jueves 2 mayo 2024
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Domingo XIX: “El que quiera ser grande entre vosotros que sea vuestro criado”

Subiendo a Jerusalén, Jesús va anunciando a sus discípulos el anticipo que le esperaba en la capital judía. Sus discípulos no le entienden, o sencillamente lo querían entender. Se avaden de la propuesta de dolor que iba a suceder. Ellos  andan preocupados por lo que para ellos era lo importante: Ocupar un sitio privilegiado a su lado. Santiago y Juan, se acercan a él para pedirle directamente sentarse un día “el uno a tu derecha y el otro a tu izquierda”. Seguramente a Jesús aquello le desanimó bastante y por ello va a responder: “No sabéis lo que pedís”. Nadie entre los discípulos parece entender que seguirlo de cerca colaborando en su proyecto, siempre será un camino no de poder y grandezas, sino de sacrificio y cruz.

 Ante este suceso, al enterarse del atrevimiento de Santiago y Juan, los otros diez se indignan. Nos puede recordar a nuestros partidos políticos actualmente, el grupo está más agitado que nunca. La ambición los está dividiendo. 

Será en este ambiente cuando Jesús los reúne a todos para dejar claro su pensamiento. Pero antes que nada, les expone lo que sucede en los pueblos del Imperio romano.  Jesús lo resume así: Los que son reconocidos como jefes utilizan su poder para “tiranizar” a los pueblos, y los grandes no hacen sino “oprimir” a sus súbditos. Jesús no puede ser más claro y severo: “Vosotros, no seáis así”. Quiere desterrar de entre  los suyos algo parecido: “El que quiera ser grande entre vosotros que sea vuestro criado, y el que quiera ser primero entre vosotros que sea esclavo de todos”. En el grupo de Jesús no habrá lugar para el que oprime, solo para el que sirve. Jesús no quiere jefes sentados a su derecha e izquierda, sino servidores como él, que dan su vida por los demás.

Por lo que  Jesús deja las cosas claras. Su Iglesia no se funda desde la imposición de los de arriba, sino desde el servicio de los que se colocan abajo. No cabe en ella jerarquía alguna para  dominar a los demás. Tampoco métodos y estrategias de poder. Es el servicio el que construye la Iglesia de Jesús. Para Jesús es tan  tanta importante lo que está diciendo que se pone a sí mismo como ejemplo, pues no ha venido al mundo para que le sirvan, sino “para servir y dar su vida en rescate por todos”. Jesús no enseña a nadie a triunfar, sino a servir al proyecto del Reino de Dios desviviéndonos por los más necesitados.La enseñanza de Jesús no es solo para los dirigentes, hemos de comprometernos todos a vivir con más entrega al servicio del mensaje evangélico. 

Para concluir esta reflexión, bien lo podemos hacer con la siguiente enseñanza: No necesitamos en la Iglesia imitadores de Santiago y Juan, sino seguidores fieles de Jesús. Y también nos viene bien recordar a nuestra Santa Teresa de Jesús, festividad que celebramos ayer: “a quien Dios tiene todo le sobra porque solo Dios basta”.

 

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