Por aquello de que la actual ministra de Igualdad en España, la mujer Irene Montero, gusta sobremanera de la equidad comencemos recordándole que Napoleón perdió su imperio en Waterloo y ABBA (grupo formado por dos parejas) lo reconquistó. Pues bien, con esta mujer, sí, con ella, como ministra de Igualdad, España ha perdido el sentido común y difícilmente lo va a recuperar. Ella debe presumir de ser, no un personaje, sino una personaja.
De esta mujer se dice que se formó en colegios concertados, que recibió las enseñanzas universitarias en la Autónoma de Madrid y que fue premiada con una estancia en Harvard. Pues en ninguno de esos escenarios educativos y académicos aprendió los valores del respeto, entendió el sentido del esfuerzo, conoció la importancia de la humildad, y superó las competencias básicas del saber estar con educación, sin soberbia y con respeto hacia los demás, sobre todos a quienes forman el cuerpo judicial de España.
En un mundo de tíos y tías, donde buena parte de la población ha sido acusada de fascista por vestir con elegancia, hablar con educación y utilizar el usted en lugar del tú, Irene Montero es el mejor ejemplo de tía que, sin esfuerzo alguno, alcanza el ministerio de un país que debe presumir de cuanto tiene de buenos valores, de cuanto ha heredado por mujeres y hombres que lucharon por un mundo mejor y de cuanto estamos obligados a transmitir a generaciones venideras. Pero, no va con ella ni con todos los satélites que tiene en su ministerio. Ha convertido la vulgaridad en su mejor fortaleza. Todos la aplauden. En el escenario no hay un coro elegante y estamos ante un público aborregado.
Cuesta imaginarlo, pero ahí la tenemos. Irene Montero es un insulto con mayúsculas a la inteligencia de todas esas mujeres que a lo largo de la historia han luchado con denuedo para lograr una verdadera igualdad fundamentada en el esfuerzo, peleada en la educación y demostrada con los resultados en sus diversas actuaciones. Las mujeres han sido, son y serán las jabatas del escenario humano. Pero las mujeres, las señoras mujeres, no necesitan de rostros como el de Irene Montero. Es vulgar y mediocre.
Sin embargo, ella es garantía de éxito ¿Dónde radica su éxito? Las plataformas visuales, las redes sociales, los millones de perfiles que cada uno se crea y el mensaje corto e impactante manipulado hacia las masas ha hecho de la sociedad actual una consumidora de cuanto se le pone delante. No se analiza; informativamente hablando las personas se beben cuanto se les pone delante. Irene Montero, es una tía lista (para quien esto escribe no merece ser denominada señora quien presume de decir “Sola y borracha quiero llegar casa”). Ella sabe leer en los ojos lo que la población quiere: mucho ruido y pocas nueces. Ella se lo sirve en bandeja y el éxito está garantizado. Irene Montero, por si no lo aprendió en Harvard, nunca debe no olvidar que las risas se vuelven llantos.
