Hace unos días reflexionaba sobre los derroteros de las temáticas de las series actuales que podemos ver tanto en televisión, como en las diversas plataformas audiovisuales. Y me acordaba de series queridas de mi infancia y juventud. Eran series que no solamente divertían, sino que marcaban ciertos valores indispensables para sobrevivir y aportar en nuestra sociedad. “Tenéis muchos sueños, buscáis la fama. Pero la fama cuesta. Pues aquí es donde vais a empezar a pagar, con sudor”. Esta frase mítica de la serie “Fama” (1982) pronunciada por la profesora de danza, Lydia Grant, era toda una declaración de intenciones. Hoy igual la hubiesen expedientado, tal y como está la cosa. “Fama” era una serie que presentaba a gente joven muy diversa, en todos los aspectos, enfrentándose a sus sueños, con enorme disciplina, para alcanzar el éxito o la frustración, pero siempre con la posibilidad de poder levantarse con más ilusión si cabe ante dificultades que la vida real nos dibuja ante nuestros ojos.
Simplemente sembrar valores en una audiencia sensible a ellos. Nos alegrábamos de ver como el padre taxista de Bruno hacía todo lo posible para que su hijo fuese un gran músico; de ver como un chico, Leroy, de bajos barrios de la ciudad de New York, tenía enormes cualidades para la danza y como era rescatado poco a poco de ese ambiente malsano que le rodeaba para seguir y tomar su sueño; o las desventuras de la luchadora y popular Coco. Las líneas dramáticas eran muy diversas, se solapaban unas con otras e incluso algunas eran independientes, toda una gran labor de los guionistas y el director Alan Parker.
Un producto de entretenimiento con una enorme carga emocional y de valores. Hoy son los reality, las islas con hoguera y sin hoguera, las estrenadas propuestas de series hipersexualizadas. No es que sean otros tiempos, perdonen, es que no veo a esos perfiles interpretativos descritos con anterioridad como Coco, Bruno… en situaciones de ese tipo. Seguro que podrían existir, pero es tan poca la altura de lo que se ofrece al joven espectador que es para reflexionar seriamente. La vida no es un coctail. Remember!