Hay pregones de exaltación y hay pregones de devoción. Los hay de quien conoce a la cofradía y le apasiona y los que no les importa compartir lo que siente su corazón. Es lo que hizo Purificación Pérez Muñoz en el XXIX Pregón del Martes Santo el domingo 2 de marzo, tras el inicio del Quinario de la cofradía del Martes Santo.
El secretario Julio Matas Pozo condujo el acto, enlazando la misa con los cultos de la cofradía trinitaria. Cedió la palabra al pregonero del pasado año, Julio Matas Lara, quien destacó cómo es la pregonera de 2025, una mujer íntima, que vive su fe desde el interior y en la última fila, pero que este año le tocaba ponerse en el atril.
El Pregón del Martes Santo de 2025
Convencida de lo que es la fe, empezó con versos bíblicos: “Jesús apareció, llevando la corona de espinas y la túnica púrpura. Entonces, señalándole con el dedo, ante sus inflexibles y clamorosos acusadores, Pilatos exclamó: “¡Ecce Homo, éste es el Hombre!”.
Expuso que para toda la ciudad, la devoción se intensifica cada primer viernes de marzo con el besapié y donación de sangre: “Cristo derramó su sangre por nosotros y mediante ese acto, al igual que en tantas otras ocasiones,los donantes muestran su generosidad y amor de forma similar a la de Cristo, dan su sangre para los hermanos que lo necesiten”.
Compartió sus vivencias, sus peticiones, sus acciones de gracia al Rescate, como una devota más, ya fuera al besapié, o alumbrando de penitente o como parte de ese mar que sigue los pies del Señor. Emocionó cuando compartió: “él puso en mi vida a un guardia civil con mayúsculas, que lleva a su señor del rescate allá donde va desde que le conoció aquí en Antequera, que se ha convertido en mi marido y que me ha hecho crecer aún más como persona”.
Puri, como se le conoce cariñosamente, describió cómo se vive el Martes Santo desde la acera y la cera. Contemplando el esfuerzo de las camareras, de los hermanos mayores de insignia, de los cofrades. “Desde el anonimato de mi traje de penitente, en silencio, camino delante de Ti, a ratos contándote mis cosas, a ratos en silencio y en otros momentos rezando como tú nos enseñaste”.
Llegó al corazón con momentos como éste: “Hay otros muchos que rezan, agachan su cabeza, se hacen la señal de la cruz o simplemente te miran, con lágrimas en sus ojos, quizá recordando a alguien que ya no está o pidiendo algo que en este momento es muy importante para él”.
Como si fuera una procesión, llegó el momento del final: “Madre mía, Virgen de la Piedad, tu pueblo te reza, tus hijos son los que cantan. Dios te salve, Reina y Madre de todos los que aquí estamos”.
Y emocionó con su final: “Es Martes Santo en Antequera que el Martes Santo es de Cruz Blanca y Trinidad. Que el Martes Santo en Antequera es blanco, azul y rojo, es trinitario. Es Martes Santo de horquillas, mantillas, penitentes y cirios. Es Martes Santo de pies descalzos, de promesas, de oraciones y saetas. Martes Santo de Rescate y de Piedad. Es Martes Santo en Antequera y el Martes Santo está aquí ya”. Terminó y fue muy aplaudida.