Han existido parejas entrañables en el amplio espectro de la cinematografía mundial y en muy diversos géneros. Desde los adorables Laurel y Hardy, Spencer Tracy y Kaltherine Hepburn, pasando por los explosivos Mel Gibson y Danny Glover, Eddy Murphy y Nick Nolte… existe una sin igual, la formada por Michael J. Fox y Christopher Lloyd, en sus interpretaciones como Marty Mc Fly y el doctor Emmett Brown.
La saga de “Regreso al futuro” de Robert Zemeckis (1985) no solo ha demostrado a lo largo de la historia, ser uno de los guiones más sólidos realizados en el género fantástico. Ha transcendido, formando parte de la cultura de los ochenta. El encuentro mantenido por los dos protagonistas de la película, ante los medios de comunicación y seguidores en el “Comic Con” de New York, nos hace recordar la grandeza del arte del cine y de muchísimos de los que fabrican esos sueños que nutren nuestro corazón, cuando miramos a la gran pantalla blanca.
El éxito y la verdad de “Regreso al futuro” fue, es y será, el cariño y la entrega del equipo artístico y técnico. En especial de sus intérpretes. Michael J. Fox es bandera de altos valores. Nos lo recuerda su vida profesional y desde hace tiempo su vida personal, en cada una de sus apariciones. El DeLorean de Marty ya no necesita plutonio, o una descarga eléctrica de un rayo de tormenta, incluso no necesita de ser empujado por una locomotora del lejano Oeste.
Es el corazón de Michael, junto al nuestro, el que hará posible que el DeLorean siga ofreciéndonos ese viaje maravilloso, al pasado o al futuro de nuestras vidas. De que todo es posible, si nos lo proponemos. Y eso, si que… “es muy fuerte, Doc”.
