viernes 22 noviembre 2024
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Domingo XVII del Tiempo Ordinario. Ciclo A. “Discurso en parábolas”

Por tercer domingo consecutivo hemos leído el capítulo 13 de San Mateo, titulado: “Discurso en parábolas”. Hoy se nos dice: «El Reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra, lo vuelve a esconder, y, lleno de alegría, va, vende todo cuanto tiene y compra aquel campo». Fijémonos en este detalle: «lleno de alegría, va, vende cuanto tiene y compra aquel campo». Todo es nada, en comparación con aquel tesoro.

No hace mucho falleció la cantante Tina Turner. Una mujer que además de su arte, dejó este consejo: «Le digo a la gente que tenga una vida espiritual. Una vez que te has comprado coches y ropa, el vacío sigue ahí, notarás que necesitas algo más grande».
Algo más grande, dice la cantante, es una vida espiritual. Y Jesús nos dijo que esa realidad inmensa que necesitamos es el amor.Llevamos toda la vida queriendo mejorar el mundo, y, cada día, tenemos más y mejores cosas, pero, por desgracia, tenemos menos alegría.
Dostoiesky decía en Los hermanos Karamazov: «Amigos míos, no pidáis a Dios el dinero, el triunfo o el poder, pedidle lo único importante: la alegría».

Pero para tener la alegría, antes hay que encontrar lo que la sostiene: el tesoro escondido que es el amor de Dios manifestado en su presencia, en su Palabra, en sus sacramentos y en el prójimo. Solo Dios puede darnos la verdadera alegría.

Porque la alegría es una consecuencia que brota del amor. Ah, cuando se ama, se nota hasta en las arrugas de la cara. Y cuando esto se descubre ya no queda otro quehacer, sino vivir como decía san Juan de la Cruz:

«Mi alma se ha empleado
y todo mi caudal en su servicio;
ya no guardo ganado,
ni ya tengo otro oficio,
que ya sólo en amar es mi ejercicio».

Porque sólo el amor puede darnos la verdadera alegría. La que vale más que la vida. El amor a Dios y al prójimo.

Ay, hermanos, nosotros decimos que creemos en Dios, en Dios que es amor, si probásemos el amor del Padre que se nos da en Jesús, el amor de Jesús que nos ama hasta dar su vida por nosotros y que nos entrega su Espíritu, entonces, llenos de alegría lo pregonaríamos por todas partes.

Porque sabríamos lo que significa esta pequeña parábola. Habríamos encontrado el tesoro escondido, Ojalá gocemos del verdadero tesoro: la alegría inmensa del amor del Señor que nos lleva a amar, porque nos sabemos amados.

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