Preocupación en las familias que tienen a sus hijos matriculados en las aulas y talleres de Educación Especial en el Reina Sofía, ya que desde 2006 se transformó en un colegio de Educación Infantil y Primaria, dejando de ser oficialmente de Educación Especial, por lo que piden a las autoridades educativas que corrijan ese cambio, transformándolo en un centro combinado (por el que recuperaría formalmente su origen: la educación especial) y semi D (por el que podrían estar en el centro hasta los 21 años).
La preocupación surgió cuando se denegó la matriculación de dos alumnos para el próximo curso, iniciándose protestas en el centro y redes sociales. Fue cuando se conoció el problema interno desde el año 2006 que podría ser la excusa para que la administración pudiera dejar de mantener las cuatro clases y dos talleres que en la actualidad atienden a 20 niños entre las cuatro aulas con cuatro profesoras de pedagogía terapéutica, dos monitoras y un educador; además de un fisioterapeuta para las aulas específicas, Primaria e Infantil, tres maestras de Audición y Lenguaje, compartidas entre Educación Especial y Educación Primaria e Infantil.
Y en los talleres de PTVAL (Programas de Transición a la Vida Adulta y Laboral), 13 alumnos, con dos técnicos: uno de carpintería y otro de cerámica; así como dos profesoras de Pedagogía Terapéutica.
Esta parte del Reina Sofía es la que se mantiene de sus inicios, donde desde 2006 se ha ido construyendo un nuevo colegio año tras año hasta completarse toda la docencia de Infantil y Primaria. Es por tanto un colegio público ordinario donde siguen las zonas de educación especial, aunque burocráticamente no se recoja. Al cierre de nuestra edición, no hemos recibido respuesta por parte de la Delegación de Educación de la Junta de Andalucía ante este problema.
Por qué necesitan un colegio de Educación Especial
Las familias a las que pudimos entrevistar este martes para este reportaje agradecen y reconocen el avance en la integración en los centros educativos, con aulas y profesor especial, pero hay niños, como los suyos, que precisan de un centro y profesores específicos, por lo que consideran que se tienen que mantener los centros de educación especial como el del Reina Sofía.
Sonia tiene una hija con retraso madurativo con 19 años. Precisa “todo el apoyo posible porque necesitan que la pongan a andar”, ya que es como si tuviera 3 años. “Aquí tiene su tacatá, la ponen a andar todos los días, tiene su fisio, el vaso terapéutico y sobre todo a ella le gusta la música donde tiene su aula especial”.
“En mi casa la tengo muy bien cuidada, pero ella necesita estar con gente y quiero que la mantengan aquí porque en mi casa no hace nada y en los institutos, no están preparados” para casos como el de su hija. “Es como si un niño de 3 años lo metieran en un instituto. ¿Qué hacen allí? Nada. Estarían todo lo pendiente de ella…”. Concluye exponiendo que “lo que queremos los padres es que sean felices y allí lo son, que es lo único que podemos hacer por ellos, ya que curarlos, por desgracia, no podemos”.
Fátima tiene un hijo de 14 años, con gran dependencia, “ni ahora ni más adelante estaría” para entrar en un instituto “porque su capacidad mental no llega. ¡Que más quisiera yo! Pido que lo dejen donde está, supuestamente hasta los 21 años, y a partir de ahí yo decidiré dónde podrá ir porque soy su madre y nadie va a decidir por mí”.
Eladia, tiene un hijo de 16 años con parálisis cerebral del 100 por 100. “Lleva 13 años y medio aquí con todos los servicios: vaso terapéutico, fisioterapia, aula multisensorial, el trato y calidad humana que tienen aquí no la van a tener en otro sitio porque no están preparados en institutos para estar pendientes de ellos”. (Este reportaje se hizo antes de que falleciera y su madre nos pide lo publiquemos en la edición digital para recordarlo y seguir exigiendo la atención especial).
Lilia vive en el Valle de Abdalajís y todos los días recorre 20 kilómetros para ser atendido en el Reina Sofía. “Es el único centro con los recursos necesarios de la comarca para atenderlo. Estuvo en el Infante don Fernando y con el paso de los años ha tenido que ser trasladado aquí donde se les enseña a ser más autónomo. Hay aulas de motórico, de autismo…”.
Deja claro que está de acuerdo y agradecida con la inclusión, pero “una inclusión con recursos, y hay niños que con sus capacidades, en este centro están más cuidados y protegidos en la educación que necesitan”.
Ante el futuro, una solución
No quieren politizar su inquietud ni buscar responsables en Madrid o Sevilla (la Ley Celaá y la competencia educativa de la Junta de Andalucía), simplemente buscan “transmitir lo que se siente, se medio vive y lo duro que es el camino cuando se tiene un hijo con un tipo discapacidad que a día de hoy, no pueden incluirse con la normalidad que se pretende en un centro ordinario”.
“Cada mañana al verle la carita a mi hijo se me parte el alma. Eso creo que es lo que me hace seguir adelante. Hay días que me faltan las fuerzas para seguir. Por eso las familias psíquicamente estamos muy afectadas”, para que ahora tengan más problemas como quedarse sin aulas.
Todos confían que se corrija el cambio de 2006 cuando pasó de Educación Especial a Educación Infantil y Primaria, aunque insisten que nunca les han dejado de tratar como lo primero.
El Reina Sofía suele acoger a niños muy afectados (autismo, plurideficiencias, trastornos de conducta, alumnado no oral…) que debido a sus características (necesidades educativas especiales o diversidad funcional) necesitan de una serie de recursos (fisioterapeuta, vaso terapéutico, sala multisensorial, grúa para los cambios, monitores de educación especial) que solo posee en la Comarca este centro educativo.
Las familias temen que las aulas específicas y los talleres que permanecen a pesar del cambio, se queden sin uso y desaparezcan. Tendrían que integrarse en institutos sin recursos espaciales, materiales ni humanos, para poder atenderles de forma adecuada y garantizado una educación especial de calidad como la que tienen y quieren seguir ofreciendo en el Reina Sofía.
