A las 12,09 horas salía la Virgen del Rosario el domingo 9 de octubre de su iglesia de Santo Domingo. Lo hacía por tercera vez en un año, tras estar dos años sin salir. Un mes después de su participación en la Magna que tanto hizo brillar el patrimonio de las hermandades de Gloria de la ciudad.
Comenzaba a organizarse el cortejo, pero antes, en el interior del templo, los hermanacos que suben al hombro a la Virgen, meciendo al son de “Madre, tu dulce nombre” a cargo de la Unión Musical Hispalense de Sevilla. Momento que nos había pasado desapercibido hasta este año, al esperar siempre fuera la salida.
Pero fue un momento mágico con la Virgen, los hermanacos, la Banda y los devotos más cercanos. Encabezaba la procesión una cruz con dos ciriales y niños vestidos de dominicos y veinte monaguillos con túnica roja, entre ellos el Estandarte de los Patronos.
El joven Pablo de Rojas Sánchez al frente de diez hermanacos llevando el primer farol. Los guiones de las cofradías del Rosario y de la Paz, flanqueando al alcalde Manuel Barón. Directivos de Gloria y Pasión, así como la Regidora de las Fiestas, Reyes García, y el gran maestre de la Orden del Infante don Fernando y Santa Eufemia, Enrique Ruz, acompañando al hermano mayor de la Cofradía del Rosario, Enrique Cruces Herrera.
Sergio Castillo al frente de 20 hermanacos que llevaban el segundo farol, cobijando en su interior a Santo Domingo de Silos. Diez mujeres vestidas con mantilla y los tres arcángeles: San Miguel, San Rafael y San Gabriel, que se estrenaba este año (representados por Claudia Partal López, Marta Barrientos y Paz del Rosario Muñoz Narbona).
Tres jóvenes de monaguillo turiferarias y el cuerpo de siete acólitos con faroles en mano. Sol Muñoz Narbona que estrenaba la túnica de campanillero de lujo, realizada por su madre María Jesús Narbona. El color coral daba luz y gloria a este personaje propio de nuestras cofradías que se abre paso entre las hermandades de Gloria y da cuerpo al cortejo.
Seguía el templete de plata, dirigido por José Blas Herrero al frente de sus 44 hermanacos, vestidos con traje oscuro y camisa blanco. Tras la imagen de la Virgen, devotos acompañándola y la Banda de Música ‘Asociación Musical Hispalense’.
Comenzaba la procesión salvando las escalerillas iniciales dirección Pasillas, Peñuelas (con ofrenda floral de la Asociación de Vecinos de San Miguel), Carreteros, Cuatro Esquinas, Comedias (qué lujo ver una procesión pasar por ella), Cantareros, Lucena, Plaza de San Agustín, Infante don Fernando, Plaza de San Sebastián (parando en puertas del templo), Cuesta de la Paz con paso ligero y Plaza de Santo Domingo a las 15 horas.
Antes de terminar, de nuevo dentro del templo, la banda que interpreta “La Madrugá” de Abel Moreno para terminar la procesión, donde los hermanacos aprovecharon, durante el recorrido, las marchas de la banda sevillana.
El hermano mayor fue también el encargado de adornar el trono con flores blancas con lilium, rosas, alstroemerias, calas, boris, gerberas, nardos, matiolas, hipéricum y lisianthus.
La camarera Paqui Gálvez Torres vistió a la Virgen con encaje de la época, que hace contorno desde la cabeza, el rostro al nudo y lazo en los pies. Apostó por el manto de color morado con sus jarras de azucenas y símbolos antequeranos como patrona. Ayuda en el nudo antequerano por José María Moreno.
Lució el rosario de esmeraldas y el pinjante llamado Habido o encomienda dominica. De esmaltes y brillantes, el famoso Pelícano y gargantilla de esmeraldas.
Fue el final de una procesión de Gloria donde el Rosario apuesta por los cuerpos procesionales antequeranos y por calle Comedias como un paso propio en su procesión anual.
