viernes 20 junio 2025
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Arquitectura y urbanismo en Antequera en el primer cuarto del siglo XXI

Pensar Antequera exige tiempo. Sólo cuando los años empiezan a adquirir grosor, y los hechos se asientan con algo de distancia, es posible detenernos y mirar con claridad. El año 2025, al cumplirse el primer cuarto del siglo XXI, se presenta como una ocasión propicia para hacerlo: para preguntarnos qué Antequera hemos construido en este tiempo, bajo qué principios, y con qué horizonte proyectamos su porvenir.

Con ese propósito, el pasado viernes 25 de abril tuve la oportunidad de impartir una conferencia en la Real Academia de Nobles Artes de Antequera. Fue una primera exposición de una investigación aún en marcha, centrada en analizar, desde la arquitectura y el urbanismo, la transformación de nuestra ciudad en estos veinticinco años. No pretendí ofrecer respuestas cerradas, sino compartir un método que permita observar con más datos, con más atención, con menos urgencia y con mayor responsabilidad intelectual. No se trata de un análisis frío, sino profundamente subjetivo en su planteamiento, cargado de intencionalidad, pero sustentado en una metodología rigurosa, porque entender requiere ambas cosas: distancia crítica y voluntad de comprender.

El estudio parte de una doble perspectiva. Por un lado, contempla los ciclos generales —económicos, sociales, constructivos— que han marcado el ritmo de Antequera. Por otro, atiende a lo local, a las decisiones adoptadas por las distintas corporaciones municipales, encabezadas por tres alcaldes diferentes, cuyas visiones han sido tan contrastadas entre sí que han dejado una huella profundamente visible en la configuración urbana de la ciudad. Basta mirar con atención para advertir cómo cada etapa ha generado formas, estilos y prioridades distintas en la manera de construir y habitar.

La investigación desciende desde una escala conceptual hasta un análisis urbanístico concreto, pasando por la necesaria articulación entre arquitectura, política y sociedad. Edificios específicos, examinados bajo esta mirada, se convierten en testimonios reveladores de cada fase. Cuando se los observa sin prejuicios, con calma, con datos, es posible advertir valores que la costumbre o la cercanía a menudo ocultan.

“El conocimiento es el principio de la acción”, escribió Hobbes. Y es precisamente desde ese lugar —desde un análisis serio, atento y colectivo— desde donde podemos tomar la responsabilidad de construir, entre todas las posibles, la mejor versión de la Antequera futura.

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