sábado 23 noviembre 2024
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Tengo la regla

Hace ahora unos días que saltó a la palestra el debate sobre la posibilidad para las  mujeres de obtener una baja médica por el hecho de tener dolores menstruales. Y se ha liado. Vaya si se ha liado. Lo malo no es el hecho de crear un debate más o menos interesante, lo malo es que seguimos anclados en el pasado. Desde que el ser humano decidió diferenciar las capacidades de los hombres y las mujeres, se ha estigmatizado a esta última en muchos casos por el hecho de tener la regla. Incluso para muchas sociedades y religiones se ha considerado y se sigue considerando impura a la mujer por el hecho de tener la regla. 

Pues bien. Ahora que se pone sobre la mesa una ley para que las mujeres puedan tener la posibilidad de acceder a un derecho como es la baja por enfermedad, que no debemos olvidar que es un derecho constitucional, por tener dolor menstrual, lo primero que se nos ocurre es decir lindezas como que vamos a tener a casi todas las mujeres en edad fértil de baja cada veintiocho días. Claro. Lo primero que se le pasa por la cabeza a una mujer cuando adquiere un derecho tan básico como este es aprovecharse de la situación y darse de baja. A ver si alguna vez entendemos […] en esta […] sociedad que las mujeres son lo suficientemente responsables como para saber hacer uso de sus derechos y obligaciones y que no necesitan de una tutela para ejercer su libertad.

Imaginemos por un momento que a los hombres nos doliera un testículo cada veintiocho días. Este derecho estaría regulado desde hace mucho tiempo y a nadie se le ocurriría decir que tenemos la cara suficiente para aprovecharnos de algo tan serio como el dolor, que por cierto, aunque sea algo subjetivo, en medicina hay suficientes escalas y métodos para medirlo. Pero claro a las mujeres no les puedes dar esa opción ya que la usarían para irse de compras en lugar de cumplir con la sacrosanta obligación del trabajo, mientras que los hombres antepondríamos siempre nuestras obligaciones laborales a nuestro bienestar físico.

Así que desde estas humildes pero sinceras líneas, doy mi apoyo no sola a esta ley que seguro es mejorable, sino a todas las mujeres que en algún momento puedan ejercer algo tan sagrado como un derecho laboral. Y a aquellos y aquellas que opinan que hasta ahora no ha hecho falta que esto se regule porque la mujer no ha necesitado decir que tenía reglas dolorosas sino callarlo y soportarlo en silencio, les invito a renunciar a todos los derechos sociales y laborales alcanzados, ya que todos ellos fueron tachados de absurdos en sus inicios. 

Seamos serios y hagamos un ejercicio de reflexión y pensemos si nuestras madres, mujeres, parejas e hijas harían un uso fraudulento de este derecho.

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