sábado 14 diciembre 2024
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Adiós a un entrañable establecimiento, Pensión «El Gallo»

 

A la ciudad les dan prestigio sus grandes hoteles, pero no siempre los hubo. No hace tanto los hospedajes eran las posadas, pensiones, en que el visitante se sentía como en casa. Hubo hoteles como el Universal, el Infante, el Colón y otros, pero fueron desapareciendo hasta que el Albergue y los más recientes, se convirtieron en centros ideales para el visitante, para el turista.

 

De esas Pensiones citadas, podríamos citar «Toril» –que se reconvierte de manera positiva–, Colón y, sobre todo, en este caso, la Pensión «El Gallo», un establecimiento que hemos conocido «desde siempre» en la Plaza de San Sebastián. Lo regentaba la familia Calderón y el 14 de septiembre de 1956, lo adquirieron Antonio Benítez Ruiz y su esposa María Pérez Domínguez. El matrimonio, ayudado por sus hijos Josefa, Antonia, Pepe, María e Isabel, dirigía el establecimiento que se fue ganando merecida fama por su calidad, muy superior a lo que correspondía a su calificación de «hostal» o «pensión». Ahora, vamos a decir adiós a ese establecimiento emblemático de la ciudad…

De ellos nos habla Isabel Benítez Pérez, casada con un amigo entrañable, Pepe Pedraza Aguilera, el conocido conductor de Casado, empresa que dejó para ayudar a su esposa en la Pensión y, además, «dar carrera» a sus hijas, Carmen (Profesora de la Universidad de Málaga con plaza en propiedad) y María José (ATS diplomada en Criminología) modelo de hijas en todos los sentidos, que respondieron con brillantes notas al esfuerzo de sus padres.

 

Isabel, nos dice que «en 1986, poco después de morir mi madre, nos hicimos cargo de la Pensión mi marido y yo. Renovamos las camas y todo su equipamiento, en Galerías Confort, mediante un préstamo que fuimos pagando puntualmente… Del bar se ocupaba mi hermano Pepe, que lo vendió años después. Desde el principio, comprendimos que el éxito de un establecimiento es conseguir que el cliente se sienta como en su casa y, gracias a Dios, hemos tenido una clientela excepcional… Tenemos amigos en toda Europa y España y por ejemplo en Navidad nunca faltan felicitaciones que nos llegan de Francia, de Mallorca y otros sitios. Por ejemplo ese gran artista que es Eloy García, desde que se fue a Málaga con su familia, siempre venía a la habitación principal que da a la Plaza de San Sebastián, en Semana Santa.»

 

Nos extraña que funcionando tan bien se cierre este establecimiento… «Sí, y tú no sabes lo que nos cuesta… Pero es por culpa de la crisis y, sobre todo, de los aparcamientos… Yo comprendo que se quitan porque habrá razones, pero a establecimientos como el nuestro nos han destrozado. Fíjate que ahora mismo no se puede aparcar en la Plaza de San Sebastián, ni en calle Nueva, Encarnación, ni Zapateros… Clientes que han tenido que aparcar en Capuchinos, por ejemplo, o unos trabajadores que estaban haciendo unas conducciones, dejaban sus vehículos en el Arco de los Gigantes, de donde se los llevó la grúa. Al día siguiente uno y otros vinieron a decirnos que estaban muy a gusto, pero que así, sin sitio para dejar el coche no podían… Y se nos iban. Por eso digo que sus razones tendrán, pero a los modestos nos destrozan, porque hemos contado con ellos toda la vida y nadie nos ha tenido en cuenta…»

 

Y, entonces, a cerrar… «Sí, porque nuestras hijas tienen sus carreras y nosotros no podemos con lo de los aparcamientos, así que aunque nos gusta nuestro trabajo, y a pesar de tener edad para jubilarnos nos hubiera gustado seguir unos años más, decimos adiós… Será muy duro, pero no nos queda otro camino… Y ahora, pues a disfrutar en mi casa donde ya recibiremos a nuestros clientes de siempre, pero en plan familia, sin pensión… Arrendaremos las habitaciones para oficinas, dentistas o cosas por el estilo, pero nunca para pensión…».

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«A mi padre y a mi hermano, como somos de esos sitios, les gustaban muchos las pandas de verdiales que tenían como costumbre fija ‘bajar’ hasta Antequera ese día… Pero cuando se vendió el bar, dejaron de venir, no sé por qué…»

 

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«Sí, porque nuestras hijas tienen sus carreras y nosotros no podemos con lo de los aparcamientos, así que aunque nos gusta nuestro trabajo, y a pesar de tener edad para jubilarnos nos hubiera gustado seguir unos años más, decimos adiós… Será muy duro, pero no nos queda otro camino… Y ahora, pues a disfrutar en mi casa donde ya recibiremos a nuestros clientes de siempre, pero en plan familia, sin pensión… Arrendaremos las habitaciones para oficinas, dentistas o cosas por el estilo, pero nunca para pensión…»

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