sábado 27 abril 2024
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El visitante

Poco se fía uno, a estas alturas, de las producciones de las plataformas de contenido audiovisual. Hoy prima más la cantidad que la calidad. Me hace recordar aquella época videoclubsera en la que uno entraba al videoclub y tras mirar los estrenos estrella o novedades, me zambullía en la lectura de carátulas VHS de serie B. En la actualidad, parece ser que son ese tipo de producciones las que nos invade. Hay que convertirse en un buen olfateador de series o películas que merezcan la pena. Y si no, ir a caballo ganador, buscar un nombre que sabes no te va a defraudar, y el ejemplo lo tenemos en Stephen King.

De su dilatada lista de publicaciones, son pocas las que no han visto una adaptación televisiva o cinematográfica. “El visitante” es una novela de King, publicada en 2018. En 2020, apareció su adaptación en miniserie. Ver “El visitante” es disfrutar tranquilo de un postre en fin de semana. Sin interrupciones, sin prisas, saboreando cada instante, dejándote llevar en cada cucharada. La miniserie tiene una atmósfera típica de este tipo de relatos, a ello le acompaña la sólida labor interpretativa de los integrantes del relato. A modo particular, me encantan esas historias en las que tras un suceso dramático, vamos adentrándonos y conociendo las luces y las sombras de los diferentes personajes que lo circundan. Luego en un momento de la trama, varias siembras que se han hecho con anterioridad en momentos pasados, comienzan a tener una forma un tanto inquietante, desconocida y cada vez más amenazadora hacia sus protagonistas.

“El visitante” es un disfrute, tanto para quien guste de las historias de Stephen King, como para el que no. No se puede negar la factura literaria, base de la adaptación; como la visión visual por parte de directores que intervienen en la miniserie, con un talento más que demostrado en series como “Madmen”, “House”, “The Witcher” o “House of Cards”. King no es creador de vanos espantos o sobresaltos, se adentra y juega en tu psique, aviva la inquietud, la empatía y la certeza de que el más grande de los terrores no se encuentra bajo la cama, el armario o en un pasillo oscuro. Puede estar mirándote al cruzar un paso de peatones, o llamando en estos instantes a tu casa. Perdón… acaban de llamar. ¿No abres?… ¿Esperas visita? Puede ser un… visitante.

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