Tres jóvenes polacos trabajan con ahínco en el piso de mi vecino echando abajo tabiques. Los auriculares cascos con música son mi salvación cuando estoy en casa. Por otro lado, salgo de mi hogar tempranísimo para caminar, correr o ir a la universidad, y luego, a la vuelta, me hago la remolona. Compras variadas, lleno el depósito del coche y cambio la fecha de la compra del mes en el super, pero claro hay muchos días en la semana de faena y cemento.
En fin cuando intuyo que están comiendo los albañiles, no demoliendo, es decir a mediodía regreso a mi hogar y aprovecho para remover las lentejas hablar con mis hijas o ver Pasapalabra, lo único que me gusta de la tele, amén del informativo de La Sexta.
Vuelven los golpes. Friego la casa después de comer a ritmo de martillazos o lo que usen esas criaturitas, es para quitar un poco de polvo más intuido que real. No quiero ni pensar cuando empiecen a poner el alicatado de dos baños y una cocina. Toc, toc…
Pero no adelantemos acontecimientos aún están en con la demolición espero que controlada. Cojo la guitarra pero mi voz no puedo competir con los cascotes que caen, mi voz va a ser conocida más lejos de la avenida y no me conviene tanta publicidad, en serio. Es la hora de la siesta no la duermo, por supuesto, así que me voy a la otra punta de la casa y rescato la meditación trascendental. Oh yeah!
De nuevo auriculares y ordenador. Listening, listening y series o pelis. Por cierto que serie más buena Thegoodwife. La recomiendo es de Neflix siete temporadas y termina que es de agradece, pues las historias por muy interesantes que resulten tienen que tener un final, como la obra de mi vecino Rafa.
