La revolución sigue los plazos establecidos. ¿Alguien puede entender que unos trabajadores (dixit sindicateros), cercenen y amenacen los derechos de otros trabajadores (dixit los que pagamos impuestos), vociferando insultos y amenazas en boca, haciendo representar que defienden los intereses generales de todos nosostros?.
Dicho de otra manera o en lenguaje «obrero» de calle, los «sindicateros gubernamentales y policía laboral del gobierno», hacen la huelga contra los trabajadores que dicen representar y sus comercios o negocios, aquellos por cierto, que si no estuvieran abiertos, harían imposible la subsistencia y mantenimiento de estos «lobbys» de poder y corrupción tan frecuentes por desgracia en nuestra lamentable existencia como trabajadores «de segunda clase y en riesgo de extinción».
En democracia, en una democracia avanzada, podríamos decir claramente, que los sistemas «pandilleros-sindicalistas» puestos en marcha por los actuales sindicatos verticales y del Estado, no atienden al derecho de los ciudadanos ni a la ley vigente. Es una clara vulneración de las reglas de convivencia y una clara violación de los derechos fundamentales de los ciudadanos. En democracia, los ciudadanos eligen libremente y éstos son los únicos autorizados a decidir sobre su propia y personal decisión.
Estos sindicatos de «pan y circo», estos sindicatos anti-sistema, estos sindicatos anarquistas, estos sindicatos revolucionarios y estos sindicatos vendidos a las subvenciones del Gobierno, son parte responsable de la actual situación económica que atraviesa nuestro país. Socios de gobierno y parte interesada en el declive de nuestra economía, defienden las subidas de «impuestos», defienden el cierre «masivo» de empresas y defienden de manera miserable que todos nuestros recursos, ganados con el sudor de nuestra frente, vayan a parar a las «arcas del Estado». El motivo, muy fácil, si el «Estado» no incauta, ellos (los sindicatos) no «trincan».
Con cinco millones de trabajadores actualmente en paro, los sindicatos se dedican a romper cristales, pinchar ruedas, quemar contenedores y a meter miedo a la poca población activa que subsiste. ¡Si esto es democracia!, yo soy sindicalista.
En España, hoy tenemos un gran problema educativo que crea «paro», tenemos un gran problema inmigratorio que crea «paro», tenemos un gran problema familiar que crea «paro», tenemos una nefasta clase política que crea «paro», tenemos una gran corrupción institucional y de organismos que crea «paso masivo», tenemos un sistema judicial colapsado que crea «paro», y sobre todo tenemos un gobierno soberano e inepto que crea todo el paro de todo lo anterior.
Pero claro, el gobierno socialista obrero sindicalista (PSOE-UGT), no va a dejar de pagar las facturas que «los sindicatos emitan», aunque sean sin IVA, y lo más fácil es amenazar y destrozar el día de trabajo de miles de personas indefensas e impotentes ante los abusos de su gobierno y de sus sindicatos colaboradores y cómplices.
El socialismo, se caracteriza por enriquecer a los ricos, «sus ricos» y arruinar a los pobres. El método, los de siempre, ser obrero y ser español. La «democracia verbal y de palabra» que imponen estos señores es sólo eso, «verbal», pero día a día y uno por uno, cada persona y cada español, va cayendo del guindo. El sindicalismo, augura la caída del «imperio socialista» y de todos los españoles con él. El imperio romano, cayó de la misma manera, inventando subsidios, comprando voluntades, tirando moneda, gastando más de lo que se debía y sobre todo llamando «estado del bienestar» al «estado insostenible».
Hoy, en España, de cada 100 euros, el empleo es el siguiente: 50 euros se pierden por el camino (ya sabemos que al final todas las obras cuestan el doble de lo presupuestado), 25 euros son aquellos que nos dejan para comer y vivir (ellos lo llaman economía sumergida) y los últimos 25 euros son aquellos últimos que luego encima pedimos prestados para pagar el resto de la obra teatral que se representa en este país. ¡Si algún día «los sindicatos» de este país denunciaran alguna de estas injusticias que asolan nuestra «patria», no lo duden, yo sería el primer sindicatero!
FRANCISCO SIERRAS PALOMO