, presidente del Gobierno, vino a Antequera de visita, tuvo un encuentro con los militantes de UCD. Las esposas de los concejales, acompañaron a su consorte, doña Pilar, a visitar la iglesia de San Zoilo, donde los chicos del Cristo Verde, formaron junto al trono. Yo estaba en el patio del Ayuntamiento, cuando vino una persona del Protocolo  a decirme: “Asunta, que las mujeres están con la esposa del presidente…”. Y yo contesté: me interesa más lo que diga el presidente, que lo que diga su mujer… Y me quedé”.

Seguro que Calvo Sotelo le diría algo. “Llegó el momento de la foto en la escalera (todo un clásico) y Calvo Sotelo me reclamó a su lado, y el fotógrafo tuvo el “detalle” de señalar que sólo había una mujer… y yo, que tal vez ya “gestaba un Pepito dentro de mí” dije: Justo es que entre tanto militante, se cuele una militonta. Y fue entonces, cuando Calvo Sotelo soltó una carcajada. Y todos saben que no era precisamente la alegría de la huerta… Hay una fotografía que lo prueba. Y luego si quieres hablamos de igualdad, y de feminismo… Afortunadamente las cosas cambiaban. No están cambiando ahora…ya  las estábamos cambiando entonces”.

 

 
 

Sus inicios en El Sol de Antequera

Suponemos que al escribir sus artículos, siempre le pasaría lo de la pregunta del político de turno, si es de izquierdas o de derechas. “Siempre, centro. Un día el alcalde Pedro Rojas, cuando escribía Pepito, me dijo en su despacho: “Los míos, te llaman facha…y los tuyos, te llaman roja… Sigue así. Vas bien”.

¿Cómo fue el romance de escribir en estas páginas?: “Pues… entre col y col, lechuga. De vez en cuando hacía colaboraciones sueltas, pero un día escribí una queja que estaba en boca de todos y no me apetecía hacerlo como quien era: presidenta de Antakira, miembro de varias directivas de distintas asociaciones… y me decidí por hacerlo con un seudónimo y el texto lo hice como si un niño lo escribiera. Ese día “nació” Pepito… Al jefe (tu padre) le gustó, a la gente le hizo gracia, y a la semana siguiente “nació” el “abuelo de Pepito”… y así fueron incorporándose distintos personajes, como el entrañable “Manuel”, que conversaba con el abuelo con más socarronería política de la habitual… incluso “Mobi”, un pececito, que asentía a todos los monólogos de “Pepito”.

¿Cuándo notó la influencia que fue su sección?: “Una vez, se me ocurrió intercalar que Mobi estaba enfermo…y supe que los hijos de un lector, pensaron comprarme un pez por si se moría… En serio. Yo no pensé que fuera tan leído. Me llevé una sorpresa cuando una agrupación carnavalesca,  se disfrazó  de la familia de Pepito y ese año, sus críticas las hacían caracterizados cada uno de un personaje. Fueron los componentes de  Fuentemora, en los principios del Carnaval de Antequera. Yo no los vi actuar, y tu padre me decía ¿Ves, niña, como estás calando? En otra ocasión, en la Caseta de la Airosa pintaron a toda la familia de Pepito como el dibujo que figuraba en la cabecera de la página, y que hacía mi hija. Esta vez medía un montón de metros y lo había hecho Antonio Cabanillas, el conocido pintor. Me emocioné”.

¿Quién era Pepito?: “Pepito era la voz de todo el que tenía un problema y la opinión silenciosa o silenciada de la gente corriente. Yo escribía para que nadie tuviera que dar la cara… y al final te la rompen. Pero lo pasé muy bien, la gente lo pasaba bien y en este mundo estamos de paso… Después de treinta años, podrías volver a leer una crónica de un pleno de aquellos días, y morirte de risa… y algunos iban en verso. Pero no solo hice Pepito. También hacía crónicas de los plenos y reseñas sociales”.

Suponemos que como siempre, el Periodismo tiene sus notas agridulces, pero merece la pena luchar por dar voz al pueblo. Además, hubo más secciones, como la de entrevistas. “Estoy muy orgullosa de mis entrevistas a antequeranos de la época. Fue una sección semanal llamada “Tal Cual”. Traté con mucho cariño a mis entrevistados y he vuelto a releer algunas en estos días. Estaría dispuesta a repetirlas. Más de 30 años después, siguen frescas y actuales. Lo curioso es que muchos se preguntaban quién estaba detrás de Pepito”.

¿Y cuándo se supo quién está detrás de Pepito?: “Ya después del Pregón de Feria de 1986, la cosa no pudo ocultarse… aunque muchos no se creían que una mujer hubiera sido tan pícara y tan guasona… y algunos preferían pensar que yo ponía la cara y que el que escribía era mi marido. Pero no. Puse la cara y…”.

También escribió en periódicos regionales y nacionales: “Sí, me puse en contacto con ABC y estuve de corresponsal varios años. Tengo una carta muy bonita de don Antonio Burgos, dándome ánimos, y cuando me fui dejé muchos amigos. Un día me llamaron muy temprano y me dijeron: Vete al Parador que Rodríguez de la Borbolla va a estar allí. Lo dejé todo y le entrevisté. No lo sabían ni en el partido, ni en el Ayuntamiento. Yo, llamé a tu padre para decírselo antes, porque no podía quedarme con la noticia para mí sola. ABC publicó mi crónica, y tu padre pudo contarlo en la radio esa tarde”.Tras su etapa en “El Sol”, colaboraba semanalmente con Radio Ecca y “me llamaron de Radio Antequera para algo que parecía estupendo, y me despedí con pena de Radio Ecca, con un certificado de los más de doscientos programas emitidos en los que yo era Juan Palomo: redacción, dirección, locución… Estuve todo el mes de noviembre de 1988, trabajando en radio Antequera. Juan estaba en control y me ayudó a entenderme con las clavijas. El director me propuso hacer guiones de programas, y se los hice. Conservo los proyectos. Desde las nueve de la mañana, que empezaba leyendo las noticias, hasta las dos”.

Y un día: “El director me llamó para decirme, que estaba contento con mi trabajo y que presentara un curriculum que iba a mandar mi contrato a Madrid…y que esperara en mi casa. Y esperé… Me retiré de todo y me dediqué a estudiar Naturopatía”. 

 

 

Su transformación en la Cocina Sana

“Y como la lagartija seguía estando fuerte,  mientras estudiaba monté la primera Escuela Municipal de Cocina Sana. Tuve mucho apoyo de Rafael Gómez Gómez, que ya estaba haciendo grande su Más y Más, y del  concejal de Consumo Javier Garach. Una amiga me prestó un local y el Ayuntamiento me consiguió la publicidad. Los carteles y los dibujos de la mascota de la Escuela, eran obra de mi hija Asunta. La casa de la Cultura me prestaba una sala para las clases de los niños. Nestlé me ofreció muchísimo material didáctico. Y otras muchas marcas comerciales colaboraron. Me di cuenta que la idea entusiasmaba. Fue una experiencia estupenda. Casi doscientos alumnos. Niños y mayores, aprendían a comer sano y yo sabía que estábamos haciendo algo importante”.

Veinticinco años después, “ya jubilada, con miles de fichas de pacientes, miro hacia atrás con satisfacción. Cuando pasé aquellos historiales por la trituradora de papel, muchas de aquellas personas se habían convertido en amigos. Algunos niños a los que ayudé a mejorar su salud, de forma natural, enseñándolos a comer sano y eliminando hábitos tóxicos, hoy utilizan la medicina natural para sus hijos.  Siempre fui respetuosa con la medicina oficial a la que hay que acudir cuando se la necesita, pero mi trabajo fue siempre prevenir y educar en salud”.

Si hoy nos agobiamos con el día a día, ¿habría que reflexionar en cómo fueron sus años de tanto ajetreo? ¿Y ahora, a qué se dedica?: “Estoy escribiendo la historia de mi familia. Mis abuelos, sus nueve hijos y sus veinte nietos dan mucho de sí.  Y por seguir haciendo dos cosas a la vez, como estoy acostumbrada, pues estudio Mitología Griega, que me resulta apasionante. Figúrate, los líos del dios Zeus comparados con las tertulias del corazón en la tele… no hay color”.

Terminamos y no le he preguntado por la pandemia. “En este año 2020 que nos ha tocado vivir, lo he sentido. Pero creo que es normal. Nos han contado por la tele que según lo que diga tu DNI, te mueres sí o sí… que te encierres y que no te pongas la mascarilla, y más tarde que sí, que te la pongas… El virus que solo mataba a viejos era capaz también de matar a jóvenes… y es un gran desconocido. Los test a los que parecían tener acceso los miembros del gobierno antes que los sanitarios… no nos dan tranquilidad… y el comité de expertos resultó que ni existía, ni se le esperaba. De verdad, que dan ganas de “resucitar” a Pepito y a toda su familia”.

¡Vamos a resucitarlo! “Hay un silencio cómplice en los informadores y la gente corriente se pregunta por qué. Como para no tener miedo. Pero como dije antes, a ratos. Un día piensas que el “canallavirus” no te va a tocar, y al otro te sorprendes pensando quién heredará tu vajilla, y te ríes… o te pones a llorar por los rincones. Confiemos en que las lagartijas son fuertes”.

Cedemos el final a Pepito, que le preguntaría: “¿Lo primero en tu vida?”. Y ella respondería: “Mi marido y mis hijos”. ¿Y qué quieres  ser de mayor?: “Una viejecita con buena memoria, buen carácter y buena salud”. Así terminamos esta entrevista de una mujer que se adelantó a nuestros tiempos, que no le importó arriesgar su día a día con tal de poner el dichoso “espejo” que nos agrada con la alabanza, pero perseguimos con la realidad. Su espíritu debe ser parte de nuestras metas en el presente y futuro de estas páginas. ¡Gracias, Asunta!

 
 
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