viernes 22 noviembre 2024
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España, difícil de gobernar

La caída del bipartidismo nos está conduciendo a escenarios nunca vistos. Los resultados del pasado 20-D nos están presentado una España difícil de gobernar. El PP, con la corrupción metida hasta en la alacena, se resiste a abandonar una cocina en la que han venido trabajando los últimos años, pero siendo conscientes que se encontraban rodeados de ollas podridas. El caso Aquamed ha ahogado cualquier Esperanza. 
 
El PSOE, o lo que queda de sus siglas, no ha podido sacar peores resultados, pero se ha convertido en el objeto de deseo tanto del PP como de Podemos. Saben que son la llave de la gobernabilidad porque,  ninguno como ellos, a pesar de sus pésimos resultados son capaces de dar tanto por trincar donde sea. Rajoy no ceja en su empeño de pedir un pacto a un Pedro Sánchez sin carisma –totalmente perdido– que sabe que se encuentra en las puertas de la poltrona y que tiene claro que no indultará al PP. Sánchez está en su momento de gloria, el que nunca imaginó, y no lo abandonará ni con la presión de González ni la de Susana Díaz. 
 
De Podemos, podemos decir una y mil cosas. Han ninguneado al PSOE que lo ha encontrado en sus horas más bajas y tiene acorralado a Sánchez al que quiere comerse; ha hecho desaparecer del mapa a una Izquierda Unida, que desde Anguita sólo ha visto en sus filas a una camarilla de mediocres locos por estar pero no por ser y mucho menos por hacer. Por su parte, Ciudadanos –por muchos que nos cuente– no llega nunca a mojarse. No quieren moverse en la foto y les da miedo actuar. Ser neutro en política no vale para nada y eso pronto les puede pasar factura.
 
Los partidos nacionalistas son en esta ocasión las armas más dañinas, y al igual que algunos ya han hecho intercambio de actas como si de cromos se tratara. La corrupción del PP a nivel nacional y del PSOE a nivel andaluz ha creado unos hijos -universitarios todos- con cierto caché intelectual pero radicales en sus pensamientos y en sus formas. Todos surgidos al socaire de una universidad de la que han tomado una ideología pero no unos valores. Y en política ya se sabe. Cuando las ideologías se radicalizan y los valores se pierden, el Estado se cuestiona. Y eso es enterrar el trabajo del PP y del PSOE. ¿Aguantarán eso los barones populares y socialistas? Todo está por ver. 
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