domingo 24 noviembre 2024

Estoy rodeado

Cierto. Cada vez que me veo en las páginas de este periódico, no puedo pensar otra cosa. Miro a izquierda, derecha, arriba y abajo y me veo rodeado de colaboradores, que de una u otra forma están relacionados con la docencia. Así que hoy estas líneas están dedicadas a ellos (hay que tenerlos contentos).

Desde que comenzó a hablarse de esta tan temida segunda ola de nuestro cada vez más nombrado SARS Cov-19, se puso la lupa sobre la educación. Se decía que los colegios iban a ser focos descontrolados de contagios. Que no estaban preparados. Que era una insensatez abrir los centros docentes, y otras muchas opiniones. En cierto modo era cierto, sobre todo en cuanto a la preparación y medios disponibles en los colegios. Pero es en esas situaciones cuando nos sale el famoso espíritu patrio para lograr lo imposible.

Debemos poner sobre la mesa la inestimable ayuda y colaboración, y lo digo desde un punto de vista sanitario, que están prestando nuestros docentes. Han sido capaces de integrar en su rutina diaria protocolos y gestos que han frenado la propagación del virus en las aulas, han logrado que nuestros pequeños sepan que tienen que hacer en cada momento y lo hagan con una naturalidad envidiable. No se si lo habéis observado, pero en el momento de la entrada y salida de las clases, se saludan o se despiden sin necesidad de contacto físico. No se dan con los codos (cosa poco recomendable), no se acercan entre ellos… Y todo lo hacen sabiendo que algún día podrán volver a abrazarse, a darse las manos, a darse dos besos, o tres, o cuatro y no vemos en ellos el más mínimo reproche. Todo esto es posible en gran medida gracias a esos docentes que se han implicado con una situación que se nos podría haber escapado de nuestras manos sin su colaboración.

Desde aquí os doy las gracias y os animo a seguir con vuestro compromiso a pesar de la falta de recursos materiales y mucho más importante, humanos. Y no os quepa la menor duda, que si surgiera algún brote serio en un colegio o instituto se culparía al centro educativo, pero como se suele decir, eso va incluido en el sueldo. Sirvan estas líneas como reconocimiento silencioso de vuestro buen hacer. Prefiero los silencios sinceros a los aplausos que quedan olvidados y vacíos.

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