viernes 3 mayo 2024
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De súbditos a clientes

Nuestras ciudades, –y Antequera no es una excepción–, están preparadas secularmente, desde su propia creación, para albergar las funciones que funcional y culturalmente hemos reconocido como de naturaleza urbana. De este modo, nuestro tejido urbano está pensado y preparado para albergar los usos más gregarios (educativos, higiénico-deportivos, civiles, mercantiles, o de ocio) y, también, aquellos más particulares, (como los residenciales, comerciales, artesanales-industriales…), llevando esto siendo así desde, al menos, época romana. Los cambios y adaptaciones a lo largo de los siglos han sido de lenta y mesurada incorporación, dando la posibilidad a nuestras ciudades de adaptarse a estas modernizaciones.

Sin embargo, el desmesurado y vertiginoso crecimiento del ocio y, especialmente, del turismo, entendido ya como un desaforado bien de consumo inmaterial, está exponiendo a nuestras ciudades a situaciones a las que no se está pudiendo adaptar, desconfigurando su intrínseca naturaleza urbana. De ahí que el centro histórico de Málaga sea más un parque temático del ocio fiestero, –con inocentes ínfulas de cultural y museístico–, que un entorno donde el hombre pueda devenir, según ideales clásicos, ciudadano. Pese a la dureza de este ejemplo, el caso de Antequera también es bastante preocupante: el turismo y una torpe ley sobre el alquiler, han sido la puntilla para hacer que la vivienda sea más inaccesible de lo que se recuerda en décadas, haciendo verdaderamente difícil que tenga sentido hablar de un tejido verdaderamente urbano.

Por ello, resulta imprescindible defender la idílica y numantina postura de pretender que nuestras ciudades, –y yo soy activista por la mía, Antequera–, puedan resistir los vientos de la contemporaneidad y dejar de ser un punto de encuentro civil y social, –funciones relegadas ya a lo digital–, para ser decorados que acompañen a transacciones mercantiles. Como decía el gran Manuel Vicent, hemos pasado de ser súbditos a clientes, con la ilusión, por breve lapso, de ser ciudadanos. Muchas gracias.

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